Entre las paredes de la domesticidad: cuatro décadas de uso

Gelenia M. Trinidad Rivera
Departamento de Sociología y Antropología (Antropología)
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP


Resumen

Este ensayo estudia el espacio interior de tres estructuras, en un mismo bloque, localizado dentro del barrio Mercado. La consulta de los censos poblacionales junto con los planos de 1966 elaborados por el Historic American Building Survey (HABS), ayudan a enlazar el espacio en estudio con la fluctuación continua de habitantes durante cuatro décadas de uso. Bajo el análisis comparativo de la información consultada se logra evidenciar los niveles de hacinamiento de los residentes en la isleta según el espacio doméstico disponible y las divisiones en cuanto lo público/privado. El uso de los datos demográficos pretende traer un carácter humanístico a los análisis de decadencia del patrimonio histórico arquitectónico en el San Juan colonial.

Palabras claves: arquitectura, domesticidad, sobrepoblación, censos poblacionales.

 

Abstract

This article studies the interior space of three structures, in the same block, located within the Mercado neighborhood. The use of population censuses along with the 1966 plans by the Historic American Building Survey (HABS), serves to link the space under study with the fluctuation of inhabitants during four decades use. Under the comparative analysis of the information consulted, it is possible to demonstrate the levels of overcrowding inside the structures, according to the available domestic space and the divisions regarding public / private sphere. The use of demographic data pretends to bring a humanistic character to the analysis of decadence of the historical architectural heritage in colonial San Juan.

Keywords: architecture, domesticity, overpopulation, population census.


Introducción

El colorido encanto adoquinado de la isleta de San Juan no siempre fue lo que se observa hoy día. Dado a las atribuciones que tiene la isleta, la cercanía a los puertos y su activo desarrollo económico, para principios del siglo XX, cae en un alto nivel de hacinamiento, usualmente observado y descrito a través de la decadencia de su infraestructura, el empobrecimiento estético del patrimonio histórico-arquitectónico de la ciudad, junto con “un inevitable deterioro en el clima y la atmósfera urbana” (Sepúlveda, 1989). No obstante, el siguiente estudio enfatiza en continuar explorando estos espacios bajo un análisis demográfico de tres estructuras en el Barrio Mercado, la casa 27 (109) y la casa 35 (101) en la calle San José, y la casa 20 (104) en la calle de la Cruz, durante las décadas de 1910 a 1940. Como parte de la metodología para esta investigación, se recopiló la información mediante la consulta de censos poblacionales para entender el desarrollo demográfico en las estructuras seleccionadas. A su vez, se creó un análisis comparativo entre la información obtenida de planos de 1921 y 1966 para entender su respectiva ubicación y volumetría interna.

Los datos demográficos pueden ayudar a reconstruir los espacios ocupacionales de vida cotidiana en los que se desarrolló una actividad doméstica continua y variada. Al mismo tiempo sirven como una herramienta para entender cómo la población bajo estudio –según su contexto y sector socioeconómico, político y demográfico– puede afectar la forma en la que se presenta la evidencia tanto arquitectónica como arqueológica. Por consiguiente, la presente investigación resalta la forma que, tanto datos arquitectónicos como etnohistóricos, ayudan a reconstruir el entorno doméstico urbano. Con el siguiente estudio no invasivo del pasado doméstico en el San Juan colonial intramuros, se comienza a hacer arqueología desde los documentos. Esto al proponerse comparar la cantidad de familias y residentes registrados en los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940 y calculando la volumetría según las divisiones internas de las estructuras seleccionadas. De este modo se persigue entender cómo el espacio afecta el desarrollo de la población y composición familiar en la isleta de San Juan en el periodo de 1910 a 1940.

Las estructuras en las ciudades históricas se mantienen conectadas a sus diversos ocupantes a lo largo de su historia. Precisamente este es el tema que se aborda en “People and their Building in the Working-Class Neighborhood of Hungate, York”, donde los habitantes de este barrio en Inglaterra reutilizan los edificios históricos para subdividirlos y reconfigurarlos en nuevas unidades de residencias, y así cubrir la necesidad de vivienda escalonada que se dio en el barrio esta área (Rimmer, 2011). Este fenómeno es común en diversas ciudades latinoamericanas como La Habana (Cuba) y Panamá La Vieja (Panamá). Ambas han sufrido múltiples cambios urbanísticos y arquitectónicos con el fin de sufragar las necesidades de una creciente densidad poblacional. Estos casos se resaltan detalladamente en trabajos como “La ciudad de La Habana, símbolo de decadencia”, de Antonio Naval Mas; “Repercusiones espaciales de la fortificación colonial en La Habana”, de Alfredo González Fernández y “Panamá Viejo después de su destrucción”, de Silvia I. Arroyo. Los tres casos mencionados señalan la incorporación de un trazado urbano meramente europeo, los devenires de este y sus consecuencias con el imparable crecimiento poblacional.

Un acercamiento similar se realiza en Ballajá: arqueología de un barrio sanjuanero, donde se presenta la forma en que el espacio es reutilizado continuamente con los conglomerados de los distintos sectores sociales de la ciudad. El enfoque principal del estudio fue un recorrido histórico durante el proceso de crecimiento y final demolición del barrio. En su trasfondo histórico se presentan las distintas razones para su destrucción, como el crecimiento y hacinamiento de una población empobrecida, relocalizando a sus habitantes, adyacentes a la ciudad (Barnes & Medina, 1995). La diversidad entre sus habitantes se refleja desde los tipos de trabajo que ejercían hasta en sus diversas composiciones familiares, en su mayoría, albergando múltiples familias en una misma estructura. Mediante los datos censales consultados se encadena la información de sus múltiples habitantes con la continua transformación del espacio. Dada la naturaleza transitoria de los habitantes de las estructuras alquiladas, continuamente se presentan cambios significativos en los nombres, profesiones u oficios y composiciones familiares registrados.

La arquitectura en la ciudad se trasforma según la época y los usos con los cuales los ciudadanos hagan a las edificaciones partícipes de la vida socioeconómica urbana. Muchas de estas actividades están ligadas fuertemente al desarrollo de unidades domésticas y a su desempeño en la sociedad. En el estudio San Juan tras la fachada: una mirada urbana desde sus aspectos ocultos (1500-1900) se realiza un acercamiento a las viviendas del siglo XIX y XX en San Juan para lograr rescatar las historias de sus ocupantes. Se resaltan casos de familias que vivían en pequeños cuartos temporeros hasta poder relocalizarse en otro espacio permanente de asentamiento (Quiles Rodríguez, 2014a).

Como precedente al trabajo de Quiles, es menester mencionar el recorrido histórico del urbanismo, arquitectura y demografía que realiza Aníbal Sepúlveda con San Juan: historia ilustrada de su desarrollo urbano, 1508-1898, fuente que se ha convertido en un eslabón de gran importancia para todo trabajo referente a la historia de la isleta. Sepúlveda resalta en su escrito las continuas transformaciones en el trazado urbano de la isleta, que van de la mano con los cambios socioeconómicos y demográficos que sufre el área. A su vez, lo acompañan trabajos más recientes como lo son La arquitectura patrimonial puertorriqueña y sus estilos de Arleen Pabón Charneco, donde ilustra detalladamente la gran diversidad en estilos arquitectónicos presentes en las edificaciones sanjuaneras. Nuevamente como respuesta a las transformaciones a nivel social y urbano del espacio, tratando e encajar un estilo europeo sobre un espacio caribeño, desarrollando un estilo híbrido y propio como resultado. Como lo hizo para 1980, María de los Ángeles Castro con su publicación Arquitectura en San Juan de Puerto Rico (siglo XIX), donde resalta las particularidades de la arquitectura sanjuanera y las características en sus estructuras doméstica.

Trasfondo histórico

La isleta de San Juan comienza a desarrollar un crecimiento poblacional a partir del siglo XIX, nutrido por el incremento en construcciones de propiedades privadas. En un principio la división del trazado urbano estaba constituida por los barrios San Juan, Santo Domingo, Santa Bárbara, San Francisco y Ballajá (Castro, 1980; Sepúlveda, 1989). Luego estos barrios sufren cambios en distribución en el trazado urbano de la ciudad. Según su nivel de extensión, de mayor a menor, se forman los barrios Catedral, San Cristóbal, San Francisco, Mercado y, por último, el barrio Ballajá que, aunque permanece, al igual que el barrio San Francisco, es luego eliminado con la demolición de sus estructuras (Sepúlveda, 1989; Barnes & Medina, 1995).

En sus inicios, los estilos arquitectónicos y planificación de viviendas se desarrollaban según las Leyes de Indias. Tanto Abbad y Lasierra, y André Pierre Ledru describen tres tipos de casas: la de los ricos blancos, la de la clase media donde vivían mayormente los mulatos y las pobres de los negros. Las tres se diferenciaban por su ubicación en la ciudad y según los materiales de construcción de los cuales estaban hechas (Fernández, 1970; Sepúlveda, 1989). Los cambios socioeconómicos y demográficos influyeron en el ordenamiento del trazado urbano y, por ende, su desarrollo arquitectónico público.

Dado al acelerado crecimiento demográfico en la isleta y al aumento en las peticiones para la construcción de viviendas privadas, el funcionario municipal de finales del siglo XIX, Andrés Cortón establece una serie de medidas en cuanto a la uniformidad de su altura y fachada. Así, la construcción de casas se reguló al igual que su tamaño, dimensiones, alturas, divisiones internas y fachadas. A pesar de estas regulaciones, las edificaciones tendieron a seguir las mismas características: estilo arquitectónico neoclásico español, planta rectangular, zaguán en la entrada, patio con galería o corredor y balcón con balaustrada, entre otros (Pabón, 2010). También se inicia la aprobación de permisos para la construcción de terceros pisos, aun cuando habían sido previamente catalogados como inapropiados, según la Oficina de Sanidad de la ciudad. El incremento poblacional trajo consigo una disminución en la calidad de vida en el San Juan intramuros, al mismo tiempo que dio paso al surgimiento de sus barrios extramuros (Sepúlveda, 1989; Quiles, 2014b). Como consecuencia, para 1889, el gobierno municipal publicó “Reglas a que han de sujetarse las construcciones de casa particulares en el término municipal de esta ciudad y que forma parte de sus ordenanzas municipales” que tomó como modelo el reglamento establecido para la ciudad de Madrid, España. (Sepúlveda, 1989).

En el entresiglo, las divisiones urbanas se fueron modificando tras el cambio de hegemonía española a la estadounidense. Con el gobierno español las viviendas de los residentes estaban distribuidas según las zonas de comercios, de su oficio o profesión, condicionados por los recursos geográficos disponibles (por ejemplo, los pescadores con sus familias se concentraban en las costas). Luego del ensanchamiento de la isleta y con la llegada del gobierno estadounidense, la distribución poblacional quedó predispuesta por una serie de cinco zonas homogéneas de crecimiento. La zona 1 era para el centro de comercio, la zona 2 un sector de transición (viviendas, mercados, transportación y enclaves de inmigrantes), la zona 3 residencias para aquellos habitantes de bajos recursos (un conglomerado entre comercio, industria y facilidades de distintos servicios), la zona 4 destinada para las residencias por nivel socioeconómico, y la zona 5 estaba reservada para aquellas actividades que necesitasen un terreno amplio como villas semirrurales, cementerios, aeropuertos, entre otros (Caplow, 1964).

Al realizar un recorrido histórico por el desarrollo demográfico de la ciudad de San Juan se observa un incremento considerable en la cantidad de residentes que albergaron las distintas estructuras (Caplow et al., 1967). Por ejemplo, en el barrio Mercado se ubicaban los residentes de clase media, visto como uno de movilidad social para la población de escasos recursos. Estos se trasladaban de los barrios extramuros hasta el barrio Mercado, para luego continuar trasladándose entre los distintos barrios de la ciudad (Caplow, 1964). Sin embargo, en varios casos, la segregación social no se representa a cabalidad en una separación espacial. Según explica Quiles, “Muchos propietarios vivían con sus esclavos, sirvientes y agregados, aunque sus ambientes están diferenciados entre sí por la ocupación del espacio… y la capacidad de consumo” (Quiles, 2014). El hacinamiento era tal que hasta el espacio del patio interior era utilizado a capacidad por los residentes (Rivera de Figueroa, 1970).

Metodología

Este estudio comenzó con una revisión de los datos consultados en una investigación previa y la eficacia de estos en cuanto a los hallazgos obtenidos. Se dividió el trabajo en tres fases: 1) consulta de fuentes primarias y secundarias; 2) tabulación de datos censales y 3) estudio de la volumetría de los espacios internos de las estructuras seleccionadas. Cabe resaltar que el enfoque hacia la temática, tanto las estructuras como las décadas seleccionadas, ha sido gracias a la disponibilidad de archivos físicos y digitales, tanto de los datos censales como de los dibujos y estudios arquitectónicos consultados.

En la primera fase, la consulta de fuentes secundarias ayudó a crear tanto el marco teórico de esta investigación como su contexto histórico. Para las fuentes primarias se consultaron el plano general de San Juan de 1921, publicado por el Porto Rican Board of Fire Underwriters [1] y los dibujos de niveles y fachadas de 1966 realizados por el Historic American Building Survey (HABS) [2], consultados en la página electrónica de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. A su vez, se recuperó la base de datos con la información demográfica del 13vo Censo Poblacional de San Juan, correspondientes a las tres estructuras seleccionadas para este estudio. Esta fase fue realizada como trabajo final del curso de Arqueología Urbana del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Puerto Rico, impartido por la profesora Paola Schiappacasse. Luego, con la ayuda del Dr. Josué Caamaño, se consultaron los censos poblacionales de San Juan correspondientes a las décadas de 1920, 1930 y 1940 en el Centro de Investigaciones Históricas (CIH), en la Facultad de Humanidades. La selección de los años para este estudio, como se mencionó anteriormente, estuvo influenciada por la disponibilidad de los archivos en el CIH.

Para la segunda fase se creó una base de datos en el programa Microsoft Office Excel. En esta se transcribieron cada una de las plantillas correspondientes, con los años de los censos consultados. Cada plantilla se trabajó en una hoja de cálculo distinta y en ellas se subdividió cada estructura según su calle.

En la tercera fase se trabajó con los dibujos de HABS, donde se detallan las dimensiones de las estructuras. Para determinar el área en sus divisiones internas se comenzó por marcar cada uno de los espacios a ser medidos y así determinar su perímetro. Luego se trasladaron las imágenes de los planos al programa Adobe Photoshop para calcular el ancho y la longitud en sus distintitas divisiones. Después se utilizaron los dibujos de las fachadas en corte longitudinal para medir la altura en cada nivel. Cuando ya se tenían todas las medidas, se utilizó la fórmula para calcular volumetría (altura x longitud x ancho = volumen3 y así determinar el espacio en el que cohabitaron sus residentes. La unidad de medida utilizada fue el pie, calculando la volumetría del espacio en pies cúbicos. Los espacios internos seleccionados fueron aquellos que presentaban al menos tres paredes y media.

Por último, se hizo un análisis comparativo entre las estructuras según su volumetría y la variabilidad en la cantidad de residentes por década. Para ilustrar los resultados se realizaron tablas de barra donde se trazó la variación en la cantidad de residentes por estructura y cómo estas cantidades aumentan o disminuyen a lo largo de su uso.

Hallazgos y discusión

La información consultada en cada uno de los censos demostró una disminución no uniforme en la cantidad de residentes y de familias en cada una de las estructuras en un periodo de 40 años. En las gráficas se muestra cómo la casa 35 de la calle San José presentó para 1910 un total de 21 residentes (6 familias), número que baja a 9 residentes (4 familias), en 1940, reduciendo la cantidad a menos de la mitad desde 1910 [Tablas 1 y 2]. En el caso de la casa 27, en la misma calle, se presenta en 1910 un total de 31 residentes (25 familias) y para  1940 se observa un considerable aumento de 114 residentes (16 familias) [Tablas 1 y 2]. Por lo tanto, en este caso se da un aumento en los habitantes dado que, para 1940, se registró un considerable número de alojados (alrededor de 41). Sin embargo, en la casa 20, en la calle de la Cruz, el número de familias y residentes se mantuvo bastante alto en relación con las otras dos estructuras. Para 1910 se registraron alrededor de 104 residentes (40 familias), esta cifra disminuyó a 43 personas (13 familias) en 1940 [Tablas 1 y 2]. Por ende, a diferencia del total de residentes, en aumento para la casa 27 y bastante homogéneo para la casa 35, en la casa 20 el total registrado desciende significativamente.

En cuanto al espacio de las estructuras las tres presentan más de un nivel ocupacional, siendo la casa 27 de la calle San José la única que presenta tres niveles con una azotea como cuarto nivel [2]. La altura de las estructuras no es muy variada y se centra entre los 9 y 16 pies de altura. En cuanto al número de espacios disponibles las tres casas exceden el total de 10 habitaciones, teniendo en cada nivel entre 16 y 18 divisiones internas. La volumetría de los espacios es variada pero no excede los 9,050 pies3, siendo los espacios medianos entre 2,500 y 3,500 pies3 y los más pequeños entre 350 y 950 pies3. Aunque cada estructura presenta características únicas en sus divisiones internas, las fachadas de estas se mantuvieron bastante uniformes, por lo que indagar tras ellas permitió profundizar en la cotidianidad de las personas que lo cohabitaron.

Luego de procesados los datos, se evidenciaron los niveles de hacinamiento en lo que los residentes se encontraban en estos tres casos. Por otro lado, el descenso paulatino y no uniforme de residentes evidencia la importancia de evitar generalizar las variaciones demográficas según la fachada del espacio.

Las estructuras bajo estudio presentan volumetrías variadas en sus interiores, pero bastante similares. La casa 20 en la calle de la Cruz, aunque se muestra en los dibujos como una alargada con espacios pequeños y múltiples subdivisiones, llegó a albergar alrededor de 128 residentes para 1920 [Tabla 2]. Sin embargo, al otro lado del bloque, se encuentra la casa 35 que, aunque presenta espacios internos con mayor amplitud y menores subdivisiones, lo más que llega a albergar durante el periodo de estudio es un total de 21 residentes [Tabla 2]. De igual modo, la cantidad de familias no siempre refleja la totalidad de los residentes en el espacio. Por ejemplo, la casa 27 en la calle San José, en 1910, registró 25 familias con un total de 31 residentes, pero en 1920 reportó un total de 20 familias con 89 residentes [Tablas 1 y 2]. Aunque en 1910 el número de familias es mayor que diez años más tarde, la totalidad de residentes no refleja la cantidad de unidades familiares registradas en ambos censos.

La investigación previa a la que se presenta en este artículo, se había concentrado en comparar el espacio de estas estructuras con la información de 1910. Sin embargo, en la continuación de ésta se puede apreciar, con mayor énfasis, el cambio demográfico presente en estas estructuras. A su vez, cómo se mantuvieron en uso continuo, a pesar del cambio de inquilinos, demostrando el estado transitorio de los residentes de algunas de estas estructuras. Esto se puede correlacionar con la información que se resalta en el libro de The Urban Ambience: a Study of San Juan, Puerto Rico, donde se señala cómo los barrios en la isleta se convierten en espacios transitorios y en enclaves socioeconómicos (Caplow et al., 1964). Los residentes permanecían en ciertas estructuras por un periodo de tiempo, ascendiendo en la pirámide social de la época, mientras se movilizaban entre los barrios extramuros a los intramuros, y de los intramuros de pobre calidad de vida a los de mejor nivel socioeconómico.

A través de este estudio se pudo evidenciar la utilidad en el uso de datos censales en la creación de perfiles demográficos, añadiendo un sentido humanístico al estudio arquitectónico y urbanístico de las ciudades. La vida doméstica es un elemento fundamental del individuo, por lo que su estudio micro puede mejorar la forma en la que se entienden y conciben los eventos socioeconómicos a un nivel macro. El estudio demográfico, junto con la consulta de mapas y planos, puede ayudar a analizar y reconstruir los espacios cotidianos donde cohabitaron múltiples unidades familiares. Por consiguiente, ayuda a esclarecer el dinamismo de movilidad entre los habitantes sanjuaneros, evidenciando cómo ciertos espacios pueden ser ocupados por los mismos residentes por un tiempo prolongado, o por una serie de residentes transitorios manteniendo sus estancias temporeras.

Este tipo de estudio permite trazar los cambios en las composiciones familiares en los espacios ocupacionales y visibilizar la evolución del concepto de “unidad doméstica”. También ayuda a entender cómo eventos –para sufragar necesidades cotidianas– pueden afectar de forma temporera o permanente, cambios estructurales a la arquitectura del espacio. Los documentos se convierten en herramientas fundamentales a la hora de intentar reconstruir elementos no visibles en la arquitectura actual de estos espacios, como lo son las fluctuaciones demográficas asociadas a cada estructura habitacional. El acervo intersiciplinario entre la arquitectura e historia brinda otra perspectiva de la población sanjuanera de principios del siglo XX, en la historiografía oficial.

  

Bibliografía

Fuentes primarias

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Fuentes secundarias

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Pabón Charneco, A. (2010). El estilo “colonial”. La arquitectura puertorriqueña patrimonial y sus estilos, (pp. 415-424). San Juan, Puerto Rico: Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico. Consultado en https://issuu.com/prshpo/docs/estilosarq_pressready.compressed

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Apéndice

[1] 1921 y 1966 Acercamientos al Plano General de San Juan con las estructuras de estudio marcadas (The Porto Rico Board of Fire Underwriters), junto con plano de elevación y fachadas de las estructuras en la parte inferior siguiendo la leyenda supe…

[1] 1921 y 1966 Acercamientos al Plano General de San Juan con las estructuras de estudio marcadas (The Porto Rico Board of Fire Underwriters), junto con plano de elevación y fachadas de las estructuras en la parte inferior siguiendo la leyenda superior (Historic American Building Survey).

[2] Plano del tercer nivel de la casa 27 (109) en la calle San José, San Juan. (HABS, LOC).

[2] Plano del tercer nivel de la casa 27 (109) en la calle San José, San Juan. (HABS, LOC).

Tabla 1: Cantidad de familias en cada una de las estructuras de estudio según registradas en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Tabla 1: Cantidad de familias en cada una de las estructuras de estudio según registradas en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Tabla 2: Cantidad de residentes en cada una de las estructuras de estudio según registrados en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Tabla 2: Cantidad de residentes en cada una de las estructuras de estudio según registrados en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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Posted on April 13, 2019 .