Enrique VIII: símbolo de una nueva generación (1509-1547)

Angelizza M. Saavedra Román
Departamento de Historia (Historia de Europa)
Facultad de Humanidades

 

Resumen

El presente artículo se enfoca en el estudio de la importante figura del rey inglés, Enrique VIII (1491-1547), interpretada como símbolo para una emergente generación de monarcas europeos quienes retaron la autoridad del Papa. Considerado como el primer patrón quien desnaturaliza el reino inglés de Roma, como el eje supremo de la tradición cristiana occidental, y subordina a la Iglesia como la religión oficial de Inglaterra sometida a la Corona. Tal acción produjo una variedad de símbolos que bien sirven como una crónica de una figura de autoridad y poder absoluto. La tradición pictórica de la pintura de retrato de la figura de Enrique VIII sirve como una narrativa de imágenes que hablan sobre el ascenso y consolidación del poder político de esta figura. La metodología de este trabajo se enfoca en los debates historiográficos para darnos una cercanía sobre los hechos históricos y la representación simbológica plasmada en las imágenes de este monarca. Escogí ciertas imágenes específicamente para poder interpretar la simbología en la trayectoria de Enrique VIII desde el principio de su reinado, pasando por el convulso periodo de la Reforma Protestante y termino en los últimos días este monarca absolutista.

Palabras claves: Enrique VIII de Tudor, retrato pictórico, símbolos, absolutismo inglés

 

Abstract

This article focuses on the study of the important figure of the English king, Henry VIII (1491-1547), by approaching it as a symbol for an emerging generation of European absolute monarchs who challenged the hegemony of the Pope. He is considered the first patron who denatures Rome as the supreme axis of the Western Christian tradition by subordinating the Church as the official religion of England within the realm of the Crown. Such action produced a variety of pictorial symbols that can be viewed as demonstrative of Henry VIII’s growing authority and absolute power. Through an interpretative analysis of the portrait figure of Henry VIII, it is possible to develop a narrative of images depicting the rise and consolidation of his political power. This paper chosen methodology emphasizes known biographical and historical debates concerning symbolic representations embodied in the images of this monarch. Specific portrait images were chosen due to their known historical value as chronicle to Henry VIII’s political trajectory and symbolism surrounding the period beginning with his early days as King of England, the changing times of the Protestant Reformation, and the very last days of his reign as England foremost first absolute monarch.

Keywords: Henry VIII Tudor, portrait painting, symbols, English absolutism

 

Introducción

Este trabajo presenta la figura del famoso monarca inglés Enrique VIII (1491-1547) conocido comúnmente por la cantidad de matrimonios que tuvo y el castigo de muerte a dos de sus esposas, su excomulgación de la Iglesia Católica Romana, la cantidad de muertes que hubo tras no aceptar el juramento de obediencia de la Reforma y la transformación de la Inglaterra católica (tradicional) (Bernard, 2013: 18-24) a una Inglaterra protestante (moderna). (Rex, 2006:138-142) Por ende, se presenta una problematización, por la cual se le ha atribuido una reputación negativa con una perspectiva desagradable e infame. Por esta razón se presentará la importancia de Enrique VIII como simbología de autoridad y poder absoluto, una figura moderna y símbolo vanguardista. Diferentes historiadores han investigado estos aspectos en los cuales algunos presentan opiniones similares y en otros, temas debatibles. Se presentarán las imágenes pictóricas del rey, cuyo propósito nos ayuda a descubrir la simbología que caracteriza marcadamente la trayectoria de este monarca en su reino.

 

Metodología: la pintura retrato como documento historiográfico 

La pintura retrato, también conocida como retrato pictórico, es un género en las Artes Plásticas, específicamente, la pintura, que tiene como su principal objetivo recoger la apariencia y representación visual de una figura utilizando para ello, diferentes técnicas de trazo, mezcla de pinturas, medios sobre el que se aplica el trazo y, por supuesto, modalidades cuyo referente es el contexto histórico cultural, ideológico, político y económico cuando se realizó la pieza. (Beyer, 2003: 17-20) Contrario a lo que popularmente se piensa, el retrato pictórico no es una tradición exclusivamente europea. Diferentes culturas en la antigüedad hasta el pasado reciente, tienen tradiciones pictográficas para la representación de la apariencia de personas, inclusive, de animales y hasta de objetos no-animados. (2003: 33-35; 213-220) Tal es el caso, de China, India, Irán y las antigüedades del suroeste asiático, y a lo largo de ambos litorales del Mediterráneo, sólo para mencionar algunos ejemplos. (2003: 15-16)

         Históricamente y sobre todo desde finales de la Edad Media, a lo largo del Renacimiento, de la Ilustración y el Romanticismo europeo, la tendencia ha sido la pictografía representativa de figuras poderosas, gobernantes y patrones acaudalados. No obstante, en el siglo XIX emerge un interés por plasmar sobre el lienzo representaciones de figuras y el contexto de sus vidas cotidianas, bien fueran éstas urbanas, burguesas, proletarias o campesinas.

         La pintura retrato de la figura de Enrique VIII constituye toda una tradición en la pintura del periodo del Renacimiento inglés a lo largo del siglo XVI y posterior a su reinado. (Cooper, 2012: 44-61) Son varias las tradiciones y artistas que, bajo la tutela de la dinastía de Tudor, pintaron en un lienzo una cuidadosa representación de la apariencia de Enrique VIII. (Llull, 2012) Este tipo de retratismo no es un trazado neutral de la figura del monarca, sino una planificada y controlada pincelada de trazos, grabado, selección de un medio o tabla para la pintura, técnicas de dibujo, técnicas de mezcla de pinturas, juego de luces y escenificación. Precisamente porque no es una fotografía neutral del rey, cada una de las piezas que hoy se conservan recogen un mensaje y una narrativa, haciendo de la pieza un símbolo (o recolección de símbolos) que se pueden leer a tenor con el contexto histórico político y cultural en y para el que se produjo la pieza.

         A esos efectos, decidí[1] escoger las pinturas retratos como interpretación simbólica en la trayectoria de dicho monarca en su reinado, debido que es un elemento importante en la investigación que nos brinda una cercanía en la figura de Enrique VIII. Es significativo para el análisis historiográfico, poder recorrer en la vida del monarca y su camino en su debate interno religioso, observar en las imágenes una perspectiva política en un contexto cultural por la cual se puede interpretar su diferencia simbólica en su reinado. Cada imagen del monarca es diferente, no tan solo por la representación de ser un joven monarca católico a ser un monarca protestante, sino, por la diversidad simbológica que contiene cada imagen. La investigación con las pinturas retrato consiste en la búsqueda del poder y autoridad absoluto que Enrique VIII siempre conservó, aun cuando era un monarca católico. Mediante las imágenes busco encontrar cómo este monarca era una figura modernista y un personaje que estaba dispuesto a romper con la tradición religiosa de la Iglesia Católica, como una figura vanguardista en su época. Por esta razón utilizo como herramienta las pinturas retratos, debido que se observa el cambio simbológico que mantenía en cada retrato en sus años como monarca.

 

Historiografía biográfica de Enrique VIII

La Casa de Tudor implementó una modalidad absolutista de la autoridad monárquica revestida de modernidad en el ámbito de la administración pública e iniciativas económicas en Inglaterra. Comenzando por la Guerra de las Rosas, liderada por Enrique Tudor, padre de Enrique VIII, primer monarca de la dinastía Tudor y luego conocido como el rey Enrique VII. Enrique Tudor provenía de la Casa de Lancaster, su emblema era una rosa roja. Él mismo había batallado arduamente por el control de la sucesión al trono con la Casa de York, cuyo emblema era una rosa blanca. Esto trajo un cambio de emblemas entre las rosas debido a la victoria de la Casa de Lancaster. La rosa, ya convertida en una rosa bicolor, representaba una unión y alianza entre estas Casas Reales. Esta es la primera simbología que los Tudor hicieron, donde la rosa representa el misticismo del corazón, el centro y la rueda cósmica, y también el amor sagrado, romántico y sensual (Tresidder, 1999: 205). La rosa blanca, específicamente, es la insignia de la inocencia, pureza y virginidad. La rosa roja, por otra parte, simboliza la pasión, el deseo y la belleza voluptuosa (Tresidder, 1999: 205). Esto me da entender que la rosa de la Casa Lancaster simbólicamente representa un contraste en el futuro reinado de Enrique VIII debido a que sus acciones no se complementan con la simbología de la rosa roja y blanca que su padre había formado.  

        De acuerdo a Michael Hicks (2012: 24-33), el rey Ricardo III, proveniente de la Casa de York (1483-1485) y enemigo de Enrique Tudor, era un hombre virtuoso y de realeza virtuosa. Sin embargo, para Hicks era una señal de debilidad, debido que no era capaz de manejar los asuntos del gobierno y, a consecuencia de esta debilidad, había una crisis económica en el reino, lo cual lo hacía cada vez más impopular (2012: 9-17). Esto fue la causa de la Guerra de las Rosas. Al culminar la guerra con la muerte en combate de Ricardo III, Enrique Tudor pasa a convertirse en el nuevo monarca, Enrique VII. Según Hicks, la impopularidad del monarca vencido fue el impulso para agradar la figura del nuevo rey. Otro factor para la impopularidad de Ricardo III era la crisis económica que sufría el reino debido a los impuestos por la guerra, lo que ocasionaba descontento en el pueblo. En su contraparte, el ascenso al poder de la dinastía Tudor trajo consigo un considerable avance económico como resultado de una serie de reformas y medidas económicas orientadas a modificar el comercio, la navegación, la tenencia de tierras y la manufactura de bienes en las ciudades. También significó la consolidación y centralización del estado inglés en una sola corona, así como el control de ésta sobre el territorio de Gales. (Hicks, 2012:82-98) Así, se puede argumentar que la Casa de Tudor constituyó un momento clave para un cambio radical en la producción de símbolos asociados con el emergente poder inglés.

         Arturo, hijo de Enrique VII y casado con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos de España, fue el sucesor a la Corona. Pero el monarca murió al poco tiempo de su reinado. Su hermano Enrique se convirtió en el nuevo rey de Inglaterra y se casó con su cuñada Catalina para seguir manteniendo la alianza con España (Crofton, 2006: 128-134). Así comienza la saga de matrimonios de Enrique VIII, con un total de seis esposas y en el cual dos de ellas fueron castigadas con la muerte. Entre estas se distingue su segunda esposa, Ana Bolena. Su matrimonio con el rey, marcó un cambio radical en Inglaterra, siendo un peón en la ruptura con la Iglesia Católica Romana y trayendo un escándalo para toda la Europa del siglo XVI, como fue el divorcio entre Enrique VIII y su primera esposa, provocando guerra, muertes y la excomulgación del rey. Ana Bolena también fue la primera en enfrentar la muerte por decapitación ordenada por su esposo, debido a rumores de infidelidad.

     Geoffrey Moorhouse (2003: 94-120), por otra parte argumenta que Enrique VIII no era un fuerte creyente en la religión católica, era más supersticioso que espiritual, se inclinaba más a los estudios teológicos que a sus propias costumbres religiosas. El argumento de Moorhouse presenta un tema debatible y una laguna en la creencia religiosa del monarca. He llegado a esta conclusión debido a que el monarca, al haber leído los ataques de las indulgencias de Martín Lutero en 1519, publica el tratado teológico La Defensa de los Siete Sacramentos donde exponía la defensa de la supremacía Papal. Por esta acción, el Papa Leo X le otorgó al rey el título de “Fidei Defensor”, Defensor de la Fe (Moorhouse, 2003: 17-18). Según el historiador británico decimonónico J. Mainwaring Brown, el título “Defensor de la Fe” posee varios símbolos historiográficos entre los que se cuentan: 1) la concesión de este título por la defensa literaria que utilizó en contra de los ataques de Lutero; 2) al separarse de la Iglesia Católica como consecuencia de su divorcio de Catalina de Aragón y subsecuentemente, el matrimonio con su amante Ana Bolena. (2006: 130-131) De esta manera, Enrique VIII se convirtió en un católico rebelde, habiéndose autoproclamado como la cabeza de su propia iglesia. Por último, la Reforma quedó legitimada e institucionalizada en Inglaterra en la propia corona y personificada en Enrique VIII. De esta manera, su título tiene un nuevo significado en la cual defiende su nueva creencia, el protestantismo (Brown, 1880: 243, Rex, 2006: 110-116).

 

Enrique VIII ante la Reforma Protestante

La Inglaterra de 1534 es escenario de una álgida actividad política que tendrá grandes consecuencias demográficas, culturales y económicas. (Davies, 1997: 177-195) La causa de este escenario se sitúa en el divorcio entre Inglaterra y la Iglesia Católica Romana, junto a la excomulgación del monarca y la implementación de una creencia religiosa diferente. Esto trajo un impacto cultural en los ingleses de este tiempo debido a la erradicación de la religión católica (Bernard, 2005: 225-243). El saqueo y la destrucción de los monasterios junto a la eliminación de las imágenes religiosas fue un duro golpe a la sociedad ya que sus costumbres religiosas fueron cambiadas forzosamente y, a su vez, esta acción enriqueció la Corona. Esto significaba la supresión de siglos de tradiciones religiosas y culturales. Aquellos que hicieron resistencia al cambio fueron castigados con la muerte, por esta razón surgió el movimiento La Peregrinación de Gracia. (Moorhouse, 2003: 94-120) El objetivo principal de este grupo era la restauración institucional y religiosa de la Iglesia Católica en Inglaterra. Inevitablemente, esta gestión reaccionaria condujo a muchas muertes.

       La Inglaterra de mediados del siglo XVI, claramente enmarcada en un movimiento renacentista, se levantó como un reinado distinto, moderno, cuyas acciones radicales para su época, no tuvieron comparación en la Europa de ese siglo. El aparato gubernamental absolutista se vio adicionalmente fortalecido por una mayor injerencia del Parlamento en asuntos de gobierno y planificación económica. Este fue un arreglo político que rompió con los esquemas ideológicos y las instituciones monárquicas conocidas en la Europa del siglo XVI. (1997: 181-185) Estos cambios en el reino, tras haber impactado y afectado a la sociedad, llevó a Enrique VIII a ser una figura simbólica de modernidad con poder absoluto y autoridad. (Rex, 2006: 185-196) 

     G.W. Bernard señala que la revolución social, política, cultural y económica, trajo un cambio político en Inglaterra como resultado de que Enrique VIII se convirtió en el nuevo Papa de su iglesia, la cabeza suprema de Inglaterra. Como tal, ya no necesitaba de la legitimidad conferida por el papado de la Iglesia Católica Romana. Él era la propia autoridad (Bernard, 2005: 247). Al Inglaterra divorciarse de la Iglesia Católica, se convirtió en un reino aislado, pues todos los reinos que le rodeaban eran católicos. Aquellas personas que no estuvieron de acuerdo con los nuevos cambios en Inglaterra fueron automáticamente ejecutadas. Sin embargo, para evadir la ejecución cada persona debía someterse a un juramento de obediencia, en el cual juraba ser leal a la nueva religión protestante y rechazar las costumbres y creencias católicas (Hoyle, 1995: 287-230). El efecto de este abrupto suceso afectó al pueblo inglés trayendo incertidumbre, intrigas y tragedias en el pueblo y los más allegados a su corte.

 

Estudio interpretativo de los retratos 

La primera pieza (Figura #1, p. 7), fue realizada para el año 1520. Ésta ilustra a un Enrique VIII joven y confiado, como un monarca católico. La mirada tiene una dirección hacia la derecha, no está dirigida en la dirección del pintor. Se aprecia la mirada de un hombre tímido y reflexivo. En el cuadro se puede observar que el monarca lleva dos anillos. La semántica simbólica de un anillo, por lo general sugiere la existencia de un compromiso o unión, también está asociado con la cadena, es decir, estar sujeto a una persona, institución o algo que lo mantenga atado (Cirlot, 1962: 273).

 
Figura #1: Enrique VIII. Artista desconocido. 1520. National Portrait Gallery, Londres.

Figura #1: Enrique VIII. Artista desconocido. 1520. National Portrait Gallery, Londres.

 

        Por la cantidad de anillos que posee, me da a entender sobre la futura unión de su nuevo dogma religioso y los matrimonios a seguir. Su mano izquierda con los anillos, toca el dedo meñique en su mano derecha, puede simbolizar la reunión de la Corona e Iglesia bajo su autoridad. Otra hipótesis sería que está jugando con el anillo, reflejando un pensamiento misterioso sobre la cuestión religiosa de su reino. Posee una barba, esta última simboliza la soberanía y el valor (Tresidder, 1999: 34). En las siguientes imágenes se ve presente su barba, representando en todo momento su soberanía en el reino y el valor por mantenerlo. En su cuello lleva un collar, cuyo significado es la representación de la unión y sujeción. Los ornamentos y orfebrería en su atuendo, incluyendo el cuello, son símbolos del nivel social que claramente ocupaba. (Tresidder, 1999: 63). 

 
Figura #2: Enrique VIII de Joos Van Cleve. 1535. Hampton Court Palace, Royale Collection

Figura #2: Enrique VIII de Joos Van Cleve. 1535. Hampton Court Palace, Royale Collection

 

      El segundo retrato seleccionado es una pintura realizada en el 1535 por el pintor flamenco Joos van Cleve (también, Cleef; 1485-1541). La pintura fue concebida durante la efervescencia de la reforma religiosa implementada. Ésta muestra al monarca abriendo un rollo de papel escrito. El rollo de papel simboliza el aprendizaje, la educación y la ley (O’Connell, 2005: 241). Mi interpretación sobre el rollo escrito que sujeta, es la representación de las nuevas normas para su nueva Iglesia en Inglaterra. En cada mano lleva un anillo, que suman dos, cómo he mencionado, esto representa unión, pero esta vez esa unión es con la Iglesia que él encabeza. Posee la misma barba, por lo que simboliza su valor y soberanía. Su vestimenta sobresale más que la primera imagen, su rostro refleja una mirada fija, un semblante recio y una firmeza como símbolo de autoridad y poder absoluto. La lectura de Brown (Brown, 1880: 243) menciona el título “Defensor de la Fe” otorgado a Enrique VIII, esto me da a entender que al momento del divorcio entre el rey y la Iglesia Católica Romana su título manifiesta la supremacía en su religión, debido a que el monarca era la cabeza de su propia iglesia y, por último, este título lo ayudaba debido a que defendía su creencia protestante. 

 
Figura #3: Enrique VIII de Hans Holbein. 1536. Thyssen-Bornemisza Museum.

Figura #3: Enrique VIII de Hans Holbein. 1536. Thyssen-Bornemisza Museum.

 

        En esta tercera imagen, realizada en el 1536, refleja el incremento económico ya que su atuendo muestra más joyas que las imágenes anteriores. Simbólicamente las joyas son emblemas de sabiduría, poder y valor (Tresidder, 1999: 130-131). Es una clara representación de lo que estaba pasando en Inglaterra junto a la presentación de la figura del monarca. Mediante su vestimenta se puede interpretar el auge económico y lo que este simbolizaba en su reino (el poder absoluto y autoridad). Mantiene presente su barba y el collar. El rey refleja la elegancia y su rostro proyecta una imagen de seguridad y autoridad. 

 
Figura #4: Eworth, Hans. (1545). Enrique VIII. [Imagen]. Exhibida en Walker Art Gallery.

Figura #4: Eworth, Hans. (1545). Enrique VIII. [Imagen]. Exhibida en Walker Art Gallery.

 

     La cuarta imagen, realizada en el 1545, presenta su último retrato, realizado dos años antes de su fallecimiento. Su mano izquierda sujeta unos guantes. La simbología de los guantes se emplea como promesa de acción, utilizadas especialmente por aquellas personas de posición elevada (Tresidder, 1999: 114). Esto refleja la firmeza de Enrique VIII sobre sus decisiones en su reino, especialmente con la implementación de la Reforma Protestante. En su atuendo, un poco más arriba de sus rodillas posee un cuchillo. El cuchillo simboliza la asociación de la venganza y muerte, pero también es asociada con el sacrificio (Cirlot, 1962: 169). Estas dos lecturas me dan a entender sobre la firmeza de las promesas y acciones de este monarca. El cuchillo que posee, se puede interpretar como arma simbólica hacia el sacrificio con la muerte de la Iglesia Católica Romana en Inglaterra. La parte superior de la imagen presenta la mitad de una concha. Esta simboliza la concepción, bautismo y prosperidad (Tresidder, 1999: 114). A mi entender es la representación de la concepción de la Reforma Protestante en su reino, su bautismo como nueva Iglesia en Inglaterra y su prosperidad con todas aquellas personas a su a llegar. Esta imagen presenta al monarca proyectando la culminación de la reforma como si dijera “He triunfado”. Así, Enrique VIII demuestra la autoridad absoluta y desafiante que mantenía.

 

Conclusiones

Enrique VIII puede considerarse como una figura modernista y vanguardista para la primera mitad del siglo XVI inglés. Esto en parte, como resultado de la ruptura con la tradición canónica de la Iglesia romana como ente hegemónico de la Corona, así como también por haber introducido importantes reformas económicas y políticas en Inglaterra. Reflejando así, una figura de autoridad y poder absoluto, al mismo tiempo que representa una nueva generación. Fue temido por los demás por el pensar o al accionar en desatar su furia hacia otros reinos, incluyendo a los propios ingleses. La recopilación de las imágenes del rey Enrique VIII verdaderamente han sido un recurso asertivo para visualizar y estudiar la trayectoria y ejecutorias de este monarca inglés del siglo XVI. Mediante los elementos simbólicos se ha comprobado que éstos enmarcan las características de su ejecución y también ese proceso paulatino que va desde el príncipe tímido al rey desafiante proyectado como una autoridad absoluta. Podemos interpretar que su figura puede ser perversa, sin embargo, su simbología como monarca lo impulsa a ser desagradable debido a su modernidad radical. Es posible que esta no sea la realidad, sin embargo, la minuciosidad o el detalle de las imágenes y el estudio de las investigaciones históricas afirman coherentemente que esta simbología ha tenido una razón de ser.

 

 Bibliografía

 

Bernard, G. W. The Late Medieval English Church: Vitality and Vulnerability Before the Break with Rome. New Haven: Yale University Press, 2013. Print.

Bernard, G.W. The Kings’ Reformation, Henry VIII and the Remaking of the English Church. New Haven: Yale University Press, 2005. Print 

Beyer, Andreas. Portraits: A History. New York: Harry N. Abrams, 2003. Print

Brown, J. Mainwaring. Henry VIII.'s Book, "Assertio Septem Sacramentorum," and the Royal Title of "Defender of the Faith". Transactions of the Royal Historical Society, Vol. 8-1880, 243-261. Digital https://www.cambridge.org/core/journals/transactions-of-the-royal-historical-society/article/henry-viiis-book-assertio-septem-sacramentorum-and-the-royal-title-of-defender-of-the-faith/29EAD4F87FC76144CC8A0647FDB4DED3  

Cirlot, Juan Eduardo. A Dictionary for Symbols. First Edition. New York: Philosophical Library. 1962. Print

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Crofton, Ian. The Kings and Queens of England. London: Quercus, 2006. Print

Davies, CSL. The Cromwellian Decade: Authority and Consent. Transactions of the Royal Historical Society. 1997, Volume 7, 177-195. Digital http://www.jstor.org/stable/3679275  http://biblioteca.uprrp.edu:2087/stable/pdf/3679275.pdf  

Hicks, Michael. The War of the Roses. New Haven: Yale University Press, 2010. Print

Hoyle, R. W. The Origins of the Dissolution of the Monasteries. The Historical Journal. 1995, 38(2), 275-305. Digital http://www.jstor.org/stable/2639985 http://biblioteca.uprrp.edu:2087/stable/pdf/2639985.pdf   

Llull, Josué. Retrato de Enrique VIII. Arte e iconografía (entrada de blog: 10 de julio de 2012), 2012. Digital. http://www.arteiconografia.com/2012/07/retrato-de-enrique-viii.html  

Moorhouse, Goffrey. The Pilgrimage of Grace: The Rebellion that Shook Henry VIII’s Throne. London: Phoenix-Orion Books, 2003. Print 

O’Connell, Mark. The Complete Encyclopedia of Signs & Symbols. London: Lorenz Books, 2005. Print

Rex, Richard, Henry VIII and the English Reformation, Second Edition. London: Palgrave Macmillan, 2006. Print. 

Tresidder, Jack. Diccionario de los Símbolos. Londres, Duncan Baird Publishers. 1999. Impreso

 

Pinturas Retrato de Enrique VIII

Artista Desconocido. (1520). Enrique VIII. [Imagen]. Exhibida en National Portrait Gallery in London. http://www.marileecody.com/henry8images.html.

Van Cleve, Joos. (1535). Enrique VIII. [Imagen]. Exhibida en Hampton Court Palace. Royale Collection http://www.marileecody.com/henry8images.html.

Holbein, Hans. (1536). Enrique VIII. [Imagen]. Exhibida en Thyssen-Bornemisza Museum. http://www.marileecody.com/henry8images.html.  

Eworth, Hans. (1545). Enrique VIII. [Imagen]. Exhibida en Walker Art Gallery. http://www.marileecody.com/henry8images.html.  

Notas

[1] Para esta sección de la metodología y para el análisis e interpretación de los retratos seleccionados, se utilizará la voz de la primera persona del singular.

Revista [IN]Genios, Vol. 3, Núm. 2 (febrero, 2017).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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Posted on February 13, 2017 .