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Transcripción de datos censales

Coralisse Guadalupe De Jesús / Isaac Torres Roldán / Kelvin Blanco Peña / Gelenia Trinidad Rivera
Departamento de Sociología y Antropología (Antropología)
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

Resumen

Este taller se creó como resultado de una investigación que se concentró en datos censales  y tiene como propósito explicar en detalle el proceso de transcripción de estas planillas. Este se dividió en cuatro pasos que muestran cómo acceder a los documentos, los programados utilizados y el proceso de transcripción. Con la creación de este taller tutorial, se busca resaltar la disponibilidad de planillas censales digitalizadas e incentivar futuras investigaciones.

 

Abstract

This workshop results from research that focused on census data and its main purpose is to explain, in detail, the transcription process of census forms. It is divided in four stages, that show how to access the documents, programs used and the transcription process. With this tutorial workshop, we seek to shed light on the  availability of census templates and encourage future research

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Creación de un recorrido virtual-cultural alrededor del Recinto UPRRP

Sara I. Rodríguez Rivera
Departamento de Historia del Arte
Facultad de Humanidades, UPR RP

Stephany Fuentes Flores
Departamento de Sociología y Antropología (Antropología)
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

Alexander X. Quiles
Programa de Estudios Interdisciplinarios
Facultad de Humanidades, UPR RP

Descripción

Esta aplicación móvil tiene como propósito que la comunidad universitaria y el público general tengan un mayor conocimiento y acceso a nuestro legado artístico, localizado en diferentes áreas del Recinto. En esta primera fase, la muestra cuenta con 49 obras de pinturas, murales, esculturas y grabados, entre otros. En la aplicación dichas obras se encuentran clasificadas por ubicación: Facultades, Escuelas y Bibliotecas. Por otro lado, cada pieza artística cuenta con su documentación fotográfica, descripción formal, información sobre la vida y obra de su creador, y una breve bibliografía. De esta manera, pretendemos divulgar nuestro patrimonio cultural y dar visibilidad y reconocimiento al Recinto más allá de sus portones.

 

Descripción técnica

Para esta aplicación se tomaron fotografías de las piezas y se documentaron las mismas para crear la base de datos inicial. Se recurrió al programado Appy Pie para crear la aplicación y trasladar toda la información. El video realizado en Power Point, sirve de muestra del manejo de esta aplicación. Esta aplicación puede ser manejada desde los sistemas IOS y Android.



Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Buscando el cuerpo desde lo cuir: documentación de una escena

Sebastián L. Ortiz Menchaca
Departamento de Sociología y Antropología (Antropología)
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

Descripción

Este conjunto de fotografías conforma un archivo visual que pretende documentar las interacciones en los espacios y eventos sociales de la escena cuir, específicamente el transformismo en Puerto Rico. Se busca enmarcar ambientes efímeros dentro del concepto del transformismo y como este genera un mundo alterno donde el género es el principal medio a través del cual se trasciende hacia otra concepción de cuerpo-espacio. De esta manera se puede crear un registro que enlace nuestra concepción del género con el cuerpo. Las fotos fueron tomadas durante el periodo 2017-2018. Las mismas fueron modificadas levemente para mejorar su calidad.

 
 
 
 
 
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Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Impariamo dell’ acqua

Paola Vargas Aymat
Departamento de Bellas Artes
Facultad de Humanidades, UPR RP

Descripción

En esta serie de fotografías, la protagonista es la natación, planteada como un deporte que aporta una herramienta indispensable en edades tempranas, pues confiere disciplina, compañerismo e impulso de superación. Suele comentarse que la natación es un deporte completo, pues ejercita todos los músculos, y su práctica regular reduce riesgos de enfermedades cardiovasculares, incrementa destrezas motrices, proporciona beneficios sociales y físicos, y fomenta el respeto hacia el agua. Todos estos beneficios parecen aflorar en las fotografías de esta serie, donde es patente el esfuerzo de los nadadores. Las imágenes enfatizan, desde una perspectiva artística, la belleza corporal en medio de una ejecución deportiva, la instantaneidad detenida del esfuerzo de los nadadores y del movimiento del agua que estos provocan con el ejercicio.

 

Descripción de las técnicas empleadas

Estas fotografías se lograron capturar instantáneamente con una cámara análoga en blanco y negro, con un lente fijo de 50mm. Luego, las imágenes pasaron por un proceso de digitalización, obteniendo como resultado fotografías reveladas en papel fotográfico con las dimensiones de 16”x26”. Las mismas fueron tomadas en la piscina olímpica de Encantada, Trujillo Alto en Puerto Rico con el consentimiento de cada atleta.

 
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Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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Posted on April 13, 2019 .

“Nubes-Pirulo, cielo-Pirulo, sol-Pirulo”: los espacios naturales en La víspera del hombre de René Marqués[1]

Roberto A. Talavera Pagán
Departamento de Estudios Hispánicos
Facultad de Humanidades, UPR RP

 

Resumen

Buena parte de la escasa bibliografía que se ocupa de La víspera del hombre de René Marqués destaca el fuerte carácter ideológico del texto. No debe sorprendernos que este ha sido el enfoque de la crítica, ya que el texto coincide con el apogeo del plan de desarrollo económico que se implantó en Puerto Rico entre las décadas de 1940 y 1960. Sin embargo, vale la pena explorar el proceso de crecimiento del protagonista, Pirulo, y el papel que juegan los espacios narrativos en el mismo. A estos efectos, dialogando con la crítica que se ha aproximado a esta novela y esgrimiendo la noción de espacio tematizado de Mieke Bal, propongo que los espacios naturales se pueden interpretar como representaciones del misterio, lo extraño o la otredad. En este sentido, el aprendizaje de Pirulo se relaciona íntimamente con sus (des)encuentros con la naturaleza, con ese Otro que por momentos pareciera que está dentro de él mismo.

Palabras clave: espacios naturales, espacio tematizado, otredad, bildungsroman, René Marqués

 

Abstract

A good deal of the critical work dedicated to Rene Marqués’ La víspera del hombre concentrates on the ideological nature of the novel. This should not surprise us, considering that the text coincides with the peak of the plan for economic development that was implemented in Puerto Rico between the 1940s and 1960s. However, Pirulo’s (the protagonist) coming-of-age process and the role that narrative spaces play in it merit attention. To this end, taking into consideration other critical opinions and employing Mieke Bal’s notion of thematized space, I argue that natural spaces in this novel can be seen as representations of mystery, strangeness or otherness. In this regard, Pirulo’s learning process is deeply related to his approximations/distantness in relation to nature, i.e. with the Other which at times appears to be within him.

Keywords: natural spaces, thematized space, otherness, bildungsroman, René Marqués

 

Buena parte de la escasa bibliografía que se ocupa de La víspera del hombre, primera novela de René Marqués publicada en 1959, destaca el fuerte carácter ideológico del texto.[2] Juan G. Gelpí en Literatura y paternalismo en Puerto Rico concibe la novela como una reescritura u homenaje al Insularismo de Antonio S. Pedreira, puesto que, según este estudioso, el texto propone una “mirada hacia atrás”, hacia el antiguo sistema patriarcal de los hacendados decimonónicos y se enfrenta a la “modernidad” que representa el régimen estadounidense (115). De la misma forma, Luis Felipe Díaz arguye que la novela narra los esfuerzos del protagonista de “pertenecer al espacio fundacional del padre” y esboza sus enfrentamientos con la nueva modernidad (143). Opiniones similares comparten otros críticos como Rogelio Escudero Valentín, quien demuestra cómo la estructura interna de la novela funge como formulación de la ideología marquesiana (55) y Vernon L. Peterson, quien destaca que el epígrafe de la obra anuncia la opinión del autor que prevalece a través de ella (42).

No debe sorprendernos que este ha sido el enfoque de la crítica, ya que la novela “coincide con el apogeo del plan de desarrollo económico que se implantó en Puerto Rico a lo largo de los años 40, 50 y 60” (Gelpí 113). Además, La víspera es una novela histórica que recrea los años 20, momento que marca la crisis definitiva de la clase de los hacendados que ya había comenzado a debilitarse desde el 1898 (114). Asimismo, la novela se inserta en la tradición del Bildungsroman o novela de crecimiento, subgénero narrativo que surge con la modernidad. La modernidad encontró en la juventud una de sus formas de representación literaria y la identidad del joven protagonista se construye a partir del rechazo o la aceptación de alguna de las ideas de la modernidad (115).

Además del carácter ideológico de la obra, salta a la vista el proceso de crecimiento del personaje y el papel que juegan los espacios narrativos en el mismo. En este sentido, sirviéndome de la noción de espacio tematizado de Mieke Bal, en este trabajo quisiera demonstrar cómo las descripciones de corte tradicional de los espacios naturales en el texto develan que los espacios están íntimamente relacionados al desarrollo emocional y psicológico de Pirulo, el protagonista. A partir de este análisis, podremos proponer que los espacios en esta novela funcionan como metáforas del misterio, de lo desconocido o la otredad. El aprendizaje de Pirulo tendrá mucho que ver con encontrarse y desencontrarse con el Otro, que, por momentos, parecería que está dentro de él (o al revés).

Desde su publicación, algunos estudiosos se han fijado en la representación de la naturaleza en La víspera del hombre. El juicio crítico firmado en 1958 por Adelaida Lugo Suárez, Ricardo Gullón y Emilio S. Belaval, extraído del laudo del certamen de novela del Ateneo Puertorriqueño, elogia la “delineación psicológica del ambiente” que logra Marqués en la obra (Peterson 50). Por su parte, Concha Meléndez en una reseña de 1960, publicada en la revista Asomante, declara que “los espacios abiertos y el mar como horizontes es el fondo adecuado para el ensanchamiento de lo físico, mental y emocional del niño” (104). Asimismo, marca un contraste entre la montaña y la costa (antítesis mar-tierra), contraste que también señalan Rogelio Escudero Valentín, Gelpí, entre otros. Escudero Valentín también nos indica que Marqués emplea la “falacia patética” (procedimientos que consiste en forzar a la naturaleza a hacerse cómplice de los estados anímicos de los personajes) y de la “naturaleza orgánica” (la naturaleza se acopla armoniosamente con el personaje) (64). De otra parte, tanto Gelpí como María M. Caballero[3] notan que en la novela abundan procedimientos narrativos decimonónicos, especialmente las fisonomías y las descripciones detalladas.

Esta valoración coincide con la noción de espacio tematizado que esboza Mieke Bal en su obra Teoría de la narrativa: introducción a la narratología, que me servirá para analizar los espacios naturales en La víspera del hombre. En primer término, Bal define el lugar como la posición geográfica en la que se sitúan los actores (personajes), y en la que ocurren los acontecimientos. El lugar, asimismo, tiene forma física, medible matemáticamente (101). De otra parte, esta teórica define los espacios narrativos como “lugares contemplados en relación con su percepción …El punto de percepción puede ser un personaje. Lo observa y reacciona ante él. Un punto de percepción anónimo puede también dominar la presentación de ciertos lugares” (101). En este proceso cobran especial importancia los sentidos, la percepción, particularmente la vista, el oído y el tacto. Más aún, la teórica neerlandesa distingue entre los espacios-marcos y los espacios tematizados: los primeros son meros lugares de acción, mientras que los segundos constituyen objetos de representación en sí mismos (103).

El procedimiento que se utiliza para tematizar un espacio es, claro está, la descripción, vinculada necesariamente a la percepción del personaje. Cuando los espacios se tematizan se enfatiza el contenido semántico de los aspectos espaciales, que se puede elaborar de la misma forma que el de un personaje, por medio de “la determinación, la repetición, la acumulación, la transformación y de las relaciones entre diversos espacios” (103). También resultan fundamentales la relación entre los espacios y los acontecimientos, y entre los espacios y el estado anímico del personaje (104). Traslademos estas consideraciones a los espacios naturales de La víspera con miras a analizar su contenido semántico y determinar qué papel juega en el desarrollo de Pirulo.

Conviene comenzar destacando que, pese a que la novela se narra desde la tercera persona, la voz narrativa emplea el discurso indirecto libre, es decir, que la narración oscila entre la descripción de una escena o situación y la interioridad del personaje. Asimismo, conocemos los espacios a través de la mirada del protagonista. Gelpí expone que el texto relaciona el conocimiento con la captación a través de la mirada: “A lo largo de la novela la mirada de Pirulo se detiene en un personaje, así como en un paisaje que, como se verá, cobra hacia el final dimensiones de personaje… frente a ellos y con la ayuda de ambos, define Pirulo su identidad” (116). De ahí que este estudioso emplee el concepto apre(he)nder para mostrar la íntima relación que plantea la novela entre la mirada y el conocimiento. En La víspera del hombre operan tres núcleos espaciales: San Isidro (campo; montaña), Carrizal (paisaje marino), y Arecibo (paisaje urbano de pequeña ciudad de provincia) (Caballero 99). Aunque la novela abre con el primer encuentro de Pirulo con el mar, espacio que trataré más adelante, me detendré en un espacio que pertenece al núcleo de San Isidro: la Poza de la Princesa.

El ascenso a la poza comienza en el capítulo VII, después de que Pirulo acompaña a su madre a la misa en el pueblo de Lares. Este espacio, además, se caracteriza por su dimensión mítica, ya que, de acuerdo a una leyenda que cuenta Marcela –quien alega ser india–, fue escenario del suicidio de Anaiboa, princesa taína que prefiere morir antes de casarse con un español. Dejémosle la palabra al narrador, quien nos describe el espacio de la Poza a través de los ojos de Pirulo:

Al fin se ofreció ante sus ojos el espectáculo siempre maravilloso de la Poza umbría y tranquila… Pero allí, sólo el remanso de las aguas calladas, verdosas, profundas. Entre acantilados de piedra gris cubierta de musgos; entre yagrumos y caobas, ceibas y guamás, que se inclinaban en desmesurado esfuerzo por sombrear el remanso, la Poza de la Princesa dormía su ancestral misterio… desnudóse y trepando a una piedra se lanzó… Abrió los ojos bajo el agua a tiempo de esquivar el choque con un tronco pillado entre dos piedras. El verde oscuro se enturbiaba a mancharrones con el cieno revuelto en la zambullida. El agua helada del fondo endureció sus músculos paralizándole momentáneamente… Un pececillo pardo cruzó asustado rozándole la nariz. Y el sintió la novedosa excitación de convivir unos instantes con el otro en un mundo ajeno al suyo. (39, subrayado mío)

En esta descripción advertimos la repetición de significantes que comparten una semántica particular: lo sombrío, lo oscuro, lo turbio. La alusión a lo “umbrío”, al verde oscuro que se enturbia, el gris de la piedra cubierta de musgos, el cieno, la frialdad, los árboles que sombrean el remanso… todos estos elementos conjuran una imagen misteriosa. Asimismo, pareciera que estamos ante un espacio oculto o encubierto, puesto que la vegetación sirve como una suerte de velo que separa la Poza del mundo conocido, así como los acantilados que la encierran. Un silencio extraño arropa el espacio, silencio que, de alguna forma, también sirve para aislar la Poza.

Tras zambullirse, Pirulo esquiva un tronco al abrir los ojos dentro del agua turbia. Se trata, entonces, de una zambullida hacia lo desconocido, hacia lo misterioso, zambullida que representa un peligro. Pirulo se salva del peligro abriendo los ojos, con su mirada, es decir, apre(he)ndiendo. Más adelante, se queda dormido en una balsa de yagrumos que había construido con Raúl, su amigo y sobrino incógnito. La balsa queda a la deriva y amenaza con caer cascada abajo hasta que Marcela lo despierta. Otra vez, despertarse, abrir los ojos, lo salva de la caída mortal. Importa destacar el encuentro con el pececillo pardo. El narrador nos dice que la visión del pez “rozándole la nariz” provoca que sintiera “la novedosa excitación de convivir unos instantes con el otro en un mundo ajeno al suyo” (39). En las profundidades de lo misterioso, Pirulo se enfrenta con la otredad; se adentra a un mundo al que al parecer no pertenece, un “mundo ajeno al suyo”.[4] Queda claro, entonces, que la descripción en este pasaje del espacio de la Poza de la Princesa encierra un contenido semántico según el cual el encuentro de Pirulo con la Poza es también el encuentro con el Otro oculto en las profundidades.

Otro espacio que salta a la vista es el espacio del mangle, el cual pertenece al núcleo espacial de Carrizal. Escuchemos al narrador describir este espacio, la primera vez que Pirulo se enfrenta a él:

El mangle se iniciaba con una ancha faja de enea, rodeando la arboleda. Los árboles, de forma caprichosa, formaban una espesura hermética surgiendo en el centro mismo de las aguas estancadas y traicioneras. El laberinto de troncos rectos, las raíces aéreas como tentáculos amenazadores y las ramas espesas de un verde casi negro, dejaban entrever de vez en cuando parajes sombríos, envueltos en silencio, palpitantes de algo indefinido que inspiraba pavor. Pirulo, fascinado, observaba aquella vegetación extraña que tenía un aspecto tan terrible y distinto. (106, subrayado mío)

Vemos en esta descripción significantes que comparten significados con los elementos que describían la Poza de la Princesa: la sensación de que el espacio está oculto o encubierto (la “espesura hermética”), las alusiones a lo sombrío y a los colores oscuros, el silencio que envuelve y aísla… La respuesta emocional del personaje concuerda con la lectura de la naturaleza como un Otro: Pirulo se maravilla con lo que tiene ante sus ojos, un paisaje extraño, terrible, distinto. Esta noción se acentúa con la aparición de la garza, ser que no encaja en la descripción tétrica del mangle y que maravilla a Pirulo con su gracia y belleza inigualable. No obstante, la descripción del mangle tiene una connotación adicional que no encontramos en la Poza de la Princesa: las referencias al estancamiento, las “aguas pestilentes” y lo laberíntico apuntan hacia una semántica de muerte. Esta significación cobra especial relevancia hacia el final de la novela, ya que Félix, personaje que funge como una figura paterna para Pirulo, muere tras internarse en la espesura del mangle. Veamos el pasaje en que Pirulo explora el mangle buscando a Félix, puesto que nos ofrece un interesante contraste si se compara con la primera vez que visita este espacio: “El misterio del mangle no le proporcionaba ahora exaltación alguna…Pero a medida que se internaba en lo más intricado de ese laberinto... iba despertando en su ser un agónico deseo de lucha, una inconformidad desesperada que intentaba neutralizar la aceptación de lo inevitable...” (250). Si bien en su primer encuentro el mangle aparece como un Otro extraño y distante, en esta instancia la distancia entre el espacio-Otro y el sujeto se acorta. Como en el caso de la zambullida a lo desconocido que presenciamos en el pasaje de la Poza, Pirulo, al explorar el mangle, se adentra otra vez en la otredad, la examina desde dentro. Esta acción va acompañada de sentimientos de inconformidad y desesperación, los cuales anuncian el autorreconocimiento del personaje. Por tanto, la descripción del espacio del mangle permite que podamos concebirlo como otro espectro de la otredad, aunque con una connotación marcada de muerte.

Pasemos ahora a explorar acaso el espacio natural más significativo (y más estudiado por la crítica) de la novela: el mar y, por extensión, la playa de Carrizal. La víspera del hombre abre con una escena que adelanta el primer enfrentamiento de Pirulo con el mar, tras marcharse de su casa en San Isidro. Estamos ante la imagen emblemática del texto, término acuñado por Mercedes López-Baralt, aquella que probablemente conservaremos en la memoria muchos años después de leer la novela:

Cuando Pirulo vio el mar por vez primera fue tan grande su asombro que casi se quedó sin respiración… Desde el cerro arenoso sus ojos miraban sin pestañear la maravilla de aquel horizonte abierto donde el desamparo del cielo claro se unía al desamparo de misterio azul…Pero ahora, de pronto, tuvo la conciencia plena del mundo ajeno que se abría a sus ojos…Y se sentía piedra desnuda y pequeña clavada en la tierra floja bajo la comba inmensa de un cielo extraño y nuevo. –Madre de Dios, qué solo estoy–… (9, subrayado mío)

A diferencia de la Poza y el mangle, la descripción inicial del mar crea una sensación de amplitud, de grandeza y apertura. La reacción de Pirulo ante esta amplitud nunca antes vista constituye el ejemplo más intenso de asombro que aparece en el texto. El mar se nos presenta como el colmo de lo desconocido; los destellos de otredad que vimos en los demás espacios toman una forma definitiva en el mar. Asimismo, al enfrentarse a la inmensidad del mar, un sentimiento agónico de soledad asola a Pirulo. El personaje se reconoce ínfimo ante el misterio. De todos los espacios de la novela, este es el más que se acerca a alcanzar dimensión de personaje y así lo demuestra las diversas interpretaciones que le ha dado la crítica.[5]

Frente a este mar de gran carga semántica, en la playa de Carrizal, Pirulo experimenta, en palabras de Náter, una “especie de antropomorfismo que diluye [su] ser en la naturaleza”:

Se irguió estirando todo el cuerpo, alzando los brazos como si quisiera alcanzar las nubes, o el cielo, o el sol. Y poseerlos, llamarlos suyos, partes de sí mismo: nubes-Pirulo, cielo-Pirulo, sol-Pirulo… Se tiró de espaldas, riendo siempre, feliz, ciego de arena y sol, arena mía, arena-Pirulo. De espaldas, aquietando su risa, pero feliz siempre, poseyéndolo todo, mundo-Pirulo… (201-202, subrayado mío)

Más allá de una aproximación como la zambullida de la Poza de la Princesa y el adentramiento al mangle, el espacio natural del mar se funde con el personaje. Pirulo se siente dueño de ese «Otro» que ya no le es del todo ajeno, sino que configura “parte de sí mismo”. Tal parece que el misterio (¿la vida misma?) metaforizado por la naturaleza se torna inseparable del sujeto. “La dispersión del ser en el cosmos, como arguye Náter, invita a la enunciación de los binomios «nubes-Pirulo, cielo-Pirulo, sol-Pirulo»” (165).

Sin embargo, este hechizo se rompe cuando la vida de Pirulo alcanza extremos agónicos, es decir, cuando Lita, su amada, es asesinada por su madre:

Descalzo, caminaba sin rumbo tratado de abrir sus sentidos a la percepción de lo que le rodeaba: mar, cielo, tierra, pero inútilmente, porque todas sus potencias parecían embotadas, los poros del alma obstruidos, todo él un recinto hermético, impermeable al sol y la brisa y el sonido …y la cadencia de la arena bajo sus pies desnudos, insensibles al mundo exterior, suyo, al mundo con el cual se fundiera en un todo, ahora extraño, ajeno, incapaz de ser aprehendido, percibido siquiera. Como el mar que debía ser el mismo, y no lo era. O el cielo, o la playa. O la vida. ¿La vida…? (Marqués 254)

De repente, Pirulo se desasocia del paisaje marítimo. El espacio natural vuelve a ser un Otro ajeno, distante. Por lo tanto, podemos interpretar que a veces Pirulo se siente unido al misterio, lo controla, forma parte de él; mientras que en otras ocasiones se le presenta totalmente ajeno y distante. De esta forma, el aprendizaje de Pirulo está marcado por este aproximarse-alejarse con respecto a la otredad, metaforizada por los espacios naturales, especialmente el mar. Por tal motivo, el espacio del mar y sus limítrofes concuerdan en este esquema de apre(he)nsión-descripción-tematización-metaforización del Otro que he venido construyendo y, de hecho, conforma el mejor ejemplo de ello.

Como hemos visto, analizar los espacios de La víspera del hombre como objetos de representación en sí mismos nos permite adentrarnos en el universo semántico que entrañan. A partir de este análisis, hallamos que los espacios naturales –la Poza de la Princesa, el mangle, el espacio mar-playa– se pueden interpretar como representaciones del misterio, lo desconocido, lo extraño y la otredad. Vemos que el enfrentamiento de Pirulo con el Otro se caracteriza por aproximaciones (zambullida, adentramiento a la espesura, experiencia antropomórfica), así como por alejamientos (la disociación del paisaje marítimo). En este sentido, el aprendizaje de Pirulo se relaciona íntimamente con sus encuentros y desencuentros con la naturaleza, con ese Otro que por momentos pareciera que está dentro de él mismo. Como estipula Náter, “se trata del sujeto frente a la naturaleza y a la naturaleza del sujeto frente a sí misma” (163). En este sentido, podríamos afirmar que en La víspera del hombre los espacios naturales fungen como “maestros” que le demuestran a Pirulo que a veces lo más desconocido yace en el interior del ser.

  

Obras citadas 

Bal, Mieke. Teoría de la narrativa: una introducción a la narratología, segunda edición. Traducción de Javier Franco. Cátedra, 1987.

Caballero, María M. La narrativa de René Marqués. Editorial Playor, 1986.

Díaz, Luis Felipe. La na(rra)ción en la literatura puertorriqueña. Ediciones Huracán, 2008.

Escudero Valentín, Rogelio. “Estructura y visión de mundo en La víspera del hombre”. Revista de Estudios Hispánicos. 1984, pp. 55-68.

Gelpí, Juan G. Literatura y paternalismo en Puerto Rico, segunda edición ampliada. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2005.

López-Baralt, Mercedes. Una visita a Macondo: manual para leer un mito. Ediciones Callejón, 2011.

Marqués, René. La víspera del hombre. 1959. Editorial Cultural, 1983.

Meléndez, Concha. “Reseña: La víspera del hombre”. Asomante, vol. XVI, no. II, 1960, pp. 102-107.

Montalvo, Yolanda. “La víspera del hombre, iniciación al vacío”. Imprévue, no. 2, 1990, pp. 27-32.

Náter, Miguel Ángel. “La metamorfosis del discurso y del sujeto en las novelas de René Marqués”. Revista de Estudios Hispánicos, vol. XXXVII, no. 2, 2000, pp. 153-174.

Peterson, Vernon L. Idea y representación literaria en la narrativa de René Marqués. Editorial Pliegos, 1986.

 

Notas:

[1] Agradezco al profesor Juan Otero Garabís por haber revisado una versión inicial de este trabajo, el cual escribí en el contexto de su curso de Literatura puertorriqueña II.

[2] Importa destacar que, cónsono con el fuerte carácter ideológico que vincula la novela con el nacionalismo cultural imperante en Puerto Rico, este texto es de lectura obligada en los currículos escolares y universitarios del país. De ahí que debamos acercarnos a él “a partir de una lectura crítica –no devota–”, como propusiera Gelpí con relación a la literatura puertorriqueña consagrada por el canon.

[3] De hecho, Caballero nos comparte que: “Aquí [en la novela] la descripción [de los espacios] tiene un interés en sí misma que hace que se despliegue durante líneas… El espacio es otro de los protagonistas y adquiere categoría de tal. Por otra parte, sintoniza con los personajes y excepto las escenas costumbristas, tanto los relatos incluidos como cuñas dentro del primero, como este último inscriben su discurrir narrativo en una naturaleza humanizada”(101).

[4] Cabe resaltar que cuando Pirulo se enfrente a los espacios que aquí comento (excepto en el caso del mangle), se encuentra desnudo: ya sea literal o metafóricamente. Pirulo se desnuda para zambullirse a la Poza de la Princesa, en la playa (donde se da cuenta por primera vez de las transformaciones de su cuerpo a raíz de la pubertad y donde tiene su primer encuentro sexual) y para meterse al mar. Además, cuando ve al mar por primera vez “tuvo la sensación de que… le habían dejado en cueros” (Marqués 9). Interpreto la desnudez del personaje como una forma de representar que para que este pueda enfrentarse con lo desconocido, tiene que desprenderse (que desnudarse) de aspectos que lo atan a su mundo, a lo conocido

[5] Para Gelpí el mar es uno de los límites del aprendizaje de Pirulo, “el espacio más distante de todo lo que defiende la ideología patriarcal…”, y un espacio violento que hiere la mirada de Pirulo (124). Concha Meléndez comenta al respecto que “el horizonte es ahora el mar; las ansias de libertad tienen adecuado espacio de ignorados límites como ignorado es lo que se espera” (105). Por su parte, Miguel Ángel Náter identifica el mar con “el misterio, el inconsciente o la locura…el plano del Imaginario…el espacio de libertad” (60). Asimismo, tanto Náter como Rogelio Escudero Valentín entienden el mar como metáfora de la vida misma; el primero afirma que “el devenir del mar y la naturaleza es símbolo, mímesis del devenir humano” (Náter 63), mientras que el segundo concluye que el mar es esa “cosa tremenda” a la que hace referencia el epígrafe de la novela: “¡Cuánto duele crecer! ¡Cuán hondo es el dolor de alzarse en puntillas y observar, con temblores de angustia, esa cosa tremenda que es la vida del hombre” (Escudero 59).

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
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Posted on April 13, 2019 .

Deseo, repugnancia y feminidad: dos lecturas existenciales de la novela Madame Bovary

Jashiel J. Resto Quiñones
Departamento de Filosofía
Facultad de Humanidades, UPR RP

 

Resumen:

Este artículo plantea dos acercamientos filosóficos sobre la novela Madame Bovary (1856) de Gustave Flaubert. En la primera parte de mi ensayo se expone que Emma Bovary es la persona que desea y el objeto de su propio deseo. Esta particularidad resulta en la muerte del personaje. En la segunda parte se cuestiona qué significa ser “femenina” en el contexto de esta novela. Lo femenino, se argumenta, debe ser una condición que parte de la existencia y que se concreta en las acciones determinadas por la sociedad.

Palabras clave: Madame Bovary, deseo, repugnancia, feminidad, muerte

 

Abstract:

This article proposes two philosophical readings about Gustave Flaubert’s Madame Bovary (1856). In the first part of my essay I present Emma Bovary as both the desiring subject and the object of her own desire. This results in the character’s death. In the second part we analyze what it means to be “feminine” in the context of this novel. The feminine, it is argued, must be a condition that starts from existence and that takes shape in the actions determined by society.

Keywords: Madame Bovary, desire, disgust, feminine, death

  

En su novela Madame Bovary, Gustave Flaubert presenta el relato de una mujer inusual para su época (1856). Como estudiante de Filosofía, me he interesado en este clásico literario del siglo XIX pues su heroína y sus circunstancias presentan una conducta humana que puede ser utilizada para crear un análisis filosófico sobre el ser humano, su naturaleza, su ser social y su conducta. En este ensayo examinaré dos temas desde la óptica de la Filosofía. Primero, analizaré el deseo y la ambición: ¿cómo se presentan estos dos elementos? ¿Qué personajes los ejemplifican? ¿Qué rol juegan estos elementos? Luego, partiendo del hecho de que la novela comienza y termina sin la protagonista, el segundo tema versará sobre las implicaciones de la feminidad: ¿Qué es lo femenino en esta novela y cómo se representa?

Deseo, ambición y repugnancia

¿Qué sería una novela sin deseo? O, mejor dicho: ¿qué sería una novela sin personajes que tengan la capacidad de desear? Siguiendo a Ortega y Gasset, sería la deshumanización del arte; la deshumanización de la novela en este caso (“La deshumanización del arte”). Sin embargo, debo confesar, que sería sumamente difícil (al menos para mí) pensar en una novela, en tanto novela en sí, sin personajes o algún elemento que represente el deseo. El deseo de vivir o el deseo de morir; el deseo de hablar o el deseo de callar; el deseo sexual o el ascetismo; pregunto nuevamente, ¿qué sería una novela sin deseo? Debemos considerar el deseo, en su general y ambiguo significado, como parte esencial de una novela. Es en torno ello que Madame Bovary se desarrolla como lo que es: res cupiditas.[1]

En esta novela Gustav Flaubert presenta el relato de Emma Bovary, una joven hermosa, que contrae matrimonio con Charles Bovary, un hombre desapasionado. A causa de tal matrimonio, y otras circunstancias no menos importantes como su ideal romántico, su carácter aventurero, entre otras circunstancias, la obra muestra la decadencia emocional, psicológica y existencial de Emma Bovary. La primera parte de la novela presenta cómo Charles conoce a Emma, contraen matrimonio y detalla la primera decepción que tiene Emma consigo misma y con su matrimonio. Un viaje a un pueblo llamado Yonville se relata en la segunda parte, donde la protagonista se enamora de dos hombres: León Dupuis y Rodolfo Boulanger. Además, en esta parte Emma da a luz a una niña, Charles se ve atrapado económicamente y, en consecuencia, Emma se ve a sí misma muy disgustada, con repugnancia hacia su esposo, hacia la vida y hacia sí misma. Ante muchos problemas y la falta de deseo en Emma, la tercera y última parte expone la angustia de Madame Bovary que la lleva a suicidarse. Luego, Flaubert le dedica unas últimas páginas de esta parte a presentar a Charles, su esposo, en decadencia emocional y existencial que lo lleva, de igual modo, a la muerte.

Hallamos en esta obra que el epicentro del deseo es la dama Bovary. Podemos verlo en cómo nuestro autor presta mucha atención en la personalidad de ella. Un ilustrativo ejemplo es cuando la señora Bovary, atraída por el vizconde, no puede olvidar ese baile que significó la cercanía de la satisfacción de su deseo y esperó muchísimo tiempo esperanzada de que su esposo recibiría otra invitación, pero eso no sucedió. El narrador lo describe de la siguiente manera:

El recuerdo de aquel baile fue una ocupación para Emma. Cada miércoles se decía al despertar: “¡Ah, hace ocho días... hace quince días..., hace tres semanas, yo estaba allí!” Y poco a poco, las fisonomías se fueron confundiendo en su memoria, olvidó el aire de las contradanzas, no vio con tanta claridad las libreas y los salones; algunos detalles se le borraron, pero le quedó la añoranza. (Flaubert 141)

Aquí se muestra una línea muy fina entre el deseo de Bovary de tener al vizconde y todo lo que él implicaba (riquezas, aventuras, París, etc.) y la ambición desgarradora de ser la razón de su deseo mismo. Son nuestras ambiciones insatisfechas las que se convierten en vinagre que pasa por nuestro paladar.[2]

La distinción en este caso es muy importante. El deseo presupone el que desea y lo deseado, es decir, el sujeto que desea y el objeto del deseo (que a su vez puede ser un sujeto). Por lo tanto, hay una actitud de posesión: el sujeto debe poseer u obtener el objeto del deseo. Sin embargo, la ambición es el deseo en su máxima expresión, a saber: el deseo existencial. ¿A qué me refiero con esto? Me refiero a que el ser que desea se vuelve él mismo el objeto del deseo: es ser-el-deseo. Esto implica tener en sí mismo la reciprocidad entre los elementos relacionales del deseo: deseante/deseado. Dicho de otro modo: deseo el objeto del deseo; pero yo, a la vez, soy objeto de deseo; por lo tanto, me deseo a mí mismo. Esto se convierte, como se puede ver, en un ciclo. A mi parecer, la señora Bovary quiere ser el deseo mismo: ya no quiere ir (tener) a París, sino ser París, o lo que es lo mismo, que París esté en ella. No vemos el extremo de la ambición en estas primeras dos partes de la novela, que es consumada en el acto del suicidio (parte 3); sí contemplamos aproximaciones, como en la primera parte, por descuido físico, Emma termina en enferma y con debilidad física.[3] Está claro, pues, que la señora Bovary es una persona de carácter paradójico: se angustia por la imposibilidad de conseguir lo que quiere, pero aun así no vacila en tratar de conseguirlo. De esta manera se termina convirtiendo en su propio “no-desearse”.[4]

¿Por qué el deseo de Madame Bovary es tan intenso? Para adentrarnos en esta pregunta, hay que hacer distinciones entre los tipos de deseo. A saber: el deseo como motor o imperativo biológico; el deseo generado por necesidad; y el deseo reactivo o por repugnancia. El primero es el deseo natural y muy usual en el ser humano; este es el desear-porque-sí. Es parte de nuestra naturaleza. El segundo es el deseo que tengo a partir de una necesidad. Este es el caso cuando tengo una causa que su efecto es el deseo. Por último, el deseo reactivo o repugnancia (el que nos compete aquí) es aquel deseo que es a partir de su antónimo, el cual lo llamo aquí repugnancia. Es este el deseo que nace por un “no-desear” intenso, o repugnancia, de una cosa; y a raíz de aquí se desea algo distinto o contrario a lo repugnado.[5] Por tal razón, puedo afirmar, el deseo generado por repugnancia es muy fuerte debido a que la repugnancia en sí misma tiene una fuerza intrínseca que pasa a ser fuerza del deseo generado por la misma.

La repugnancia de la señora Bovary nace de su relación con Charles. Esta es la causante o generadora de los deseos tan fuertes e intensos de Bovary. Entonces, el objeto deseado, generado a partir de la repugnancia, se convierte un “desquitarse”: remite directamente a deshacerse de la repugnancia. Pero, cuando esto no se consigue, viene la angustia. La repugnancia no pudo ser “vencida” o deshecha; y el ser, Bovary en este caso, termina revolcándose en la repugnancia que pretendía destruir. Mas Bovary no pretende rendirse: sigue tratando de “desquitarse” entablando relaciones con León y Rodolfo. Su primera relación termina en repugnancia. En la segunda, el objeto del deseo no es capaz de sobrepasar en intensidad su relación con Charles y su condición de mujer oprimida; en otras palabras, no es capaz de superar su repugnancia. Mientras la imposibilidad de Bovary de deshacerse de su repugnancia parece quedarse en eso, una imposibilidad, podemos tener otro punto de vista. Charles es el repugnante desde la perspectiva de Bovary. Sin embargo, desde el punto de vista de Charles, Bovary es el objeto de su deseo, generado por el deseo mismo. En Charles hay una ceguera fundamental: él no puede ver que el objeto de su deseo se deteriora. Esto constituye, a su vez, otro elemento que aumenta la angustia de Madame Bovary. Al fin y al cabo, todo remite a ella, la que pretende ser sujeto y objeto de deseo; pero termina siendo no-sujeto, no-objeto… Termina siendo nada.

Esta reflexión demuestra, a mi juicio, la relación complicadísima que Gustav Flaubert introduce entre el deseo y la ambición y cómo los personajes ejemplifican estos elementos. Flaubert utiliza el mecanismo dialéctico-hegeliano (tesis – antítesis – síntesis = [tesis]) para exponer en su novela lo que hemos explicado: el proceso del deseo desde el personaje de Madame Bovary. Solo hemos considerado el concepto del deseo y la ambición (en general), y estos a partir de Madame Bovary y su relación con Charles (en particular). No obstante, se pueden producir diferentes escenarios y, en efecto, más observaciones sobre el deseo y la ambición analizando cada personaje en su particularidad o en relación con Madame Bovary. En fin, esta novela nos ofrece una concepción filosófica/existencial sobre lo que es el deseo y la ambición que, además de ayudarnos a teorizar literariamente sobre los personajes, nos da herramientas para lidiar con nuestra existencia o, como muchos la llaman, la vida cotidiana.

Lo femenino y sus implicaciones existenciales

¿Qué es “lo femenino”? Por el concepto de feminidad o “lo femenino” me refiero a una condición existencial a la que un ser, una persona, está adherido, en este caso, inevitablemente. Es inevitable porque en el siglo XIX era inconcebible separar el aspecto biológico del aspecto social. Por lo tanto, ser femenina consiste en una condición que, de alguna forma, determina el sentido que una persona le da a su existencia y cotidianeidad; y, en efecto, tal sentido se concretará en las acciones de tal individuo. Por esta razón, la feminidad también puede referirse a un conjunto de acciones (modos de presentarse) determinadas por el individuo femenino, pero, de igual modo, culturalmente predeterminadas por la sociedad en donde se encuentra. En la novela, las predeterminaciones culturales se ejercen sobre las acciones totalmente individuales, controlando las primeras estas últimas. No obstante, aunque se pueda concebir estas acciones aisladas de una cosmovisión de la existencia, sería un error separar este conjunto de acciones de su origen, a saber, una forma y condición de la existencia misma.[6]

Emma Bovary representa muchas cosas: el deseo y sus relaciones; el carácter romántico y su decadencia, el sujeto y sus limitaciones existenciales, entre otras cosas. En esta sección, partiendo de lo dicho anteriormente sobre lo femenino, trabajaremos con Emma Bovary como representante de la feminidad. ¿Se puede hacer eso? Estas son algunas las razones por las cuales justifico mi postura: 1) Emma Bovary es la protagonista; 2) hay una alta gama de personajes masculinos[7]; sin embargo, Flaubert no le presta tanta o igual atención a sus características como a las de Madame Bovary; 3) es historiográficamente corroborable que hay una estrecha similitud entre el estilo de vida de las mujeres, francesas y burguesas, en el siglo XIX y el estilo representado por Flaubert en su personaje principal. Estas tres razones son, a mi juicio, intersubjetivamente válidas para todo lector de esta novela.

Habiendo justificado mi postura, puedo deducir conclusiones de la misma. La novela Madame Bovary, como he dicho anteriormente, comienza y termina sin Emma Bovary. ¿Qué puede implicar esto con respecto a la feminidad? Por lo tanto, lo femenino en Madame Bovary tiene un comienzo y un fin. Si lo femenino tiene un comienzo y un fin, también es válido decir que lo femenino tiene una causa. La causa, utilizando las teorías de Michel Foucault, son las relaciones de poder. Una relación de poder: “es una manera en que ciertas acciones modifican otras. Lo cual es decir, por supuesto, que algo llamado Poder, con o sin letra mayúscula, que se asume que existe universalmente en una forma concentrada o difusa, no existe.” (Dreyfus y Rabinow 252). El poder es, pues, un asunto de actos con respecto de las relaciones que se dan entre individuos o colectivos. Y en la novela Madame Bovary la feminidad se experimenta como una falta de poder constante.

En esta novela, podemos ver a la protagonista sumergida en diversas relaciones de poder en donde ella es la inferior. La miseria en la relación matrimonial de Emma Bovary; su crianza en un convento; su imposibilidad de satisfacer su deseo; en resumen, es un entorno opresor que construye a Emma Bovary. Desde esta perspectiva podemos constatar con razón el por qué Madame Bovary no quería dar a luz a una niña, sino a un niño. Bovary conocía las repercusiones, o más bien maldiciones, que sufriría su hija tan sólo por ser mujer: algo que ella no escogió libremente. La obra revela lo anterior dicho en las siguientes palabras:

Ella [Emma Bovary] deseaba un hijo; sería fuerte y moreno, le llamaría Jorge; y esta idea de tener un hijo varón era como la revancha esperada de todas sus impotencias pasadas. Un hombre, al menos, es libre; puede recorrer las pasiones y los países, atravesar los obstáculos, gustar los placeres más lejanos. (Flaubert 173)

Con respecto al hecho de que su hija es mujer, es decir, con respecto a la feminidad, el narrador continúa diciendo:

Pero a una mujer esto le está continuamente vedado. Fuerte y flexible a la vez, tiene en contra de sí las molicies de la carne con las dependencias de la ley. Su voluntad, como el velo de su sombrero sujeto por un cordón, palpita a todos los vientos; siempre hay algún deseo que arrastra, pero alguna conveniencia social que retiene. (173)

Estamos, pues, en una angustia ante algunos elementos fatalistas. Pudo ser de otra manera, no era necesario que Berta ni Emma fuesen mujeres; pero es el caso que ambas lo son. Mas para los efectos literarios, es necesario que Emma sea mujer. Si Emma hubiese sido hombre, o Rodolfo el protagonista, no cabría espacio para la novela misma. Hay, pues, una construcción de lo femenino por medio de una sociedad opresora. Y es, efectivamente, la opresión lo que crea esta quimera de “lo femenino”. Sin duda, podemos también añadir que es “lo masculino” parte responsable, una importante pieza, de la opresión que construye el artificio femenino.

Para finalizar, analizaré el aspecto existencialista de la novela. A mi parecer, Flaubert nos trata de decir algo sumamente sencillo: hay un momento donde no existimos (pre-vida) y habrá otro en donde dejaremos de existir (muerte); ¿qué hacer, entonces, en ese lapso intermedio al que llamamos vida? Este es un pensamiento que Epicuro defendió con respecto al miedo a la muerte. Este filósofo expresó: “Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación” (Epicuro 59).[8] Dicho de otro modo: ya que la muerte consiste en la privación de los sentidos, si hubo un momento en donde estuvimos privados de la vida −y efectivamente lo hubo, a saber, antes de nacer− siendo la muerte semejante a ese momento, no tenemos por qué temerle a la muerte que es un estado de no-sensación. Buitrago lo explica de la siguiente manera:

El bien y el mal nacen de la sensación, del saberse vivo, y si no hay tal sensación ya no habrá dolor, por lo tanto, no estará el mal en la vida del hombre. Cuando existimos, la muerte no está presente, y cuando ella está presente ya no existimos; así que, según lo enseñado por Epicuro, no hay motivo tal para temerle a algo que no estará presente mientras existamos en este mundo. (459)

Como dice Steinbock, hablando sobre la fenomenología de Husserl, el sujeto [trascendental] nunca muere:

The human being clarified according to its sense and meaning constitutive possibilities (and the limits to those possibilities)— cannot constitute its own birth and death. For this reason, Husserl suggests in a provocative note to his lectures concerning passive synthesis that transcendental life cannot die and cannot be born. (307)

Lo que Steinbock explica en este pasaje es que el ser humano consciente de sí mismo[9], es decir, que se tiene a sí mismo como objeto de su experiencia, no nace ni muere; pues si lo hace experimentaría la terminación de ellos (muerte) o la ausencia de los mismos (nacimiento). Fenomenológicamente, pues, el sujeto nunca experimenta su propia muerte. El miedo, entonces, sería la vida, el vivir, cerca del evento de la muerte.

Esta obra va más allá y le pregunta al lector: ¿qué hacemos en la vida? ¿Hay una teleología o un “para qué” de la vida? Al fin y al cabo, nos dice el narrador mediante Emma Bovary, la vida consiste en satisfacer nuestro deseo. Pero nacemos condicionados, arraigados a cosas en donde la voluntad es prisionera, y el azar dueño de las llaves que abren la prisión. Emma Bovary nace mujer y, por tal razón, está imposibilitada de satisfacer su deseo. ¿Pero acaso ella escogió ser mujer? La existencia es como Fortuna, aquella diosa romana que le da bonum fortuna y malam fortuna a las personas sin medir o examinar caso alguno (Martin 2005). La existencia es ciega, al igual que Fortuna. Así la existencia dotó a Emma de su feminidad y esto le trae angustia porque es (somos) impotente ante lo existencialmente inevitable. Emma tiene (tenemos) una condición humana que es angustiosa y contradictoria: la vida es para satisfacerse a sí, es un ciclo egocéntrico; pero es la misma existencia, que nos lleva a la vida, la que nos dota de condiciones que no nos permiten asirnos de la vida misma y de su “para qué”. Es aquí donde comienza el “por qué existo”. Y de esa aseveración pasamos a no querer existir y se termina en el suicidio. Emma Bovary se suicida, pues, por el hecho de que le tenía más miedo a la existencia y la vida que a dejar de existir.

Hemos visto como Gustav Flaubert encierra múltiples problemas filosóficos en su novela Madame Bovary. La novela es, en estructura y contenido, una obra cercana a problemas socioculturales, políticos, filosóficos, entre muchos otros. La novela se convierte en un asunto de interés en la medida en que presenta, relatada de forma literaria, la conducta humana y, por lo tanto, da pie a teorías sobre la conducta o la ética. Siguiendo los pasos de Emma Bovary nos podemos acercar a ideas éticas como el epicureísmo y las teorías sobre el poder de Foucault, así como a aproximaciones sobre la naturaleza del deseo y el pensamiento ontológico. Sin embargo, debo cuestionarme: ¿Acaso son las obras literarias potencialmente cuerpos de ideas de los cuales podemos extraer teorías éticas válidas? Debo concluir que la obra maestra de Gustav Flaubert haría a muchos responder con un rotundo “sí” a esta interrogante.

 

 

Bibliografía 

Agamben, Giorgio. Estancias: la palabra y el fantasma en la cultura occidental. Valencia: Pre-textos, 1995.

Beauvoir, Simone de. The Second Sex. H. M. Parshley (ed.). London: Lowe & Brydone Printers, 1956.

Buitrago, Diana. “La concepción de la muerte en Epicuro.” Escritos. 20.45 (2012). 457-464. https://search.proquest.com/docview/1348760526/fulltextPDF/BB530DB51830435DPQ/1?accountid=44825

Butler, Judith. Gender Trouble. New York: Routledge, 2006.

___. Sujetos del deseo. Reflexiones hegelianas en la Francia del siglo XX. Buenos Aires: Amorrortu, 2012.

Camus, Albert. El mito de Sísifo. Buenos Aires: Losada, 2004.

De Man, Paul. The Paul de Man Notebooks. Edinburgh University Press, 2014.

Dreyfus, Hubert L. y Rabinow, Paul. Michel Foucault: más allá del estructuralismo y de la hermenéutica. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2001. 249-257.

Epicuro. “Carta a Meneceo.” Epicuro. Obras. Jufresa Monserrat (trad.). Barcelona: Altaya, 2007. 57-67.

Flaubert, Gustave. Madame Bovary. Germán Palacios (trad.). Madrid: Ediciones Cátedra, 2008.

Foucault, Michel. The History of Sexuality. New York: Pantheon Books, 1978.

Martin, René. “Fortuna.” Diccionario. Mitología griega y romana. Carolina Reoyo (ed.), & Alegrí Gallardo (trad.). Espasa, 2005. https://www.derechopenalenlared.com/libros/diccionario_de_mitologia_griega_y_romana.pdf

Ortega y Gasset, José. “La deshumanización del arte.” Obras completas de José Ortega y Gasset, Tomo III, sexta edición, Revista de Occidente, 1966. 353-385. http://mercaba.org/SANLUIS/Filosofia/autores/Contempor%C3%A1nea/Ortega%20y%0Gasset/Obras%20completas/Tomo%203.pdf

Porter, Laurence M., and Eugene F. Gray. Gustave Flaubert's Madame Bovary: A Reference Guide. Greenwood Publishing Group, 2002.

Silverman, Hugh J. Philosophy and desire. Routledge, 2014.

Steinbock, Anthony. Generativity and the Scope of Generative Phenomenology. Donn Welton.

“The New Husserl: A Critical Reader.” Indiana University Press, 2003. 289-325.

Unwin, Timothy, ed. The Cambridge Companion to the French Novel: from 1800 to the present. Cambridge University Press, 1997. 

 Notas:

[1] Alusión a los conceptos cartesianos: res cogitans/res extensa.

[2] Este análisis versa sobre el deseo y no sobre la melancolía, aunque esta, sin duda alguna, se relaciona estrechamente con aquel. Para una lectura sobre el tema de la melancolía véase a Agamben, Estancias.

[3] A pesar de las distintas reflexiones hechas sobre el suicidio, me atengo y acerco a lo que Albert Camus afirma sobre el suicidio, a saber, que es el resultado de la incapacidad humana a encontrarle el sentido a la existencia propia y de responder preguntas que requieren un sentido o un telos. Para una lectura sobre el pensamiento de Camus sobre el suicidio véase Camus, El mito de Sísifo.

[4] Este trabajo observa de cerca el modelo y el marco teórico de Judith Butler en su obra Sujetos del deseo. Reflexiones hegelianas en la Francia del siglo XX. No obstante, este ensayo presenta diferencias fundamentales con el trabajo de Butler. El presente escrito tiene como objetivo reflexionar el problema del deseo y la feminidad, condicionada por la existencia, desde una obra literaria, mientras que Butler, en su obra, hace un análisis socio-histórico y filosófico sobre el género en una época y lugar específicos. Véase la obra mencionada anteriormente para una comparación más exhaustiva.

[5] Es importante notar aquí que no se sigue necesariamente que, si hay repugnancia, entonces se desea algo distinto o contrario a lo repugnado. Puede darse el caso en que no haya deseo en absoluto, pero sí repugnancia. También es relevante notar que no es necesario que de la repugnancia se genere un deseo contrario u opuesto a la repugnancia, pero hay una posibilidad de que se genere uno distinto.

[6] Simone de Beauvoir expresa acertadamente este concepto de la feminidad como algo existencial cuando dice que “uno no nace, sino que se convierte en, mujer”. Véase De Beauvoir, The Second Sex (273). Para una lectura más amplia sobre el tema de sexo y género en relación aproximada de lo que aquí se afirma, véase a autores como Judith Butler, Gender Trouble; Michel Foucault, The History of Sexuality.

[7] Una posible lectura posible sería cómo las tres mujeres principales del texto (la madre Bovary, Emma Bovary y la esposa de Homais) representan una trinidad (madre, hija y espíritu santo) en donde la hija muere, pero, en contraposición con la tradición cristiana, la madre odia a la hija.

[8] Epicuro afirmaba que era absurdo, en el sentido más general y cotidiano de la palabra, tenerle miedo a la muerte, ya que hubo un momento donde no existíamos y, por lo tanto, no éramos.

[9] El sujeto trascendental es el sujeto que tiene como objeto de su experiencia a sí mismo. Dicho de otro modo, el sujeto trascendental es el sujeto que se piensa a sí mismo como sujeto que experimenta cosas, que siente cosas.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Crazy? Are you sure?

Natasha M. Jiménez Rivera
Departamento de Ciencias Ambientales
Facultad de Ciencias Naturales, UPR RP


Abstract

This research paper focuses around the concept of madness conceived within literature of the 16th century, underscoring historical context of the female image in that period. Selecting as base the well-known ‘love-crazed’ character Ophelia from Shakespeare’s Hamlet, the text seeks to develop a new perspective, questioning the possibility that this figure’s mental state was a subtle means of representing a more profound cultural and/or social aspect of women during that time and opening the possibility of a long line of other misunderstood characters.

Keywords: madness, Shakespaeare, Hamlet, feminine image, Ophelia

 

Resumen

Este trabajo de investigación se centra en el concepto de locura concebida dentro de la literatura del siglo XVI, subrayando el contexto histórico de la imagen femenina en ese periodo. Seleccionando como base el conocido personaje Ophelia de la conocida obra Hamlet de Shakespeare, el texto busca y desarrolla una nueva perspectiva, cuestionando la posibilidad de que la razón del estado mental de esta figura literaria fuera un medio sutil para representar una cultura más profunda y/o aspecto social de las mujeres durante ese tiempo y abriendo la posibilidad de otros personajes mal entendidos.

Palabras claves: locura, Shakespeare, Hamlet, imagen femenina, Ofelia

 

What can one conceive as ‘madness’? Throughout time, this concept has undergone transformation due to the inadequate reasons behind its classification, which were also portrayed in literature. Bearing this in mind, one can’t help but wonder about those characters labelled and known worldwide because of this particular characteristic. Are these characters truly irrational or simply misunderstood? The literary work chosen to analyze this statement is the legendary play Hamlet for its infamous personae named Ophelia who is often concluded to turn insane out of love:

Whatever the exact nature of Ophelia’s malady of love, whether it is pure erotomania or passio hysterica brought on by lovesickness, the symptoms which she exhibits are so clearly portrayed and most of them so easily recognized that the Elizabethan audience, we have reason to suppose, would at least see Ophelia as a girl suffering physically and mentally the pangs of rejected love. (Camden, 255)

As above, Ophelia’s loss of sanity was furthermore perceived as expressed by M. Gonick: “According to Pipher, in the story of Hamlet, Ophelia is the obedient daughter who kills herself, drowning in grief and sorrow when she cannot meet the competing demands of Hamlet and her father” (11). In other words, defined by many, it was believed to have been caused by the death of her father, but more distinctively, because of her unrequited love. If all this collected information is certain, with these two perspectives, did this character actually go ‘mad’?

First, a look into her daily life. Ophelia can be pictured as a ‘young maiden’ due to being often referenced by the word ‘youth’, is the daughter of Polonius, the councillor to the King. In her first appearance, she is found in the chambers of her father alongside her brother Laertes who is embarking on a journey to France. Besides bidding farewell, he warns Ophelia to not fall prey under Hamlet, assuring that he will merely deceive her. Also, to avoid succumbing to her affection towards him:

LAERTES. Fear it, Ophelia, fear it, my dear sister,
And keep you in the rear of your affection,
Out of the shot and danger of desire. (1.3.33-35)
Be wary then; best safety lies in fear.
Youth to itself rebels, though none else near. (1.3.44-45)

This conversation can be simplified into Laertes telling Ophelia what she should not do while he is away and unable to keep an eye on her. Though the young maiden does remark that such misleading behavior is practiced by him as well, she nevertheless abides to his advice. Soon after, their father enters the scene. When Laertes receives his blessing and leaves without forgetting to remember his sister of the previous discussion, Polonius asks her on the matter. Upon hearing from Ophelia that Hamlet has shown some interest in her, he quickly mocks this statement by questioning what she thinks:

POLONIUS:  Affection? Pooh! You speak like a green girl,
Unsifted in such perilous circumstance.
Do you believe his tenders, as you call them?

OPHELIA:    I do not know, my lord, what I should think.

POLONIUS:  Marry, I will teach you. (1.3.102-106)

Polonius expressed how absurd her impressions were and decided to correct his daughter’s way of thinking. In addition, commanded her to not interact or speak with Hamlet at all. He made sure to apparent his role as the smartest intellectual and the one who owns the power to be obeyed. Therefore, she bears “…unquestioningly the restraints of her position- …” (Welshimer, 94) By this scene, it is clear how Ophelia’s family nucleus is: controlling and oppressive, as the words of Resetarits in her review titled Ophelia’s Empathic Function: “…Ophelia is the receiver of seemingly unending verbiage, sometimes advice, sometimes instruction, sometimes abuse.” (Resetarits, 216). Which is the opposite of what a home should actually be like. An atmosphere likely repetitive.

Now, throughout the first part of the play, it is shown that two other characters use this young maiden for their own personal benefit. Tragically, both of them weigh a heavy influence in her life: Polonius and Hamlet. In the second act, when Ophelia narrates Hamlet’s sudden visit and odd behavior to her father, he immediately assumes the prince of Denmark’s bizarre action was one spawned by pent-up desire. Even though Polonius had forbid the relationship, he now seeks to make it happen. The reason behind this is well depicted by Rebecca West in her book The Court and the Castle:

There is no mistaking the disingenuousness of his dealings with his daughter. When Ophelia comes to him with her tale of how Hamlet had come to her as she was sewing in her chamber, “with his doublet all unbraced,” and had looked madly on her, Polonius eagerly interprets this as “the very ecstasy of love,” and asks her “What, have you given him any hard words of late?” … The girl is not to be kept out of harm’s way. She is a card that can be played to take several sorts of tricks. She might be Hamlet’s mistress; but she might be more honored for resistance. And if Hamlet was himself an enemy of the King, and an entanglement with him had ceased to be means of winning favor, then she can give a spy’s report on him to Claudius. (West, 1539)

By her own father, she is viewed as a useful object that helps him to establish a closer relationship with the royal family. Meanwhile Hamlet, in order to convince everyone of his madness, takes advantage of Polonius’ assumption and uses Ophelia as the root of its source, usually displaying it in public. However, when both are alone, he does not hesitate to express himself earnestly, taking no consideration towards her feelings or well-being:

HAMLET: I have heard of your paintings too, well enough. God hath given you one face, and you make yourselves another. You jig, you amble, and you lisp, you nickname God’s creatures, and make your wantonness your ignorance. Go to, I’ll no more on’t; it hath made me mad. I say we will have no more marriage. Those that are married already-all but one-shall live. The rest shall keep as They are. To a nunnery, go. (3.1.136-141)

Not only is Ophelia degraded at home, but outside as well. And, out of everyone, it had to be from Hamlet, the one she felt affection for. Such harsh words from a loved one could hurt anybody.

Lastly, the final most important scene; when everyone perceives this character as ‘mad’. They quickly assume this characterization by witnessing her odd behavior. The young maiden did two particularly peculiar gestures: suddenly sing incoherent verses and give specific types of flowers. However, her actions were instantly linked to her father’s death:

KING:  O, this is the poison of deep grief; it springs
All from her father’s death–and now behold! (4.5.72-73)

Though it is one of the reasons, the cause of her state of mind is much more profound. Besides viewing her process of coping with grief as a mental illness, Ophelia suffered not only the loss of a parent, but the rupture of that voice who instructed her what to think and do. Living always under surveillance of men’s eyes, this abrupt detachment has left her astray. She was kept from developing her own intellect. After yielding to absolute power over a long time and not allowed to voice her opinion, is now found able to speak freely. She chooses to express her new given freedom through the language of flowers, each chosen with a symbolic meaning and gifted directly to the person:

Rosemary- remembrance for both at weddings and at funerals

Pansies- love and courtship. For French: ‘thoughts’

Fennel- flattery

Columbines- lack of chastity or ingratitude

Rue- repentance

Daisy- dissembling, faithlessness

Violets- faithfulness

Ophelia also transmits her message through the chosen lyrics she opted to sing. She reflects the restitution of this absolute power bestowed upon her.

Having gathered these details, it is clear that this character can be a representation of how women were conceived as in that era. They were constantly associated with ‘Hysteria’, due to the belief in that time that such disease was diagnosed because of this gender’s excessive emotions. Excellently explained by Audrey Kerr in her article titled The Sixteenth Century Journal:

Ophelia, in her madness, provides raw and fertile terrain for the usual stereotypes of women –woman as tormented, excessively dramatic, inherently tragic– such that the greatness of Shakespeare’s work is only rivaled by the greatness of this occasion to represent historically comfortable notions of womanhood. (Kerr, 606)

Moreover, one can discover the true reasoning behind the manifestation of Ophelia’s conduct. Instead of analyzing it superficially and concluding, it was simply because of her father’s death along with Hamlet’s deceit, there are other factors of greater influence. In this case, it was caused by the severe dominance of men that she was demanded to abide, or more accurately: the effects generated on women by their imposed role in society. In the end, Ophelia was able to avert men’s power by using another language, managing to confront and expose everyone’s wrongdoing, something even Hamlet couldn’t do. This supported, once again, by Audrey Kerr:

Once seen only as a pathetic, innocent, submissive and dutiful daughter, sister and lover, Ophelia is now also perceived as a figure of strength, a heroine whose madness is seen as an assertion of self, an act of rebellion against patriarchal control. (Kerr, 606)

Her death could also be interpreted as a way of rejecting this type of suppressive life. This character has grown to become “…a feminist icon…as an adolescent girl in a proactive search for self...” (Kerr, 606). Shakespeare granted through Ophelia an interesting view for one to achieve autonomy


Works Cited 

Camden, Carroll. “On Ophelia’s Madness.” Shakespeare Quarterly 15.2 (1964): 247-255, Digital. www.jstor.org/stable/2867895.

Kerr, Audrey. “The Sixteenth Century Journal.” The Sixteenth Century Journal 34.2 (2003): 605-606, www.jstor.org/stable/20061511.

Gonick, Marnina. “Between ‘Girl Power’ and ‘Reviving Ophelia’: Constituting the Neoliberal Girl Subject.” NWSA Journal 18.2 (2006): 1-23, www.jstor.org/stable/4317205.

Resetarits, C. R. “Ophelia’s Empathic Function.” Mississippi Review 29.3 (2001): 215-217, www.jstor.org/stable/20132191.

Shakespeare, William. Hamlet, Prince of Denmark. Literature: An Introduction to Fiction, Poetry, Drama, and Writing. Ed. X. J. Kennedy and Dana Gioia. 13th ed. New York: Pearson, 2016. Print

Wagner, Linda Welshimer. “Ophelia: Shakespeare’s Pathetic Plot Device.” Shakespeare Quarterly 14.1 (1963): 94-97, www.jstor.org/stable/2868164.

West, Rebecca. Hamlet and Ophelia. Critical Casebook: Shakespeare. Literature: An Introduction to Fiction, Poetry, Drama, and Writing. New York: Pearson, 2016. Print

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Renacer

Roxana Laura Calderón Rivera
Departamento de Lenguas Extranjeras
Facultad de Humanidades, UPR RP

 

Había que nacer del agua

aflojar el grifo ansioso

de reconciliación,

abrazar lo bueno,

             al fuego

y al dolor.

 

Había que dejarse,

para aprender

–y desaprender–

lo que se siente

comerse de vacío,

             soñar la pesadilla;

había que alejarse.

 

Para volver a encender la luz

cuando buscas la llave de la puerta,

sostener entre los dos los extremos

de las sábanas,

             acurrucarnos.

Pintar a besos nuestro nuevo mundo,

             y celarlo,

sabernos empáticos del uno y el otro

del siempre y cuando, y basta.

 

Sin asfixiarnos.

Sin callarnos.

Sin juzgarnos,

Perdonándonos,

hay que amarnos.

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ISSN#: 2374-2747
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María

Ingrid M. Ramírez Muriel
Departamento de Inglés
Facultad de Humanidades, UPR RP

At first there was agony, waiting for what was coming,

knowing that in a few hours the light will go off.

I am afraid, not from Nature, but from what we did to her.

Somebody yelled: “You must leave!

The house is not going to resist.”

 

I will not abandon my gram.

 

I slept for whatever time I could

but as the night went on,

it got scarier. So, did the day.

I didn’t think the house would resist.

 

At 8:20 am my roof went off.

I prayed with my 3-year-old sister.

I felt she banished between the sheets.

We started running the moment we received

a cold advice from the rain.

You must wake up and do what you were planning for.

Go ahead and be strong.

You just have one choice.

To fight or be swallowed by

a disaster caused by a man.

 

But the door wouldn’t open.

I was trapped.

My survival instinct arrived, and I planned my escape.

First, the dog, then the little girl.

A race of obstacles to life.

 

My mother was pregnant, and she fell to the floor.

My gram helped her, but it was too late.

My sister cried while I held her hands.

Everything will be fine, I got you, little one.

 

I looked at my grandma and thought

that we’d lost a lot

but we had a life together.

 

We finally made it to a shelter.

The dog was so afraid that he started running

and I went after him.

 

Behind me, my mother yelled my name.

It was the first time I felt she cared.

 

But I didn’t go back to her.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
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Gerascophobia

Mariangelis Ortiz Lugo
Departamento de Física
Facultad de Ciencias Naturales, UPR RP

I’m scared of getting old,

of not being able to defend and care for myself as I do now.

Of needing help for all the things, I can do swiftly.

Of slowly becoming a child once again.

I’m afraid of being dependant.

 

I’m scared of getting old,

of being pushed away by people,

especially those close to me.

Of repeating myself to be understood

and of asking people to repeat themselves so I can understand.

I’m afraid of becoming a burden.

 

I’m scared of getting old, of gradually forgetting

everything I once said, lived and cherished.

Of not remembering if I ate or not

or the names and faces of the ones I know.

Of becoming a stranger in my own body.

I’m afraid of becoming a shadow of what I once was.

 

I am afraid of getting old

BUT

I am terrified of being left alone and forgotten

by those that I lived for,

by those that I cared for,

by those that I’d give up everything for.

Those that I once called my offspring.

 

I can honestly say,

I am extremely terrified of getting old.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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It is my happiness

Andrea Sofía Marcano Medina
Programa de Estudios Interdisciplinarios
Facultad de Humanidades, UPR RP


The first rays of the morning sun blaze through the only window in my room. Illuminating the colorful flowers of the maxi dress I stripped from my slim body seven hours ago. The black lace heels that used to accompany the outfit are tossed as well on the clean bamboo floor.

Last night started with the order of two Bloody Marys but one ended up decorating the pale face of my nameless blind date. At the beginning, I thought that his right Testoni black dress shoe accidentally brushed my right stiletto. It was clear that the dark square table was supposed to give the appeal of romance, but it made the young man look like a child with his long legs curl into his chest. However, when a flat surface moved up from my right bare leg —the one exposed by the opening of my garment— to my inner thigh, and the efficacious look of him imagining us later in bed made me color his smugness by emptying my crimson drink on him. Rising elegantly from my seat, I held my black handbag and left the pub, but not before seeing his tomato-offended expression.

The beep of my alarm clock indicates that it is nine o’clock. I am supposed to meet with my mother today. She wants to know if the guy I met last night might be her future son-in-law. Her expectations of me marrying someone before turning thirty are becoming an increasingly absurd idealization.

My mama is obsessed with finding me a virile man who helps deliver the baby she desperately wants. She believes that in less than a year my uterus will start turning against me, and she will lose the opportunity of her having her first grandchild. Therefore, she makes me go on these horrible dates that do not pass the first round of drinks. Imagining the disapproving stare of her wrinkled visage kept me from opening my eyes.

Rolling to the other side of the bed has cause Bruno to slightly growl at me. He was adorable when I adopted him in Puerto Rico. It has been several years since my last visit, but sometimes —when I am stressed— I close my eyes and I imagine myself being at Flamenco beach. The waters are like glass tinted in tones of purplish blues and turquoise. Their beauty is reflected by the cloudless and vibrant sky. The soft waves caress my yellow colored toes as if inviting me to live an indescribable experience. While sitting on my towel, I notice kids that are in the process of making sandcastles, a pair of guys playing beach paddleball, and a dad trying to bury the pole of the Heineken beach umbrella in the white sand.

As I cover myself with the gray comforter, when a cool breeze passes into the open window of my studio room, I feel like I’m actually inhaling the salty air of Flamenco. The view of the waves crashing the sand combined with the shining sun and the joyful laughter of the kids truly makes this moment an image of paradise. Then, I see Carlos walking to where I am, holding the coconut mojito that I requested.

“Here you go, Miss Sophia.” Showing me his pearl teeth.

“Gracias, Carlos.”

“You know, it’s a truly beautiful day!”

“I fully agree, it’s like a picture.” Just like the one your mom showed you when you were fifteen.

“Your mom is calling again.”

“And I’m going to keep ignoring her.”

“Well, that’s not going to help solve the problem.”

An unknown feeling sweeps across my chest making me turn to my other beige pillow. I know that I am ignoring her. For the past couple of days, I have been avoiding her because I just cannot deal with her obsession of finding me a guy and having to deal with her disappointment after hearing my horrible dates. I still have not digested the last talk I had with her.

We were on our way to our usual spot, which is a pub that is close to my studio room, and she asked me about my life and if something new had happen.

“Actually, I have great news!” I excitedly stated.

“Yeah! What happened? Did you meet a guy?” My mother hopefully said.

“No, mother. I would appreciate if you stop asking me about that. If something changes and I meet someone, you know that I am going to tell you. In the meantime, I am single and that is that.”

“But what about your happiness?”

“Mom, please! Stop being so melodramatic. I am responsible for my own happiness. Not a guy and not anyone else but myself. How many times do I have to tell you that?”

“Because I know that your father would have been on my side. You know how much he loved children. He wanted to have more kids. We tried to conceive on many occasions, but it just was not in the cards for us. I know that he loved us regardless of our failure to bring another baby, but I sometimes felt that he would have been happier if he had had another one. That is why I want you to find a right guy to marry, so you could live happily ever after with him and with the babies you would get.”

I was so mad at her after what she said that I did not bother to tell her about my promotion in the company. The worst of all is the fact that she used my father to support her argument, and for a moment I felt guilty. I know that my parents have sacrifice a lot, so I could have a good life. They even paid the first months of my rent when I could not find a job. I always appreciated their hard work, and for that I felt the need to be best daughter that I could ever be, so when my mother tells me that apparently, I was not enough, it hurt a lot.

Bruno kept putting his paws on my right shoulder just when I heard the distant bongs of the bells of St. Patrick’s Cathedral. In the beginning, I was annoyed by its sound, but later on I started to love it. Their melody reminded me of the time I visited the Cathedral of San Juan Bautista in Old San Juan. That day was one of the best days of my life.

It began by hearing in the car the lively music of El Gran Combo. Their songs always shower me with memories of when my dad used to let me put my tiny feet over his black tennis shoes and we danced around our living room. That day we went to the Paseo de la Princesa and we were surrounded by the abundance of verdant trees that shelter us. Its beauty takes me to the time he laced my hand to his while we lazily strolled through it. I also remember the different vendors and craft stalls. For example, Mr. Suárez, who makes everything from decorative boxes to the Three Wise Men in wood. Mrs. Juanita, who incessantly knits famous characters hats and Mr. and Mrs. Santiago, who assure that aromatic candles, soaps, and lotions are the ways to a man’s heart —especially since they are handmade.

After we finished seeing the beautiful wood art, my mother wanted us to stop by the bronze statue thick with verdigris of the Spanish, Amerindian, and African people known as the Raíces Fountain. If I am not mistaken, I was ten during that visit and I will never forget how she dragged us to the middle of it and made us smile. At first, we were complaining because we were tired and sweaty. That day had surpassed 95˚F and we felt the small drops of liquid dripping down our necks, but then we coincided after she bribed us with piraguas.

As I’m leading myself to where don Paco is shaving the ice using his hand ice shaver, I acknowledge how his yellow and red wooden pushcart is brighter and radiant. His famous “Yo soy Boricua” umbrella still stands proudly beside the cart. It’s amazing the way he places the shaved ice into a cup and uses a funnel to give it the distinctive pyramid shape.

“The usual cherry piragua, Miss Sophia?” Showing me his kind brown eyes.

“Well of course, don Paco!”

“Your dad is extremely proud of you.” He says when he hands me the red flavored goodness.

A sense of ignominy causes my head to fall to my chest.

“You remind him of your mother,” he states.

“What?”, I ask.

“Your dark-brown eyes also reveal emotions, your almost-black wavy hair smells like the Caribbean ocean too, and you definitely inherited her stubborn personality.”

“But she expects me to marry someone right now. She doesn’t realize that me working for Hachette Book Group has been my dream, that Reyes and Nash have been my constant friends since losing papa, and that living in NYC has been a blessing to me.”

“Have you told her that?”

A salty tear drops to my close lips, but my chest continues to rise and falls evenly.

Then, the combination of the marimba and the flute at the beginning of “Africa” by Toto makes Bruno growl even more. By the ringtone, I know that my mother is calling. Grabbing the beige pillow that is beside me, I place it harshly over my face and pretend that I do not hear it. When that does not work, I grab Bruno and I begin to caress his fur until I feel my eyes close again.

Me being 15 again save me from having to face reality —even if it meant for a short period of time. My backyard is filled with shining golden lights and the full moon illuminates the three level-stand where all the banana cupcakes are located. We are celebrating my birthday, and everyone is at my house.

My uncle Jaime is at the grill. He never stops saying how a drop of beer guarantees juicy ribs. My uncle Franco is in charge of cooking the rice and beans since his well-known farm, Cosechas Tierra Viva, cultivates the best cilantro, sweet peppers, eggplants, and all the different herbs you can imagine. He is the one who brought me the beautiful bouquet of fifteen yellow African daisies. Reyes is in charge of the music, but Nash is trying to explain to him that the Backstreet Boys are never coming back. As I’m saying hello to my aunt, Natalia, I hear the joyful sound of laughter that belongs to my mother. As I move closer, I realize that she is listening to a joke my father is attempting to tell. This is the last time I saw her so peaceful.

Tonight, I’m wearing a white dress that contrasts the golden center of ruby colored flowers. Dad is the one who said that it made me look like an angel. I never thought that, after that day, he was the one who would become my angel. The intro of “Regresa a mi” by LeBron Brothers directs my father to me. He grabs my hand and I look into his kind brown eyes, and his infectious smile shows me his pearly teeth. He loves this song. He says that in his time, couples would dance all night long to romantic ballads. He even met my mother in such gatherings. He puts my left hand on his waist and my right hand close to his heart. We begin to sway to the rhythm of the song, but he chuckles when I end up hugging him instead. His arms feel so real that it’s like a protective blanket is covering me right now.

“I will always love you, Sophia.”

“I know papa.”

“Your mom only wants what she thinks will make you happy.”

A determined expression passes over my face.

“I am going to tell her that I am happy. That one day I will find love and he will treasure me the same way you have done to us. That I am proud of myself for accomplishing all the goals that I wanted. I am going to tell her that I love her too and that we will always have each other.”

Papa tightens our hug and whispers “Te amo” in my ear.

Mario —my black cat— hisses as he enters the lighted room through the open window —he may have lost the battle with the mouse today, Bruno decides at that moment to assault my cheek with his hot and bumpy tongue, and just when I turn and see that it is half past ten, I hear the three familiar knocks at the door letting me know that my mother is here.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados. 

 

Posted on April 13, 2019 .

La visita

Karla E. Aponte Arce
Departamento de Lenguas Extranjeras
Facultad de Humanidades, UPR RP

Había llegado el día, tenía que visitarlo. Mami me obligaba a ir a verlo al menos dos veces al año. Cuanto odiaba a ese viejo. Siempre me recibía con esa mirada intensa, y esa sonrisa cínica. Sentada en la silla de siempre, me pregunta cómo me siento y que cómo me iba va en la escuela... como si le importara. Después de contestarle vagamente, me vuelve a sonreír, era hora. Se acerca lentamente, se me paran los pelos. Me pide que abra la boca, y que me relaje, y me advierte que probablemente dolerá un poco. Al terminar me da una paleta y me dice despidiéndose: “nos vemos en seis meses para tu próxima limpieza”.

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Posted on April 13, 2019 .

A buscar a papá

Zahaira Cruz Aponte
Departamento de Estudios Hispánicos
Facultad de Humanidades, UPR RP

Jorge era un niño brillante y activo. Disfrutaba de ir a la escuela, practicar baloncesto y, sobre todo, compartir con su papá. El niño era feliz de que su padre lo buscara a la escuela, le enseñara a disparar con un arco y una flecha y que le hiciera cosquillas hasta que ya no resistiera. Jorge siempre decía: “Tengo al mejor papá”.

En el cumpleaños número once de Jorge ocurrió un incidente que jamás logró olvidar. Eran las tres y cuarenta y cinco de la tarde y el cumpleañero festejaba con sus compañeros en la fiesta que su mamá y su papá le habían preparado en la casa. Todo era muy feliz. Un payaso hacía reír a los niños. Los adultos charlaban y despejaban las preocupaciones del trabajo. La fiesta culminó a las siete y cinco. Seguido, Manuel, el papá de Jorge, paseó con su hijo en el parque. Era la noche y como de costumbre, le habló sobre la astronomía. Le mostró las estrellas y le explicó al niño a los años luz que estamos del Sol. Era un tema que le apasionaba a Manuel y sobre el que disfrutaba contarle a su niño. Manuel era un militar retirado.

Aquella noche de cumpleaños no culminó en el paseo a ver las estrellas. Al llegar del recorrido, Manuel entró a la casa y Jorge se quedó conversando con su mamá en el balcón. Estuvieron dos horas, hasta que el complacido cumpleañero se levantó para ir por un vaso de leche. Estando en la cocina, Jorge decidió preparar otro vaso de leche para llevárselo a su padre quien habría de estar en el estudio. Subió las escaleras y al abrir la puerta dos vasos de cristal cayeron al suelo. Jorge vio a su padre ahorcado con una soga. Su padre Manuel se había suicidado.

Jorge quedó tan paralizado como una letra escrita sobre un papel. La madre entró a la casa al percatarse de la demora del niño en regresar. Al subir las escaleras, lo halló quieto, frío y con una mirada fija y aterrada hacia el padre en la soga. La mamá llamó a las autoridades y determinaron la situación como un suicidio del militar. Una semana pasó y Jorge no hablaba. Aquel niño dejó de ser el mismo. La conducta activa del niño pasó a ser inhibida. Ya no sonreía y la mayoría del tiempo se cohibía de comunicarse. Un especialista determinó que el chiquillo sufría de un trastorno de estrés postraumático.

¡Qué dolor de la madre al ver a su hijo sin sonreír! La madre abrazaba al niño y el este se le escapaba de los abrazos. Jorge prefería salir al patio y mirar el cielo o encerrarse en su habitación a dibujar estrellas. A veces en los dibujos, añadía imágenes de una soga y su padre. El recuerdo angustioso de ver al padre colgando en la soga, parecía estar presente en cada acción del niño, a pesar de las terapias.

“Mira, es Marte y es el segundo planeta más cercano a la Tierra”—decía a veces Jorge cuando salía solo a ver las estrellas y actuaba tan natural como si su padre estuviese. “Tiene dos lunas, ¿lo sabías?”, añadía. En cambio, su padre no lo acompañaba y aquello era un monólogo distinto y a veces igual, cuando salía a ver las estrellas.

A veces, Jorge se tornaba más triste y decía, mirando al cielo: “¿Por qué te suicidaste, papá?”. La madre intentaba no distanciarse demasiado del niño, pero al acercarse, Jorge regresaba a un silencio casi interminable.

Los sueños, no podría decirse que eran sueños. Jorge se despertaba varias veces en la madrugaba espantado, rechinaba sus dientes y lloraba. Algunas veces, iba donde la madre y entonces, le decía que había soñado con el incidente de su padre. Era una de las pocas veces que le trasmitía con palabras un mensaje a la madre.

Jorge continuó con las terapias. Ya había pasado un año y aunque a veces tenía noches más tranquilas, solo un pequeño recuerdo o una coincidencia bastaba para una recaída. La madre podía percibir en el semblante del niño cuando este recordaba a su padre. ¡Daría tanto por regresarle a su hijo una sonrisa, pero un abrazo ni nada, parecía removerle el vacío a Jorge! Exteriorizaba sus sentimientos a través de palabras muy pocas veces, a pesar de que toda su conducta fuera un reflejo de un sentir.

En la casa Jorge experimentaba ocasiones en las que gritaba al ver el estudio en el cual su padre se suicidó. A recomendación del psiquiatra, la madre decidió cerrar bajo llave el estudio. No obstante, Jorge, callada y ocasionalmente, se acercaba en las noches a la puerta del estudio. La noche retrataba la silueta de un niño recostado sobre una fría puerta de un estudio. Luego en silencio, regresaba a su cuarto.

Jorge, también, tenía episodios de furia. ¿Por qué no volvía a ser el mismo? ¡Tantas interrogantes se formulaba desconsolada la madre! A pesar de que estaba triste, miraba con amor a su niño en los ratos que este hablaba solo, mientras miraba al cielo. “Neptuno y Urano son los planetas más lejanos y pudieron descubrirse solo después del invento del telescopio”, decía Jorge, acompañando el monólogo con gestos que hacía con sus manos y facciones, a la vez que producía una mirada perdida. “Pero, Plutón es el más lejano”, agregaba.

En la escuela Jorge había perdido el interés en las actividades que disfrutaba y apenas respondía el saludo a la sonriente maestra González. La mamá le compraba pequeños detalles para devolverle la alegría. Más veces, el niño mostraba insignificancia y a veces introvertido, la abrazaba.

Se acercaba la época de Navidad. Precisamente, era la noche del 25 de noviembre. Jorge encontró en la mesa de noche de su mamá la llave del estudio donde se suicidó su papá. Abrió la puerta del estudio, vio la soga... Dicen que hallaron una nota firmada por Jorge que leía: “Salí a buscar a papá”.

El balón de básquetbol frente a la casa ya no rebotó más. Ya no habría más monólogos del niño. Ya no habría una lágrima del niño, pero tampoco una sonrisa.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
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Posted on April 13, 2019 .

Por ahí viene

Karla E. Aponte Arce
Departamento de Lenguas Extranjeras
Facultad de Humanidades, UPR RP

Al menos yo corría lo suficientemente rápido luego de apagar la luz del pasillo. Nadie me creía. Había una razón por la cual corría. Detrás de mis pisadas estaba él, pegado, no me perdía de vista. Vivía en las sombras, en la oscuridad del pasillo. No podía entrar a mi cuarto gracias a la lucecita pegada a la pared que me protegía. Pero sucedió, no tuve que correr más. Dicen que fue un apagón. Al final de septiembre me encontró.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Is teleology inevitable in Biology? A theoretical trial of biological functions

Jean Carlos Casellas-Cruzado
Departamento de Biología
Facultad de Ciencias Naturales, UPR RP

 

Resumen

En muchas ramas de la Biología se comparte un hablar funcional, en donde se dice que las partes o acciones de los seres vivos sirven para algo. Mucha de la investigación trabajada en esta disciplina trata de establecer cuál es la función de la parte o acción de un ser vivo. Detrás de las atribuciones funcionales podría haber una dimensión teleológica; es decir, las funciones ayudan a explicar la presencia de una cosa. Este estudio examina el compromiso teleológico en la caracterización de funciones en la Biología. Para poner ello a prueba, y con miras a sustentar ese compromiso, se revisan tres teorías naturalistas contemporáneas sobre la función; estas son: el acercamiento sistémico, la teoría de los efectos seleccionados y la explicación organizacional. Cada una de estas teorías busca redefinir el concepto de función y a la vez atender el asunto de la teleología. La reexaminación hecha en este estudio muestra hasta qué punto es la teleología inseparable de la función y, hasta cierto grado, cuán imprescindible es para la Biología.

Palabras claves: función, Teleología, Filosofía de la Biología, causas finales, Biología

 

Abstract

Most subfields in Biology share a language known as function-talk, whereby the parts and actions of living things are said to be for something. Much of the research in this discipline aims at elucidating what the function of an organism’s part or action is. Beneath functional attributions there may well be a teleological dimension, where functions help accounting for the presence of an item. This study examines the teleological commitment in functional characterization in Biology. In order to test and substantiate this commitment, three contemporary, naturalistic theories of function in the philosophy of Biology are reviewed, specifically the Systemic Approach, the Selected Effects theory, and the Organizational Account. Each of these theories seeks to redefine the concept of function and to somehow address the issue of teleology. Reexamining these theories unravels the extent to which teleology is inseparable from function and inevitable, to some degree, for biology.

Keywords: function, Teleology, Philosophy of Biology, final causes, Biology

 

Introduction

In everyday language, it is not uncommon to seek and to allude to the purpose of things. The purpose of a bookshelf is to hold books; the goal of the U.S. Department of Education is to promote student achievement; the aim of the U.S. Bill of Rights is to guarantee personal freedoms and rights to its citizens. In spite of the plurality, each of the aforementioned purposive statements shares an explanatory role –one concerning the reason which accounts for the presence of such purposive items. The view that the presence of something can be explained by appealing to its purpose, goal, or end is known as teleology[1] (Cummins, 2010, 164; Walsh 113; Wouters 128). This particular sense of teleology qua explanation which alludes to purpose is employed exclusively in this study. Here teleology has nothing to do with a collective purpose of goodness in nature (Plato, Timaeus), nor with an appeal to an intelligent designer (Paley, Natural Theology), and little to do with mankind’s utility (Spinoza, Ethics, Appendix to the First Part). Thus, teleology is understood here as the quest of answering the why-it-is-there question in regard to the study of biological parts and actions.

Function is common in ordinary language, and commonplace expressions, such as “the function of a typewriter is to type,” make evident the ordinary meaning of function. Functions express what an item is for. So, its explanatory role essentially accounts for what-it-is-for and/or what something is meant to do (Garvey 112; Godfrey-Smith 59; Mossio et al. 814). This explanatory role from functional attribution is focused on here.

The two realms that most exhaust function-talk are the realms of artifacts and of living things. This study centers on the latter realm. Functions are important in Biology because an essential part of biology research involves uncovering what a living thing’s parts and processes are for (Campbell et al. 7). Further, to decipher functions is an important asset for inferring adaptation (Futuyma & Kirkpatrick 68). A biologist manifests his or her functional attribution in linguistic expressions, such as “the function of x is y,” or other similar equivalents, such as “x has a role in y,” or “x in order to y” (Canfield 285).

Since function purports to account what something is for, it relates to the purpose or reason for being there. It follows that functions may well be teleological, because functions to account for the presence of something becomes teleological (Wright 155; Mossio et al. 814). This teleological aspect in function gave rise to the main inquiry in this research. If functions are teleological, then biological functions must be teleological as well. Given the importance of functional attribution for biology, to what extent could this mean that teleological thought is inevitable in its study?

Reasons for supporting this this teleological commitment in biological functions were sought through the revision and analysis of three contemporary, naturalistic theories of function, which are namely the Systemic Approach, the Selected Effects theory, and the Organizational Account. Each of these theories propose a conceptual definition of function that has decisive role in their proponents’ commitment to teleology in biological function. Proponents of these theories have discarded, accepted, or even modified their positions towards Teleology. Analyzing their reasons for doing so will provide the fertile ground for a plausible answer to the question concerning the inevitableness of teleological thought in biological sciences.

Historical issue of Teleology

The first appearance of teleology qua explanation was in the form of Aristotle’s final causes, “the end that for the sake of which a thing is or is done” (Physics II 3; Metaphysics V 2). Along with three other causes (i.e. formal, efficient, and material causes), a student of nature or the physicists would thus be equipped for a better or causal understanding of nature (physis) (Falcon). According to Aristotle, final causes had an important role in explaining “the inherent goal-directed tendencies imbued in the matter of living organisms” (Ariew 162) and in non-living matter. Also, Aristotle gives an ontological status to the studied teleology in nature (Aristotle, Physics II, 1). For more than two millennia, goal-directed tendencies would be the epicenter of scientific conception of motion and growth (Cummins, 2010, 166).

The word teleology first appeared in Christian Wolff’s Preliminary Discourse in 1728; it was mentioned as a mode of explanation in reference to an end (telos), and it was contrasted against efficient causes (Glaserfeld 17; Ferrater 767). During this period, philosophical discussion of a contrast between final and efficient causes was not uncommon due to the predominance of the mechanistic view of the world in post-Newtonian physics (Glaserfeld 18; Perlman 3; Wouters 128). Overshadowed by efficient causes in the apex of mechanics, teleology had little room for the study of nature, except in the field of life sciences. In his Critique of Judgment (1790), Kant defends the view that understanding organisms would be impossible, unless by means of a teleological mode of thinking (Fox Keller 25). Kant supports this, whilst warning us against giving an ontological interpretation of any purpose of nature (§67, 285). Two central events in the history of philosophy and biology seem to have expurgated any talk of teleology. In the early twentieth century, logical positivism would condemn teleology as meaningless for lacking an empirical corroboration of final causes (Perlman 4). On the other hand, the integration of the ideas of mendelian genetics and natural selection, also known as Evolutionary Synthesis, was conducive to the current unsympathetic sentiment towards teleology in science (Wouters 128).

Nonetheless, the elimination of teleological explanation in science resulted in the restriction of the advancement that was hoped to follow from a non-teleological biology. Displeased by the inadequate replacement of teleology, philosophers of biology from the second half of the Twentieth century, and with a predominantly naturalistic outlook, reexamined the issue of teleology, hoping to naturalize biological functions, along with its teleological feature (Wouters 129; Perlman 5).

 Naturalism and theories of function

The theories of function that were chosen in this study are the Systemic Approach (SA), the Selected Effects theory (SE), and the Organizational Account (OA). How each of these theories deal with the issue of teleology in the context of biological functions was an important decisive factor for this study, because some proposed definitions of function determined the fate of teleology in general. These three approaches to function share the philosophical stance known as naturalism, which makes them “naturalistic” theories of function. So before analyzing reasons for discarding or advocating for teleology, the principal tenets of naturalism must to be sketched for a better understanding of the agenda behind such naturalistic theories.

Naturalism is the “two-fold view that (1) everything is composed of natural entities […] whose properties determine all the properties of things […]; and (2) acceptable methods of justification and explanation are continuous, in some sense, with those in science” (Cambridge Dictionary of Philosophy 596). Its strict scientific methodology leaves no room for judgements of value posed by an external observer. Rather, it limits its concerns to purely natural phenomena that can be explained by natural causes (Bedau 647; Edwards V 448).

Naturalism regulates both function and teleology. Ontological and epistemological naturalistic tenets make biological functions inherent properties of the constituent parts of living systems, because they correspond to natural effects of an organism’s parts, which are sought by (scientific) biologists (Perlman 10). Concerning teleology, if the why question alludes to a natural cause or a scientifically acceptable causal explanation, then teleology is accepted or said to be naturalized (Mossio 814). Moreover, to naturalize teleology is way of legitimizing its mode of explanation. In addition to these naturalistic criteria, philosophical analyses of function pragmatically seek to make their definitions compatible with scientific application of function talk in Biology and commonplace usage (Garvey 112).

 Contemporary approaches

Systemic Approach

The first theory to be discussed is known as Systemic Approach (SA). Robert Cummins, the leading proponent of the SA theory, proposes that “the function of an item is the role of that item in bringing about an activity or capacity of a complex system of which that item is a part” (paraphrased by Wouters 135). At the core of this theory, the functional analyses express the explanatory essence of function when the capacity or disposition of an organism’s part is identified, instead of showing why it is present (Cummins, 1975, 751). In other words, rather than explaining what it is for, functions aim to understand how it works (Cummins, 2010, 165; Garvey 122). Cummins (2010) argues that the teleological explanation is not directly addressed in the characterization of functions, making it an irrelevant explanandum (165). Also, he defends the view that teleology fails to provide adequate causal grounding. The effects of a function-bearing item cannot causally determine its current presence (746). Hence, to analyze function is to seek how the constituent parts of a system (e.g. the parts of a heart) contribute to a higher complexity level (e.g. the heart) of a system’s disposition or capacity (to circulate blood). The focus of this theory on the actual functions of existing traits makes it present-looking and also suits with its usage of in biological sciences (Perlman 12; Garvey 122).

Certainly, much of the functional ascriptions in Biology involve explaining how parts and processes work to contribute to higher level phenomena. RNA interference, method whereby the expression of specific genes is silenced, helps assess what a key protein does and how it contributes to normal or aberrant cellular level capacities (Agrawal 657-658). However, irrespective of the insistence of discarding teleological thought as irrelevant to functional analysis, it can be argued that SA’s talk of contribution does not wholly eschew the purposive element of functions. There is still a forwards-looking end or goal-directed tendency in the description of functional parts. A dispositional approach that recognized this purposive element was the Goal Contribution Approach, which interpreted capacities in cybernetic “goal states” (Adams 505; Mossio et al. 818).

Moreover, SA has been subject to criticism mainly due to the non-restrictive ambiguity of the term contribution. Opponents against this approach argue that it lacks a “criterion to identify the relevant set of contributions for which functional analysis makes sense” and is “unable to draw an appropriate distinction between ‘proper’ functions and accidental, useful contributions” (Mossio et al. 817). Interestingly, Mossio declares that the unsatisfactory redefinition of function according to SA is due to “the price paid for excluding the teleological dimension as a proper explanandum” (819).

Selected Effects theory

The second theory discussed here is the Selected Effects (SE) theory, a branch of the etiological approach. This study focuses on Karen Neander’s conception of proper functions, because of her explicit reference to natural selection as the basis of her analysis. “It is the/a proper function of an item (X) of an organism (O) to do that which items of X’s type did to contribute to the inclusive fitness of O’s ancestors, and which caused the genotype, of which X is the phenotypic expression, to be selected by natural selection” (174).

Consequently, the proper function of the heart is to circulate blood, because doing so is what “caused [it] to be favored by natural selection” (168). It should be noted how the teleological dimension of functions is naturalized here. Why a heart is there is still appealed to its function. Yet to avoid the causal loop of confusing the effect for its cause, the appealed effects in SE are historically in the past. How functional items became present can be accounted for by the scientifically accepted mechanism of natural selection (Cummins, 2010, 167).

The strongest criticism towards SE in the function debate is that its criterion for functional attributions focuses almost exclusively to their evolutionary histories, instead of what functional items actually do (Mossio et al. 821). SE has been challenged claiming the elucidation of the evolutionary history of functions is both impossible in biology and insignificant in the ascriptions of biological functions (Wouters 144; Cummins, 2010, 171; Mossio et al 821). Harveian physiology, which precedes Darwin, rebuts, stating that evolutionary history is an unnecessary condition for function characterization. Neander addressed this “[concern] for the criteria of application that [biologists] have in mind” (176). A contemporary biologist would have no qualms in justifying function in the light of evolution, since her notions behind functional ascriptions are influenced by her theoretical background. This, however, does no justice to Harvey’s functional ascription, which is why Neander contends that Harvey “will have supposed that biological parts and processes were the result of some sort of selection process (such as design by God)” (176). If this were true, then it illustrates how a biologist is somehow intuitively committed to the purposive element inherent in biological functions, even if selection were done mechanistically (i.e. not intentionally) by nature.

Organizational Account

Matteo Mossio, Cristian Saborido, and Alvaro Moreno are the proponents of the final contemporary approach assessed here, which is called Organizational Account (OA). Their proposition for biological functions merges the virtues in the etiological and dispositional approaches, which are, respectively, adequate in accounting for functional normativity, and proper for the recognition of the means-end causal relationship in function talk. The central theoretical conception of biological organization makes this pluralistic blend original. Although innovative in their solution, Mossio et al. state that OA is driven by the same naturalistic agenda –that is, to naturalize its teleological dimension, along with its normative dimension (815). It is relevant for this study to make mention that OA shares a positive attitude towards this teleological dimension, that functions have a role in “explaining the existence, structure, and morphology of [function-bearing items]” (814).

The natural phenomena whereby the teleological quality of functions will be grounded is the emergence of self-maintaining systems. A self-maintaining system arises when many microscopic elements adopt a macroscopic ordered pattern or structure “in the presence of a specific flow of energy and matter in far-from-thermodynamic equilibrium (FFE) conditions” (823). The system will be self-maintained by virtue of the mutual interdependence of the micro and macroscopic contributions; this mutual causal relation is referred as organizational closure, which becomes the basis of the of teleology, because it “justifies explaining the existence of a process by referring to its effects” (825). In a complex system, such as biological systems, functional attributions will specify the contribution to the mutually causal-maintenance of localizable patterns and structures in the system (826).

Essentially, OA embraces function’s teleological dimension and claims to adequately advocate for its naturalized grounding in the light of closed and differentiated self-maintaining organizational systems. Whether the appeal to the natural phenomenon of self-maintaining systems is a convenient naturalistic strategy for advocating its legitimate use in Biology or not, the evident uneasiness of abandoning a function’s teleological dimension and the effort of preserving it is enough to illustrate the importance of this notion in Biology, and in other functional attributing scientific fields.

Conclusion

Having assessed three naturalistic contemporary accounts of the concept of function, there is reason for trusting in the once suspicious teleological notion in functional attributions. Although condemned as an irrelevant explanandum in SA, it was shown here that the vagueness in its notion of contribution in functional analyses revealed a covert purposive element a system’s lower constituent. In the SE approach biologists, regardless of theoretical background, implicitly supposed functional items as adaptive traits, which make manifest his or her instinctive teleological mode of reasoning. Finally, it was shown in OA how a theoretical conception of biological organization provides the means for which to embrace a teleological notion in biological. Thus, from these three theories teleology has a constitutive role in biological functions. In none of these approaches is teleology not thought to supersede biological processes, such as evolutionary processes; however, teleology in biology is (1) an unavoidable descriptive apparatus and (2) a methodologically useful in biology, such as the inference to adaptive traits.

Moreover, naturalism as the basis for legitimizing the teleological feature of functions presents an internal issue. In these three theories, teleology can not only be justified, unless a reduction to natural phenomena or causes is found. Whenever teleology is sought to be understood under causal grounds, the why-it-is-there question suddenly becomes a how-it-came-to-be. If teleology is reduced to efficient causes, then it ceases to be teleological. Natural selection and organizational-closure are examples of how a naturalized teleology is an ill translation of efficient causes. Naturalism, hoping to make justice for the teleological notion, ironically misperceives its true explicative nature and must be deemed unfit for its so-called justification.

 

Works cited 

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Notes:

[1] Although an agent may somehow be implied from this concept of teleology, I only wish to stress it explains the presence of something by alluding to its purpose. Goal-directedness or forward-looking are interchangeable with this concept.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Sesgos del comportamiento asociados con la participación en el Programa de Asistencia Nutricional[1]

Andrea C. Curet González / Javier J. González Piñeiro
Departamento de Finanzas
Facultad de Administración de Empresas, UPR RP

 

Resumen

Este trabajo de investigación presenta una oportunidad para el diálogo público, a la vez que desarrolla el dominio de temas con pertinencia en la disciplina económica emergente. Si bien, los factores identificados en publicaciones previas sobre la asistencia nutricional pueden explicar los efectos de participar en Programas de Asistencia Nutricional (PAN), también pueden utilizarse para explicar la presencia de sesgos (biases) del comportamiento humano en la participación de este tipo de subsidio gubernamental. La información encontrada permite un acercamiento crítico a la Asistencia Nutricional describiendo sesgos del comportamiento en tres niveles: toma de decisiones para participar del subsidio suplementario, relación con la decisión por trabajo, y decisiones de compras subsidiadas. El trabajo se adapta al reto de publicaciones limitadas sobre el área de behavioral economics en su aplicación a programas públicos, discutiendo los sesgos asociados con asistencia nutricional a través de una revisión de literatura centrada en publicaciones de Estados Unidos y trasladando ese análisis a Puerto Rico para catalizar la discusión sobre estos temas en la Isla. Al final, se presenta una recomendación de intervención gubernamental para integrar conceptos clave en la rama de behavioral economics.

Palabras claves: economía del comportamiento, sesgo, asistencia nutricional, subsidies, Puerto Rico

  

Abstract

This research paper presents an opportunity for public dialogue, while developing knowledge of issues relevant to the emerging economic discipline. Although the factors identified in previous publications on nutritional assistance can explain the effects of participating in Supplemental Nutrition Assistance Programs (SNAP), they can also be used to explain the presence of biases in human behavior related to participation of this type of subsidy. The acquired information allows space for a critical approach to Nutrition Assistance describing behavioral biases at three levels: decision to participate in the supplemental subsidy, relationship with the decision for work, and subsidized purchasing decisions. This paper adapts to the challenge of limited publications on the area of behavioral economics in its application to public programs, discussing the biases associated with nutritional assistance through a literature review focused on United States publications and transferring that analysis to Puerto Rico to catalyze discussions about these issues on the Island. The end of the research illustrates how key concepts from behavioral economics are integrated to present a recommendation for government action.

Keywords: behavioral economics, bias, SNAP, subsisdies, Puerto Rico

 

Introducción

Los Programas de Asistencia Nutricional (PAN o SNAP, por sus siglas en inglés) han generado debate público sobre la dependencia de subsidios gubernamentales y la perpetuidad de la pobreza. Sin embargo, poco ha ocurrido para transformar el diseño de estos programas públicos, tomando en cuenta el comportamiento humano. Particularmente en Puerto Rico, el PAN es descrito como el “programa de asistencia pública más importante” (Segarra, 1999 p. 1), debido a la cantidad significativa de beneficiarios. Como respuesta a su relevancia para el análisis socioeconómico, este trabajo de investigación toma participantes de Asistencia Nutricional como sujeto de estudio, y busca sumarse a otros referentes de una perspectiva económica que integra diversas disciplinas científicas para estudiar la toma de decisiones. Siendo un tema emergente en Economía, las investigaciones behavioral economics (economía del comportamiento) han brindado información valiosa para enriquecer el diálogo público sobre los temas de comportamientos económicos racionales y las manifestaciones heurísticas en los individuos.

En principio, se determinó que una mirada distinta a los programas públicos relacionados con el área de behavioral economics, como el PAN, puede aportar a un mejor diseño del programa en el futuro. La búsqueda inicial de datos, desde la perspectiva de behavioral economics, permitió formular la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son los sesgos a los que responden las personas que reciben ayuda de PAN en tres niveles: su participación, sus decisiones por trabajo y sus compras con los fondos? El objetivo de esta publicación es responder dicha pregunta por medio de una revisión de literatura y trasladar ese análisis para presentar una recomendación de intervención gubernamental al caso de Puerto Rico.

Definiciones

Para propósitos de esta investigación, se ha decidido referenciar el concepto de behavioral economics, sin adjudicar una traducción y según definido por el economista Richard Thaler (2015), como el modo de estudio económico que “acredita a las personas con la cantidad justa de racionalidad y debilidades humanas” (p. 1800). El área económica emergente de behavioral economics incorpora información de otras ciencias sociales como la psicología, al estudio de los agentes económicos, proveyendo miradas más certeras sobre el comportamiento humano, donde la toma de decisiones es influenciada por múltiples factores y no se comporta bajo el presunto axioma de una racionalidad teórica (Thaler, 2017).

Para este trabajo, de igual forma se adopta la definición de sesgo descrita por el economista nobel Daniel Kahneman, siendo esto un “rasgo no-racional del comportamiento que produce errores sistemáticos en la toma de decisiones” (Kahneman, 2011, p. 8). Además, se acogen las siguientes definiciones para comportamientos sesgados que son identificados a través del texto, también descritos por Kahneman: anclaje (anchoring) - ocurre cuando “las personas otorgan un valor particular para una cantidad desconocida antes de realizar un estimado” (p. 119) y disponibilidad (availability) - se observa una “dependencia en la búsqueda de memoria fácil o conocida” (p. 129) cuando se enfrenta a una nueva toma de decisiones (Kahneman, 2011). Por último, se define la contabilidad mental (mental accounting) según Thaler, como un “sistema implícito que sirve para evaluar, regular y procesar el presupuesto personal” (Thaler & Sunstein, 2008 p. 50).

Revisión de Literatura

Decisión por participar del Programa

Existen diversos factores a considerar para explicar la relación entre los Programas de Asistencia Nutricional y sus niveles de participación, entre ellos, la cultura o trasfondo social de las personas beneficiadas y la arquitectura o diseño del programa. Estos programas públicos funcionan para asegurar un nivel básico de consumo en familias de bajos ingresos y, según Williamson y Whitmore (2012), la mayoría de los estudios observados sobre el tema sugieren que estos programas ofrecen un ingreso seguro que sirve como ancla a sus participantes.

A favor de la asistencia nutricional, James P. Ziliak habla sobre las razones por las que los estadounidenses participan del PAN. Según Ziliak (2013), algunas de las razones principales provienen directamente de la situación económica y del mercado laboral. Su investigación examinó las funciones relativas de la política y la economía en la participación del PAN a través de treinta años, aislando la influencia de cambios demográficos. Por medio de un análisis aislado de multivarianza, denominado 𝑆𝑁𝐴𝑃𝑖𝑗𝑡, el equipo concluyó que el aumento en la media de los ingresos causó una pequeña reducción en el número de beneficiarios del PAN, incluso si aún mantenían niveles elegibles para la asistencia.

Por otro lado, un estudio conducido por Eileen Segarra (1999), que tomó como sujeto a parejas casadas que recibían el beneficio del PAN en Puerto Rico, analizó la respuesta de los matrimonios a una reducción en el nivel de ingreso elegible para participar del Programa. La autora menciona que el beneficio máximo por familia en la Isla es “cerca de un 25 por ciento menor al de los 48 estados contiguos y el Distrito de Columbia” (p. 4), por lo cual la cantidad promedio de ingresos por familia no es similar al estudio de Ziliak y, en este caso, permite observar comportamientos decisionales independientemente del nivel de ingreso de los sujetos. El análisis en Puerto Rico identificó que las familias “redujeron su oferta laboral entre un 3.5% a un 4.5%” (p. 22), “para evitar perder su elegibilidad al Programa” (p. 21) y mantener su nivel de ingreso acostumbrado.

Los resultados en ambos casos sugieren que las personas elegibles a este programa emplean la contabilidad mental y a su vez responden a un tipo de sesgo conocido como anclaje. Esto significa que el nivel de ingreso necesario para su estabilidad sirve como punto de comparación para determinar cuánto dinero necesitan obtener en asistencia nutricional y compensar su nivel de presupuesto acostumbrado con horas trabajadas (Kahneman, 2011). De igual forma, según Ziliak (2013) los resultados identificaron que el beneficio del PAN es menor en hogares que no albergan múltiples generaciones, sugiriendo un patrón de comportamiento hacia la dependencia de asistencia nutricional en aquellos hogares donde las generaciones anteriores reciben el subsidio; lo que, para propósitos de esta investigación, describe un típico sesgo de disponibilidad.

Decisión por trabajo

Los niveles de beneficios a ser recibidos dependen del ingreso de la familia, de modo que, a menor ingreso, mayores beneficios y viceversa. En un estudio realizado por Williamson y Whitmore (2012), se determinó que los beneficios monetarios del PAN funcionan de manera intercambiable como efecto ingreso o efecto sustitución en la oferta laboral del beneficiario. El estudio, explica el caso de una persona trabajadora que ingresa a un programa de asistencia nutricional, y reduce las horas trabajadas, demostrando un efecto ingreso. Este efecto ingreso, es explicado en behavioral economics como un concepto de anclaje, debido a que la persona elige trabajar menos porque su nivel de ingreso acostumbrado (o ancla), ahora es alcanzado con una combinación entre subsidio y salario. Por otro lado, si una persona participante de un programa de asistencia nutricional puede obtener un trabajo, cuyo salario sea menor o igual a su salario de reserva, siendo en este caso el ingreso del PAN, la persona preferiría no ingresar al mercado laboral, tomando entonces un efecto sustitución, y demostrando nuevamente un anclaje con el nivel de ingreso acostumbrado.

Lo antes mencionado está correlacionado con el análisis sobre cómo los salarios mínimos afectan las inscripciones y los gastos en el PAN (Reich & West, 2015). Reich y West investigaron la diferencia, a nivel estatal y federal, en el salario mínimo entre 1990 y 2012, y encontraron que un aumento de 10 por ciento en el salario mínimo reduce la inscripción del PAN por un promedio de 2.8 por ciento y reduce un 1.9 por ciento de los gastos del programa. Manteniéndose dentro de los parámetros de elegibilidad, si el salario mínimo federal aumentase de $7.25 a $10.10 la hora, la inscripción se reduciría entre un 7.5 y 8.7 por ciento o en 3.1 a 3.6 millones de dólares con los datos del año 2012. Asimismo, los gastos anuales disminuirían seis por ciento o unos 4.6 mil millones de dólares (Reich & West, 2015). Estos datos explican un efecto sustitución en la decisión por empleo, así como el uso de contabilidad mental y anclaje en los participantes, quienes determinan innecesario el uso de los beneficios gubernamentales, ya que alcanzan un nivel de ingreso deseado con su nuevo salario más alto. Este análisis de aumento de salarios no toma en consideración cambios en el nivel de empleo (o desempleo); no obstante, ejemplifica el efecto de otras decisiones gubernamentales no necesariamente vinculadas con el PAN, que tienen un efecto directo en los programa públicos y a su vez influyen el razonamiento sesgado de la población.

En el análisis del caso de Puerto Rico conducido por Segarra (1999), se esperaba que “el efecto sustitución en la decisión por trabajo provocara un aumento en horas trabajadas para aquellas familias que perdían su elegibilidad al PAN” (p. 2). No obstante, los datos revelaron que “el ajuste en restricciones de elegibilidad no produjo un aumento en horas trabajadas” (p. 21). Contrario a la teoría laboral, se descubrió que las mujeres casadas redujeron sus horas trabajadas, con el propósito de mantener a su familia dentro de los parámetros elegibles para el PAN. Estos resultados refuerzan la aplicación de la rama de behavioral economics, ya que sugieren la presencia imperante del anclaje con el nivel de ingreso acostumbrado por el beneficio.

Una mirada paralela al estudio de Puerto Rico con el descrito por Reich y West, comprueba la manifestación de comportamientos sesgados o “irracionales” independientemente la condición económica y el contexto laboral de los sujetos de estudio. Por un lado, las personas en Estados Unidos (Reich y West, 2015) dejaron de recibir el beneficio del PAN a pesar de continuar siendo elegibles, pues un aumento en salarios les permitió alcanzar su nivel de ingreso ancla utilizando horas trabajadas; mientras, los sujetos en Puerto Rico (Segarra, 1999) determinaron disminuir sus horas trabajadas para continuar dentro de los parámetros de elegibilidad y así mantener su nivel de ingreso ancla utilizando el PAN.

Añadiendo al tema de empleo, en 1996 el gobierno de los Estados Unidos, realizó una reforma a su programa de asistencia social TANF, para promover que los recipientes de ayudas consiguieran trabajo. Sin embargo, un estudio realizado por Danziger, K., Danziger, S., Seefeldt, y Shaefer (2015) identificaron que las personas de bajos ingresos que abandonaron el programa para trabajar, tuvieron dificultades en mantener un trabajo estable. El estudio explica que algunos programas de asistencia social tienen como requisito poseer un empleo con la intención de crear un sistema de estabilidad de ingresos basado en trabajo. Sin embargo, el requisito funciona solo si las condiciones económicas del país proveen opciones de trabajo que permitan la movilidad socioeconómica (Danziger et al., 2015).

Entre sus hallazgos, Danziger et al explican que, los pasados beneficiarios de diversos programas de asistencia gubernamental que ingresaron al empleo como requisito, ganaron menos de la mediana salarial en su mercado laboral. Siguiendo la mirada de behavioral economics, los sistemas de este tipo provocan un sesgo de anclaje para la formulación de la cantidad de ayuda que el individuo puede recibir. No obstante, la falta de un diseño adecuado para la selección de empleo, contribuye a perpetuar la pobreza del individuo, debido a los costos de vida y la paga de impuestos. Estos últimos representan de inmediato un porcentaje mayor en el nuevo presupuesto, lo cual no es contemplado en la contabilidad mental cuando el salario de reserva proviene únicamente de asistencia gubernamental. Según Danziger et al  (2015), para lograr la inserción al mercado laboral y la eventual salida de un programa público, las personas de clase baja deben contar con una opción que les provea el mayor ingreso posible a la vez que reciben servicios adicionales de apoyo transicional, como cursos de manejo presupuestario y/o talleres de educación financiera, así logrando modificar su ancla de ingresos y su contabilidad mental.

Decisiones de compra con el subsidio

Con relación a las decisiones de compra, Ammerman, Hartman y DeMarco (2016), presentan en un artículo la influencia de behavioral economics en la dieta de beneficiarios del PAN. Esta investigación establece que las decisiones de consumo de los participantes son influenciadas por aspectos no vinculados a barreras económicas, ya que las personas de bajos ingresos que reciben asistencia suplementaria, seleccionan comidas que no son beneficiosas con relación al valor nutricional, aunque puedan pagarlas. Los autores plantean una mirada al tema de behavioral economics a partir de su hipótesis, donde definen el concepto de inseguridad alimentaria como un fenómeno, no limitado a la falta de dinero para adquirir alimentos, sino extendido al razonamiento cognitivo para el uso de los fondos disponibles. El artículo identifica varios escenarios donde el diseño de la tienda, la falta de restricciones a ciertos alimentos y la sobrecarga de opciones resultan en compras de comida con poco valor nutricional, demostrando la existencia de sesgos en el comportamiento de los usuarios del PAN, que no van ligados a seguridad económica que se espera de este beneficio público (Ammerman et al, 2016).

Consecuentemente, el artículo publicado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos por Coleman-Jensen, Gregory y Singh (2014), presenta estadísticas de la encuesta sobre la seguridad alimentaria, los gastos en comidas y los programas de asistencia nutricional en hogares norteamericanos. Esta información parte de la premisa de que el acceso a una alimentación saludable está limitado por “falta de dinero y otros recursos” en los hogares. La encuesta cubrió un total de 42,147 millones de hogares estadounidenses. Los resultados presentaron que 17.5 millones de hogares (14.3%) experimentaron inseguridad alimentaria. No obstante, de estos hogares el 62 por ciento informó estar participando en al menos uno de los programas federales de asistencia nutricional (PAN, WIC, o Almuerzos Escolares). Estos datos indican que los programas de asistencia nutricional reducen la inseguridad alimentaria por el lado del alivio económico (proveen dinero para comprar comida), pero no necesariamente redundan en una dieta saludable. La inseguridad alimentaria, por lo tanto, no es solo un factor de acceso monetario, sino que responde a otras variables ubicadas directamente en el comportamiento y razonamiento humano.

Los autores Richards y Sindelar (2013) comprueban que existen varios conceptos de behavioral economics presentes en las decisiones de comida por participantes del PAN. Richards plantea que las propuestas para modificar el programa de asistencia nutricional no consideran los elementos del comportamiento que impiden las compras nutritivas. El artículo sugiere como alternativa la implementación de conceptos de behavioral economics para diseñar varios programas. Estos programas tendrían incorporados métodos como recompensar las compras saludables con un aumento en beneficios del PAN, incluyendo una revisión mensual automática con un máximo de bono permisible y la elaboración de una lista de “alimentos elegibles recomendados”, la cual se distribuiría al usuario según su composición familiar y referente al momento de realizar sus compras. Por medio de dos estudios piloto, el equipo de Richards concluyó que las personas responden a diversos sesgos al adquirir sus alimentos y que las intervenciones de behavioral economics suponen una oportunidad de alcanzar resultados sin modificar los programas públicos con restricciones (Richards & Sindelar, 2013).

Conclusiones y recomendaciones

El área de la Economía de behavioral economics funciona de base teórica para evaluar Programas de Asistencia Nutricional Suplementaria, con el propósito de conocer los motivos inherentemente cognitivos por los cuales las personas participan de los mismos. Uno de los objetivos principales de este artículo es identificar los sesgos asociados con la participación del PAN en tres niveles: participación, trabajo y consumo. Por los hallazgos en la revisión de literatura se identificó que los beneficiarios del PAN responden a tres sesgos principales: contabilidad mental, anclaje y disponibilidad, que son identificados en cada nivel decisional.

Esta información brinda una base para enfocar la discusión sobre las alternativas existentes, que permitan satisfacer necesidades básicas mediante una seguridad de ingresos y reduzcan las posibilidades de dependencia gubernamental a largo plazo. No obstante, existen aún muy pocas investigaciones que trabajen el tema de behavioral economics en su aplicación a programas públicos, lo cual representa una limitación a los hallazgos de esta búsqueda de información. En adelante, se exhorta a la comunidad académica y científica a continuar desarrollando investigaciones y publicaciones que enriquezcan las bases de discusión sobre temas relacionados a esta rama de la Economía.

Partiendo de los hallazgos y reconociendo las limitaciones identificadas a lo largo del trabajo, se propone una intervención dirigida a los jóvenes cercanos a graduarse de escuela superior, donde el gobierno existe en un contexto educativo que sigue el sistema K-12. La intervención comienza por seleccionar un grupo de escuelas superiores y trabajar con las poblaciones de duodécimo grado en estas escuelas. Se presume que los estudiantes en esta etapa de estudios obtienen sus referencias de información financiera y laboral de fuentes inmediatas como familiares y amistades. Además, son más susceptibles a modificar su comportamiento y reducir la presencia sesgada en sus decisiones económicas. Los siguientes tres se han identificado como axiomas principales:

  • Los agentes NO son seres racionales

  • Los agentes están debidamente capacitados para obtener un empleo

  • Los agentes reciben al menos una ayuda económica gubernamental

El diseño del programa recorre un total de siete componentes, y ocupa una visión a largo plazo por una duración aproximada de siete años para cubrir todas sus fases y generar resultados contundentes. Primero, se realizará un cuestionario sobre sus expectativas educativas posgraduación de la escuela, y su percepción financiera de estudiar en la universidad. Luego, se les ofrecerá una conferencia sobre planificación financiera para la universidad, presentando como componentes las becas aplicables y los gastos promedio de estudiantes en su misma posición. Durante la orientación, se les presentarán distintos escenarios de presupuesto. Se demostrará el nivel de estabilidad financiera de una persona que sólo depende del PAN, un segundo escenario sería de una persona que trabaje por salario mínimo, y un tercero donde se combinan los dos escenarios. A la vez se explicarán los cambios en nivel de ingreso, siguiendo escenarios de una persona empleada y otra desempleada, donde ambas sean beneficiarias del PAN. De igual forma, se les orientará sobre personas con un mismo trasfondo para minimizar los efectos heurísticos en la toma de decisiones (anclaje y disponibilidad). Los PAN serán presentados como una posibilidad de ayuda durante sus años de estudio porque, si deciden estudiar en una universidad o un instituto, muchos calificarían para los PAN por ser estudiantes. En esta actividad también se les brindará información de los requisitos para recibir ayudas públicas como becas, préstamos y PAN. Luego de participar de las orientaciones, se les volverá a hacer una encuesta para medir si hubo cambio en percepciones o conductas económicas.

Siguiendo esta intervención se busca provocar un de-sesgo de disponibilidad y anclaje en los jóvenes que de alguna manera directa o indirecta guardan relación con beneficiarios dependientes del PAN en su hogar y no tienen niveles de ingreso representativos de su realidad como estudiantes. Además, se busca modificar su percepción del PAN hacia una ayuda temporera en sus años de estudios. Se espera observar que, a medida que los jóvenes se vayan desarrollando como profesionales, disminuyan la necesidad de recibir PAN y sientan que su beneficio del programa debe culminar una vez dejen de ser estudiantes y entren al mundo laboral. En adición, se espera que la mayoría de los partícipes reduzcan progresivamente la necesidad del uso de la asistencia gubernamental, y la sustituyan por un ingreso laboral, evitando la dependencia del programa a largo plazo.

Se sugiere utilizar la información recopilada de las encuestas para construir el perfil de cada participante donde cada uno tendría un número específico para mantener anonimidad en los encuestados. Primordialmente, se realizará una encuesta de cuántos familiares y/o allegados de los participantes son beneficiarios del PAN. Además, estos serán evaluados al momento de graduarse de la escuela para conocer cuántos realizarán estudios subgraduados y las fuentes de ingreso que planifican utilizar para cubrir sus gastos. Las encuestas realizadas en este periodo se utilizarán para actualizar el perfil de la persona. Luego, se reevaluarán al momento de terminar los estudios subgraduados y finalmente dos años después de culminados. Las últimas dos encuestas medirán la transición de los jóvenes al mundo laboral luego de la universidad y la utilización del PAN, identificando si continúan con los beneficios en conjunto con un salario, si ya no participan, o si solo reciben PAN. Esta secuencia de encuestas permitirá evaluar el cambio en disponibilidad y medir el éxito de la intervención diseñada.

 

Referencias 

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Coleman-Jensen, A., Gregory, C., & Singh, A. (2014). Household Food Security in the United States in 2013. USDA-ERS Economic Research Report Number 173. dx.doi.org/10.2139/ssrn.2504067

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Notas:

[1] Este artículo se basa en los resultados de un proyecto investigativo titulado “Heurísticas del comportamiento asociado con la participación en el Programa de Asistencia Nutricional Federal”, el cual contó con la colaboración de Rafael W. Molina Berríos y Luis F. Díaz Hernández. Este fue desarrollado como tarea final para el Seminario de Análisis Económico y Financiero Aplicado (FINA 4001), dirigido por el profesor Manuel Lobato Vico, en la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Entre las paredes de la domesticidad: cuatro décadas de uso

Gelenia M. Trinidad Rivera
Departamento de Sociología y Antropología (Antropología)
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP


Resumen

Este ensayo estudia el espacio interior de tres estructuras, en un mismo bloque, localizado dentro del barrio Mercado. La consulta de los censos poblacionales junto con los planos de 1966 elaborados por el Historic American Building Survey (HABS), ayudan a enlazar el espacio en estudio con la fluctuación continua de habitantes durante cuatro décadas de uso. Bajo el análisis comparativo de la información consultada se logra evidenciar los niveles de hacinamiento de los residentes en la isleta según el espacio doméstico disponible y las divisiones en cuanto lo público/privado. El uso de los datos demográficos pretende traer un carácter humanístico a los análisis de decadencia del patrimonio histórico arquitectónico en el San Juan colonial.

Palabras claves: arquitectura, domesticidad, sobrepoblación, censos poblacionales.

 

Abstract

This article studies the interior space of three structures, in the same block, located within the Mercado neighborhood. The use of population censuses along with the 1966 plans by the Historic American Building Survey (HABS), serves to link the space under study with the fluctuation of inhabitants during four decades use. Under the comparative analysis of the information consulted, it is possible to demonstrate the levels of overcrowding inside the structures, according to the available domestic space and the divisions regarding public / private sphere. The use of demographic data pretends to bring a humanistic character to the analysis of decadence of the historical architectural heritage in colonial San Juan.

Keywords: architecture, domesticity, overpopulation, population census.


Introducción

El colorido encanto adoquinado de la isleta de San Juan no siempre fue lo que se observa hoy día. Dado a las atribuciones que tiene la isleta, la cercanía a los puertos y su activo desarrollo económico, para principios del siglo XX, cae en un alto nivel de hacinamiento, usualmente observado y descrito a través de la decadencia de su infraestructura, el empobrecimiento estético del patrimonio histórico-arquitectónico de la ciudad, junto con “un inevitable deterioro en el clima y la atmósfera urbana” (Sepúlveda, 1989). No obstante, el siguiente estudio enfatiza en continuar explorando estos espacios bajo un análisis demográfico de tres estructuras en el Barrio Mercado, la casa 27 (109) y la casa 35 (101) en la calle San José, y la casa 20 (104) en la calle de la Cruz, durante las décadas de 1910 a 1940. Como parte de la metodología para esta investigación, se recopiló la información mediante la consulta de censos poblacionales para entender el desarrollo demográfico en las estructuras seleccionadas. A su vez, se creó un análisis comparativo entre la información obtenida de planos de 1921 y 1966 para entender su respectiva ubicación y volumetría interna.

Los datos demográficos pueden ayudar a reconstruir los espacios ocupacionales de vida cotidiana en los que se desarrolló una actividad doméstica continua y variada. Al mismo tiempo sirven como una herramienta para entender cómo la población bajo estudio –según su contexto y sector socioeconómico, político y demográfico– puede afectar la forma en la que se presenta la evidencia tanto arquitectónica como arqueológica. Por consiguiente, la presente investigación resalta la forma que, tanto datos arquitectónicos como etnohistóricos, ayudan a reconstruir el entorno doméstico urbano. Con el siguiente estudio no invasivo del pasado doméstico en el San Juan colonial intramuros, se comienza a hacer arqueología desde los documentos. Esto al proponerse comparar la cantidad de familias y residentes registrados en los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940 y calculando la volumetría según las divisiones internas de las estructuras seleccionadas. De este modo se persigue entender cómo el espacio afecta el desarrollo de la población y composición familiar en la isleta de San Juan en el periodo de 1910 a 1940.

Las estructuras en las ciudades históricas se mantienen conectadas a sus diversos ocupantes a lo largo de su historia. Precisamente este es el tema que se aborda en “People and their Building in the Working-Class Neighborhood of Hungate, York”, donde los habitantes de este barrio en Inglaterra reutilizan los edificios históricos para subdividirlos y reconfigurarlos en nuevas unidades de residencias, y así cubrir la necesidad de vivienda escalonada que se dio en el barrio esta área (Rimmer, 2011). Este fenómeno es común en diversas ciudades latinoamericanas como La Habana (Cuba) y Panamá La Vieja (Panamá). Ambas han sufrido múltiples cambios urbanísticos y arquitectónicos con el fin de sufragar las necesidades de una creciente densidad poblacional. Estos casos se resaltan detalladamente en trabajos como “La ciudad de La Habana, símbolo de decadencia”, de Antonio Naval Mas; “Repercusiones espaciales de la fortificación colonial en La Habana”, de Alfredo González Fernández y “Panamá Viejo después de su destrucción”, de Silvia I. Arroyo. Los tres casos mencionados señalan la incorporación de un trazado urbano meramente europeo, los devenires de este y sus consecuencias con el imparable crecimiento poblacional.

Un acercamiento similar se realiza en Ballajá: arqueología de un barrio sanjuanero, donde se presenta la forma en que el espacio es reutilizado continuamente con los conglomerados de los distintos sectores sociales de la ciudad. El enfoque principal del estudio fue un recorrido histórico durante el proceso de crecimiento y final demolición del barrio. En su trasfondo histórico se presentan las distintas razones para su destrucción, como el crecimiento y hacinamiento de una población empobrecida, relocalizando a sus habitantes, adyacentes a la ciudad (Barnes & Medina, 1995). La diversidad entre sus habitantes se refleja desde los tipos de trabajo que ejercían hasta en sus diversas composiciones familiares, en su mayoría, albergando múltiples familias en una misma estructura. Mediante los datos censales consultados se encadena la información de sus múltiples habitantes con la continua transformación del espacio. Dada la naturaleza transitoria de los habitantes de las estructuras alquiladas, continuamente se presentan cambios significativos en los nombres, profesiones u oficios y composiciones familiares registrados.

La arquitectura en la ciudad se trasforma según la época y los usos con los cuales los ciudadanos hagan a las edificaciones partícipes de la vida socioeconómica urbana. Muchas de estas actividades están ligadas fuertemente al desarrollo de unidades domésticas y a su desempeño en la sociedad. En el estudio San Juan tras la fachada: una mirada urbana desde sus aspectos ocultos (1500-1900) se realiza un acercamiento a las viviendas del siglo XIX y XX en San Juan para lograr rescatar las historias de sus ocupantes. Se resaltan casos de familias que vivían en pequeños cuartos temporeros hasta poder relocalizarse en otro espacio permanente de asentamiento (Quiles Rodríguez, 2014a).

Como precedente al trabajo de Quiles, es menester mencionar el recorrido histórico del urbanismo, arquitectura y demografía que realiza Aníbal Sepúlveda con San Juan: historia ilustrada de su desarrollo urbano, 1508-1898, fuente que se ha convertido en un eslabón de gran importancia para todo trabajo referente a la historia de la isleta. Sepúlveda resalta en su escrito las continuas transformaciones en el trazado urbano de la isleta, que van de la mano con los cambios socioeconómicos y demográficos que sufre el área. A su vez, lo acompañan trabajos más recientes como lo son La arquitectura patrimonial puertorriqueña y sus estilos de Arleen Pabón Charneco, donde ilustra detalladamente la gran diversidad en estilos arquitectónicos presentes en las edificaciones sanjuaneras. Nuevamente como respuesta a las transformaciones a nivel social y urbano del espacio, tratando e encajar un estilo europeo sobre un espacio caribeño, desarrollando un estilo híbrido y propio como resultado. Como lo hizo para 1980, María de los Ángeles Castro con su publicación Arquitectura en San Juan de Puerto Rico (siglo XIX), donde resalta las particularidades de la arquitectura sanjuanera y las características en sus estructuras doméstica.

Trasfondo histórico

La isleta de San Juan comienza a desarrollar un crecimiento poblacional a partir del siglo XIX, nutrido por el incremento en construcciones de propiedades privadas. En un principio la división del trazado urbano estaba constituida por los barrios San Juan, Santo Domingo, Santa Bárbara, San Francisco y Ballajá (Castro, 1980; Sepúlveda, 1989). Luego estos barrios sufren cambios en distribución en el trazado urbano de la ciudad. Según su nivel de extensión, de mayor a menor, se forman los barrios Catedral, San Cristóbal, San Francisco, Mercado y, por último, el barrio Ballajá que, aunque permanece, al igual que el barrio San Francisco, es luego eliminado con la demolición de sus estructuras (Sepúlveda, 1989; Barnes & Medina, 1995).

En sus inicios, los estilos arquitectónicos y planificación de viviendas se desarrollaban según las Leyes de Indias. Tanto Abbad y Lasierra, y André Pierre Ledru describen tres tipos de casas: la de los ricos blancos, la de la clase media donde vivían mayormente los mulatos y las pobres de los negros. Las tres se diferenciaban por su ubicación en la ciudad y según los materiales de construcción de los cuales estaban hechas (Fernández, 1970; Sepúlveda, 1989). Los cambios socioeconómicos y demográficos influyeron en el ordenamiento del trazado urbano y, por ende, su desarrollo arquitectónico público.

Dado al acelerado crecimiento demográfico en la isleta y al aumento en las peticiones para la construcción de viviendas privadas, el funcionario municipal de finales del siglo XIX, Andrés Cortón establece una serie de medidas en cuanto a la uniformidad de su altura y fachada. Así, la construcción de casas se reguló al igual que su tamaño, dimensiones, alturas, divisiones internas y fachadas. A pesar de estas regulaciones, las edificaciones tendieron a seguir las mismas características: estilo arquitectónico neoclásico español, planta rectangular, zaguán en la entrada, patio con galería o corredor y balcón con balaustrada, entre otros (Pabón, 2010). También se inicia la aprobación de permisos para la construcción de terceros pisos, aun cuando habían sido previamente catalogados como inapropiados, según la Oficina de Sanidad de la ciudad. El incremento poblacional trajo consigo una disminución en la calidad de vida en el San Juan intramuros, al mismo tiempo que dio paso al surgimiento de sus barrios extramuros (Sepúlveda, 1989; Quiles, 2014b). Como consecuencia, para 1889, el gobierno municipal publicó “Reglas a que han de sujetarse las construcciones de casa particulares en el término municipal de esta ciudad y que forma parte de sus ordenanzas municipales” que tomó como modelo el reglamento establecido para la ciudad de Madrid, España. (Sepúlveda, 1989).

En el entresiglo, las divisiones urbanas se fueron modificando tras el cambio de hegemonía española a la estadounidense. Con el gobierno español las viviendas de los residentes estaban distribuidas según las zonas de comercios, de su oficio o profesión, condicionados por los recursos geográficos disponibles (por ejemplo, los pescadores con sus familias se concentraban en las costas). Luego del ensanchamiento de la isleta y con la llegada del gobierno estadounidense, la distribución poblacional quedó predispuesta por una serie de cinco zonas homogéneas de crecimiento. La zona 1 era para el centro de comercio, la zona 2 un sector de transición (viviendas, mercados, transportación y enclaves de inmigrantes), la zona 3 residencias para aquellos habitantes de bajos recursos (un conglomerado entre comercio, industria y facilidades de distintos servicios), la zona 4 destinada para las residencias por nivel socioeconómico, y la zona 5 estaba reservada para aquellas actividades que necesitasen un terreno amplio como villas semirrurales, cementerios, aeropuertos, entre otros (Caplow, 1964).

Al realizar un recorrido histórico por el desarrollo demográfico de la ciudad de San Juan se observa un incremento considerable en la cantidad de residentes que albergaron las distintas estructuras (Caplow et al., 1967). Por ejemplo, en el barrio Mercado se ubicaban los residentes de clase media, visto como uno de movilidad social para la población de escasos recursos. Estos se trasladaban de los barrios extramuros hasta el barrio Mercado, para luego continuar trasladándose entre los distintos barrios de la ciudad (Caplow, 1964). Sin embargo, en varios casos, la segregación social no se representa a cabalidad en una separación espacial. Según explica Quiles, “Muchos propietarios vivían con sus esclavos, sirvientes y agregados, aunque sus ambientes están diferenciados entre sí por la ocupación del espacio… y la capacidad de consumo” (Quiles, 2014). El hacinamiento era tal que hasta el espacio del patio interior era utilizado a capacidad por los residentes (Rivera de Figueroa, 1970).

Metodología

Este estudio comenzó con una revisión de los datos consultados en una investigación previa y la eficacia de estos en cuanto a los hallazgos obtenidos. Se dividió el trabajo en tres fases: 1) consulta de fuentes primarias y secundarias; 2) tabulación de datos censales y 3) estudio de la volumetría de los espacios internos de las estructuras seleccionadas. Cabe resaltar que el enfoque hacia la temática, tanto las estructuras como las décadas seleccionadas, ha sido gracias a la disponibilidad de archivos físicos y digitales, tanto de los datos censales como de los dibujos y estudios arquitectónicos consultados.

En la primera fase, la consulta de fuentes secundarias ayudó a crear tanto el marco teórico de esta investigación como su contexto histórico. Para las fuentes primarias se consultaron el plano general de San Juan de 1921, publicado por el Porto Rican Board of Fire Underwriters [1] y los dibujos de niveles y fachadas de 1966 realizados por el Historic American Building Survey (HABS) [2], consultados en la página electrónica de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. A su vez, se recuperó la base de datos con la información demográfica del 13vo Censo Poblacional de San Juan, correspondientes a las tres estructuras seleccionadas para este estudio. Esta fase fue realizada como trabajo final del curso de Arqueología Urbana del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Puerto Rico, impartido por la profesora Paola Schiappacasse. Luego, con la ayuda del Dr. Josué Caamaño, se consultaron los censos poblacionales de San Juan correspondientes a las décadas de 1920, 1930 y 1940 en el Centro de Investigaciones Históricas (CIH), en la Facultad de Humanidades. La selección de los años para este estudio, como se mencionó anteriormente, estuvo influenciada por la disponibilidad de los archivos en el CIH.

Para la segunda fase se creó una base de datos en el programa Microsoft Office Excel. En esta se transcribieron cada una de las plantillas correspondientes, con los años de los censos consultados. Cada plantilla se trabajó en una hoja de cálculo distinta y en ellas se subdividió cada estructura según su calle.

En la tercera fase se trabajó con los dibujos de HABS, donde se detallan las dimensiones de las estructuras. Para determinar el área en sus divisiones internas se comenzó por marcar cada uno de los espacios a ser medidos y así determinar su perímetro. Luego se trasladaron las imágenes de los planos al programa Adobe Photoshop para calcular el ancho y la longitud en sus distintitas divisiones. Después se utilizaron los dibujos de las fachadas en corte longitudinal para medir la altura en cada nivel. Cuando ya se tenían todas las medidas, se utilizó la fórmula para calcular volumetría (altura x longitud x ancho = volumen3 y así determinar el espacio en el que cohabitaron sus residentes. La unidad de medida utilizada fue el pie, calculando la volumetría del espacio en pies cúbicos. Los espacios internos seleccionados fueron aquellos que presentaban al menos tres paredes y media.

Por último, se hizo un análisis comparativo entre las estructuras según su volumetría y la variabilidad en la cantidad de residentes por década. Para ilustrar los resultados se realizaron tablas de barra donde se trazó la variación en la cantidad de residentes por estructura y cómo estas cantidades aumentan o disminuyen a lo largo de su uso.

Hallazgos y discusión

La información consultada en cada uno de los censos demostró una disminución no uniforme en la cantidad de residentes y de familias en cada una de las estructuras en un periodo de 40 años. En las gráficas se muestra cómo la casa 35 de la calle San José presentó para 1910 un total de 21 residentes (6 familias), número que baja a 9 residentes (4 familias), en 1940, reduciendo la cantidad a menos de la mitad desde 1910 [Tablas 1 y 2]. En el caso de la casa 27, en la misma calle, se presenta en 1910 un total de 31 residentes (25 familias) y para  1940 se observa un considerable aumento de 114 residentes (16 familias) [Tablas 1 y 2]. Por lo tanto, en este caso se da un aumento en los habitantes dado que, para 1940, se registró un considerable número de alojados (alrededor de 41). Sin embargo, en la casa 20, en la calle de la Cruz, el número de familias y residentes se mantuvo bastante alto en relación con las otras dos estructuras. Para 1910 se registraron alrededor de 104 residentes (40 familias), esta cifra disminuyó a 43 personas (13 familias) en 1940 [Tablas 1 y 2]. Por ende, a diferencia del total de residentes, en aumento para la casa 27 y bastante homogéneo para la casa 35, en la casa 20 el total registrado desciende significativamente.

En cuanto al espacio de las estructuras las tres presentan más de un nivel ocupacional, siendo la casa 27 de la calle San José la única que presenta tres niveles con una azotea como cuarto nivel [2]. La altura de las estructuras no es muy variada y se centra entre los 9 y 16 pies de altura. En cuanto al número de espacios disponibles las tres casas exceden el total de 10 habitaciones, teniendo en cada nivel entre 16 y 18 divisiones internas. La volumetría de los espacios es variada pero no excede los 9,050 pies3, siendo los espacios medianos entre 2,500 y 3,500 pies3 y los más pequeños entre 350 y 950 pies3. Aunque cada estructura presenta características únicas en sus divisiones internas, las fachadas de estas se mantuvieron bastante uniformes, por lo que indagar tras ellas permitió profundizar en la cotidianidad de las personas que lo cohabitaron.

Luego de procesados los datos, se evidenciaron los niveles de hacinamiento en lo que los residentes se encontraban en estos tres casos. Por otro lado, el descenso paulatino y no uniforme de residentes evidencia la importancia de evitar generalizar las variaciones demográficas según la fachada del espacio.

Las estructuras bajo estudio presentan volumetrías variadas en sus interiores, pero bastante similares. La casa 20 en la calle de la Cruz, aunque se muestra en los dibujos como una alargada con espacios pequeños y múltiples subdivisiones, llegó a albergar alrededor de 128 residentes para 1920 [Tabla 2]. Sin embargo, al otro lado del bloque, se encuentra la casa 35 que, aunque presenta espacios internos con mayor amplitud y menores subdivisiones, lo más que llega a albergar durante el periodo de estudio es un total de 21 residentes [Tabla 2]. De igual modo, la cantidad de familias no siempre refleja la totalidad de los residentes en el espacio. Por ejemplo, la casa 27 en la calle San José, en 1910, registró 25 familias con un total de 31 residentes, pero en 1920 reportó un total de 20 familias con 89 residentes [Tablas 1 y 2]. Aunque en 1910 el número de familias es mayor que diez años más tarde, la totalidad de residentes no refleja la cantidad de unidades familiares registradas en ambos censos.

La investigación previa a la que se presenta en este artículo, se había concentrado en comparar el espacio de estas estructuras con la información de 1910. Sin embargo, en la continuación de ésta se puede apreciar, con mayor énfasis, el cambio demográfico presente en estas estructuras. A su vez, cómo se mantuvieron en uso continuo, a pesar del cambio de inquilinos, demostrando el estado transitorio de los residentes de algunas de estas estructuras. Esto se puede correlacionar con la información que se resalta en el libro de The Urban Ambience: a Study of San Juan, Puerto Rico, donde se señala cómo los barrios en la isleta se convierten en espacios transitorios y en enclaves socioeconómicos (Caplow et al., 1964). Los residentes permanecían en ciertas estructuras por un periodo de tiempo, ascendiendo en la pirámide social de la época, mientras se movilizaban entre los barrios extramuros a los intramuros, y de los intramuros de pobre calidad de vida a los de mejor nivel socioeconómico.

A través de este estudio se pudo evidenciar la utilidad en el uso de datos censales en la creación de perfiles demográficos, añadiendo un sentido humanístico al estudio arquitectónico y urbanístico de las ciudades. La vida doméstica es un elemento fundamental del individuo, por lo que su estudio micro puede mejorar la forma en la que se entienden y conciben los eventos socioeconómicos a un nivel macro. El estudio demográfico, junto con la consulta de mapas y planos, puede ayudar a analizar y reconstruir los espacios cotidianos donde cohabitaron múltiples unidades familiares. Por consiguiente, ayuda a esclarecer el dinamismo de movilidad entre los habitantes sanjuaneros, evidenciando cómo ciertos espacios pueden ser ocupados por los mismos residentes por un tiempo prolongado, o por una serie de residentes transitorios manteniendo sus estancias temporeras.

Este tipo de estudio permite trazar los cambios en las composiciones familiares en los espacios ocupacionales y visibilizar la evolución del concepto de “unidad doméstica”. También ayuda a entender cómo eventos –para sufragar necesidades cotidianas– pueden afectar de forma temporera o permanente, cambios estructurales a la arquitectura del espacio. Los documentos se convierten en herramientas fundamentales a la hora de intentar reconstruir elementos no visibles en la arquitectura actual de estos espacios, como lo son las fluctuaciones demográficas asociadas a cada estructura habitacional. El acervo intersiciplinario entre la arquitectura e historia brinda otra perspectiva de la población sanjuanera de principios del siglo XX, en la historiografía oficial.

  

Bibliografía

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_. (1930). 15th Population Census of the United States: Territorial Possessions– San Juan, 45. Consultado en https://archive.org/details/15thcensus2661unit

_. (1940). Censo Poblacional 1940– San Juan, 8 [micropelícula]. Carrete: 323. RG 29 [T627-4599].

The Porto-Rican Board of Fire Underwriters. (1921). General Plan of San Juan. [Plano].

 

Fuentes secundarias

Abbad y Lasierra & Iñigo, Fr. A. (1970 [1878]). Historia Geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico: Estudio preliminar de Isabel Gutiérrez del Arroyo (pp. 181-193). Universidad de Puerto Rico: Editorial Universitaria.

Barnes, M & Medina, N. (1995). Trasfondo histórico. En Ballajá: Arqueología de un barrio sanjuanero, (pp. 9-31). San Juan, Puerto Rico: Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico.

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Apéndice

[1] 1921 y 1966 Acercamientos al Plano General de San Juan con las estructuras de estudio marcadas (The Porto Rico Board of Fire Underwriters), junto con plano de elevación y fachadas de las estructuras en la parte inferior siguiendo la leyenda supe…

[1] 1921 y 1966 Acercamientos al Plano General de San Juan con las estructuras de estudio marcadas (The Porto Rico Board of Fire Underwriters), junto con plano de elevación y fachadas de las estructuras en la parte inferior siguiendo la leyenda superior (Historic American Building Survey).

[2] Plano del tercer nivel de la casa 27 (109) en la calle San José, San Juan. (HABS, LOC).

[2] Plano del tercer nivel de la casa 27 (109) en la calle San José, San Juan. (HABS, LOC).

Tabla 1: Cantidad de familias en cada una de las estructuras de estudio según registradas en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Tabla 1: Cantidad de familias en cada una de las estructuras de estudio según registradas en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Tabla 2: Cantidad de residentes en cada una de las estructuras de estudio según registrados en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Tabla 2: Cantidad de residentes en cada una de las estructuras de estudio según registrados en de los censos de 1910, 1920, 1930 y 1940.

Revista [IN]Genios, Vol. 5, Núm. 2 (abril, 2019).
ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2019, Copyright. Todos los derechos están reservados.

Posted on April 13, 2019 .

Espacio urbano y música popular: la (de)construcción de la ciudad de San Juan en la salsa [1]

Johanna Hernández Pérez
Departamento de Sociología y Antropología (Sociología)
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

 

Resumen

La formación y el desarrollo del espacio de la ciudad se han caracterizado por la conformación de identidades complejas, conflictivas, contradictorias, y hasta antagónicas. La música popular ha permitido canalizar y (re)construir dichas identidades. En el Caribe, la salsa ha jugado un rol protagónico en sonorizar las realidades sociales; la ciudad de San Juan, Puerto Rico, no ha sido la excepción. En este ensayo, paso balance sobre los imaginarios que se producen y se reproducen en el domo musical de la salsa sobre la vida en sociedad en el Viejo San Juan. Examino las maneras en que se construyen y deconstruyen las nociones de pobreza, peligrosidad, y comunidad en este espacio. Así, analizando cuatro canciones populares de salsa, hago un esfuerzo por examinar cómo la música popular percibe las problemáticas urbanas a la vez que contribuye a la reconstrucción social de estas realidades.

Palabras claves: identidad, espacio urbano, San Juan, peligrosidad, comunidad, Salsa

 

Abstract

The formation and development of the space of the city have been characterized by the conformation of complex, conflictive, contradictory, and even antagonistic, identities. Popular music has allowed for a canalization and (re)construction of said identities. In the Caribbean, salsa music has played a major role in vocalizing social realities; the city of San Juan, Puerto Rico, has not been the exception. In this essay, I explore the imaginaries that are produced and reproduced in the musical dome of salsa regarding social life at Old San Juan. I examine the ways in which notions of poverty, dangerousness and community are constructed and deconstructed. In this way, through the analysis of four popular salsa songs, I attempt to understand how popular music perceives urban problems as well as contributes to the reconstruction of these realities.

Keywords: identity, urban space, San Juan, dangerousness, community, Salsa

 

Como en los videoclips, andar por la ciudad es mezclar músicas y relatos diversos en la intimidad del auto y con los ruidos externos […] Todo es denso y fragmentario. Como en los videos, se ha hecho la ciudad saqueando imágenes de todas partes, en cualquier orden. Para ser un buen lector de la vida urbana hay que plegarse al ritmo y gozar las visiones efímeras. (García Canclini, 1995, p. 101).

Dice el antropólogo Francisco Cruces (2004) que de la formación y del desarrollo de la ciudad se derivan nuevas formas de música caracterizadas por una rápida popularización. En la medida en que la ciudad va creciendo, se van conformando los sujetos que en ella habitan, constituyendo así complejos, conflictivos, contradictorios, y hasta antagónicos procesos identitarios. Como resultado, estas identidades urbanas buscan plasmarse y manifestarse en distintos productos culturales. La música popular funge como un espacio idóneo para esto, toda vez que estos sonidos permiten la (re)construcción y transformación de estos procesos identitarios.

El espacio urbano, en tanto recipiente de la migración resultante de los procesos de industrialización, no se conforma solamente como un haz complejo de procesos socioculturales, sino que encarna en sí un mundo simbólico que se distingue notablemente de su antítesis, el espacio rural. La marcada estratificación social, los rápidos procesos de individualización y la racialización de los espacios, entre muchas otras problemáticas, forman parte de esos hechos sociales que se experimentan y se agudizan en la urbe. La música popular –como forma de percibir el mundo y contribuidora a la construcción social de la realidad– se encarga de “sonorizar nuestros recuerdos y actuar desencadenando emociones que nos unen al imaginario colectivo” (Hormigos Ruiz, 2012, p. 76). Así, experiencias que parecerían ligadas exclusivamente a la vivencia del individuo en la ciudad, terminan representando las realidades estructurales de un grupo social más amplio. En palabras de Cruces, la música urbana se caracteriza, entonces, por “materializar toda la heterogeneidad, diversidad sociocultural, la convivencia de tradiciones dispares, y la hibridación y el préstamo” que distinguen al espacio urbano (Cruces, 2004).

Aunque si bien la ciudad de San Juan, Puerto Rico consta de unas características particulares que responden, entre otros asuntos, a su desarrollo colonial por partida doble, es innegable que en ella se suscitan procesos socioculturales amorfos, plurales y omniabarcantes que caracterizan a las denominadas “grandes ciudades” (Cruces, 2004). Las músicas urbanas características del Caribe han adoptado en muchas ocasiones a la ciudad sanjuanera como inspiración de sus cantos y han buscado describir lo que acontece en la polisémica capital. El Viejo San Juan ha sido de particular interés para compositores de géneros urbanos tanto por su realidad espacial-geográfica y la forma en que se asientan las residencias, como por las dinámicas cotidianas y las nociones preconcebidas que se producen en y sobre los sectores más empobrecidos de la isleta.

En este ensayo, paso balance sobre los imaginarios que se producen y se reproducen en el domo musical de la salsa[2] sobre la vida social en el Viejo San Juan. Tomando en consideración la relevancia del domo musical salsa en la cotidianidad contemporánea caribeña y considerando a la música tropical como predecesora al verbo en el Caribe (Quintero Rivera, 2005), estaré examinando las maneras en que se construyen y se deconstruyen las nociones de pobreza, peligrosidad y comunidad en la capital de Puerto Rico. Siguiendo a Georgina Born (2011, p. 380, mi traducción) y pensando la música como algo no solo entrelazado a la formación de identidad social más amplia sino considerando su capacidad de “reconfigurar o catalizar estas formaciones”, hago un esfuerzo por examinar cómo la música percibe las realidades urbanas a la vez que contribuye a la reconstrucción social de estas realidades. Analizo tres canciones de salsa que aparecieron durante la década del 1970 y que giran alrededor de temáticas recurrentes sobre el espacio urbano: “La Perla” (1978), de la autoría de Tite Curet Alonso y la interpretación de Ismael Rivera y los Cachimbos; “Calle Luna Calle Sol” (1973), producida por Willie Colón e interpretada por Héctor Lavoe y “San Agustín” (1979), escrita por Curet Alonso y cantada por Chamaco Rodríguez.

Del devenir sociohistórico del Viejo San Juan

La segregación residencial en San Juan en nuestra contemporaneidad responde, en gran medida, al proceso de modernización muñocista que aconteció en la segunda mitad del siglo XX. Autoras como Miriam Muñiz Varela (2016) han estudiado la violenta planificación urbana que contrapone a la clase alta frente a la clase baja, característica del plan Manos a la Obra y que se extiende a todo lo largo y ancho de la capital. Esto queda evidenciado desde la ubicación cercana de las comunidades pobres de Puerta de Tierra y Barrio Obrero frente a los lujosos edificios de Condado y Miramar, hasta la localización del Caño Martín Peña que se enfrenta geográficamente a la meca del capital financiero en la Milla de Oro.

En el Viejo San Juan, este proceso se concretó durante la mitad del siglo XX, años en los que –mediante la adopción del Reglamento de Zonas Antiguas e Históricas– muchas de las propiedades antiguas de la isleta pasaron a manos norteamericanas (Sepúlveda, 1989). A pesar de que a comienzos del siglo XX el Viejo San Juan se encontraba deteriorado físicamente y habitado por poblaciones obreras y empobrecidas, estas iniciativas de aburguesamiento –iniciativas que resultaron en la restauración de las casas y en sus ventas a altos costos– resultaron en la profundización de las desigualdades sociales de su población. Así, a pesar de la cercanía geográfica, se encuentran en esta área comunidades con diferencias sociales abismales.

No obstante, la división y exclusión social en la capital de Puerto Rico son procesos que preceden a la industrialización y que son palpables en el Viejo San Juan como ciudad colonial. La construcción de muros alrededor de la isleta comenzó a partir del siglo XVI, bajo el poderío español y continuaría reproduciendo ritos de reclusión hasta finales del siglo XIX, luego del bombardeo de la escuadra norteamericana en mayo de 1898 (Picó, 1993). Así, a pesar de que la mayor parte de las murallas que mantenían separado al Viejo San Juan quedaron derribadas, este espacio continúa exhibiendo en nuestra contemporaneidad –según arguye Fernando Picó (1993)– varios ritos de exclusión y de encierro voluntario que se agudizan con los recientes procesos de gentrificación.

Estos ritos son compatibles con lo que Peter Stallybrass y Allon White identifican como la separación del barrio bajo y el suburbio, o como estos arguyen, “the slum and the sewer” (1986, p. 126). La vida que se vuelca hacia adentro se manifiesta en las residencias que se encuentran en el corazón del Viejo San Juan y que han sido popularmente reconocidas como espacios costosos donde conviven sectores económicamente privilegiados. No es sorprendente, entonces, la abundancia de casas y apartamentos con patios interiores, además de una latente resistencia por parte de los y las residentes a permitir que otros y otras ocupen y disfruten estos espacios (Picó, 1993). Como resultado, la vecina comunidad de La Perla, la cual es conocida en la actualidad como una comunidad pobre, queda desplazada a los márgenes del imaginario de lo que es el Viejo San Juan a pesar de su colindancia con el parque nacional El Morro. En las últimas décadas, el antiguo hogar de esclavos y criados no blancos se ha pensado como un espacio sucio y peligroso. Esto queda evidenciado en los esfuerzos estatales y civiles de desplazar a habitantes del lugar.[3]

Peligrosidad y comunidad: distintas lecturas musicales al mismo espacio geográfico

Estos esfuerzos de segregación están vinculados al deseo de excluir al otro que activa discursos de higienización y producen nuevas regulaciones y prohibiciones sobre los cuerpos que se contrastan con los burgueses (Stallybrass & White, 1986, p. 128). La diferenciación de clase social es reconocida en canciones como “La Perla” (1978), canción compuesta por Tite Curet Alonso e interpretada por Ismael Rivera y Los Cachimbos. En esta, se refieren a La Perla como “acuarela de pobreza” y “un arrabal de gente pobre” (Curet Alonso, 1978). De igual manera, Curet reconoce los sufrimientos de la vida urbana desde su propia experiencia como residente del Viejo San Juan. Esto queda expuesto en su verso “una amargura de ala rota que nunca se mereció” (Curet Alonso, 1978), refiriéndose al mismo espacio.

“La Perla” recoge la complejidad de la experiencia urbana de la clase baja y el underclass de San Juan. A través de un sonido alegre, pero a la vez combativo y resiliente, el arreglo de salsa funge como una crítica apreciativa a la vida en la comunidad. La pieza también da cuenta de la criminalidad presente en el sector y resalta los patrones de vigilancia que se dan al interior de la comunidad propia. Ello se refleja en el soneo de Rivera (1978) que critica “y a los de la esquina caliente / ¡los están velando!”. Estos versos matizan la pieza musical: aunque la composición parecería, en primer lugar, pecar de romántica y nostálgica, también reconoce varios de los señalamientos (de hurto, por ejemplo) que se hace desde afuera.

Otra de las canciones de salsa que alude a los imaginarios de peligrosidad es “Calle Luna Calle Sol (1973), compuesta por Willie Colón e interpretada por Héctor Lavoe, aunque de manera diferenciada. Esta obra es una de las canciones más populares en las fiestas puertorriqueñas, por lo que representa la pieza reproductora por antonomasia de estas nociones. En la canción, se describe a la Calle Luna y a la Calle Sol –las cuales se encuentran en el corazón de la isleta de San Juan– como peligrosas por los numerosos asaltos y asesinatos que ocurrían en esa área. Lo que se constituye como violento queda condensado en varios versos del número musical: “si usted quiere su vida / evitar es mejor o la tienes perdida”; “agarre bien su cartera / no conoce este barrio y aquí asaltan a cualquiera” (Colón, 1973). A pesar de que las calles Luna y Sol no quedan considerablemente cercanas a La Perla, la letra sí hace referencia a este sector, aludiendo a esta como un espacio donde son frecuentes los asaltos. Tanto aparenta ser la peligrosidad de La Perla, que la canción recomienda a la o el oyente decir que fue asaltado allá para no ser víctima de evento criminal en las calles Luna y Sol. Así, el soneo de Lavoe expresa “Saca los bolsillos, tú estás arranca’o, / dile que fuiste a La Perla, y pela’o te han deja’o”, enunciando lo común que pueden ser estos eventos en la comunidad.

Es importante señalar la experiencia de vida del autor e interpretador de la pieza musical para profundizar en este análisis. Si bien las vivencias de estos no necesariamente representan su pensar (pues las fuerzas de la comercialización y popularización juegan papeles claves en las negociaciones que los artistas hacen con su música) sí sugieren algunas interpretaciones. Curet Alonso y Rivera –ambos fenotípicamente negros y de familias pobres– se criaron en Barrio Obrero y Santurce, Puerto Rico, respectivamente, lo que sugiere que su perspectiva viene de adentro. Es interesante, entonces, examinar la capacidad del autor y del cantante de identificar un barrio para con el que tienen un sentido de cercanía, que resulta en el reconocer las realidades sociales de la comunidad privilegiando los aspectos más románticos del espacio.

Por otra parte, Colón y Lavoe de Nueva York y Ponce, respectivamente, son outsiders del espacio sanjuanero. Esto podría explicar por qué la letra de Colón y Lavoe pasa un juicio negativo a este espacio. Igualmente, podría dar cuenta de por qué sus letras reproducen estereotipos de peligrosidad, vis a vis “La Perla” que, en lugar de hacer señalamientos de una criminalidad rampante en la comunidad, privilegia el honor de la gente de barrio. Según expresa la canción, la gente es “ciudadanía pobre que se gana el pan con su sudor” (Curet Alonso, 1978).

Más allá de un argumento sobre la experiencia diferenciada que se dio entre los compositores de ambos números musicales, es necesario examinar qué significan estas miradas tan distintas sobre el mismo espacio. Por un lado, no se puede negar la desafortunada criminalidad que en estas áreas se suscitaba. De ahí que Colón y Lavoe tuvieran material para sonorizar las nociones dominantes sobre el Viejo San Juan y pudieran desarrollar una producción comercial sumamente exitosa. Por otro lado, el esfuerzo de Curet Alonso y Rivera de cantar sobre las otras realidades de la comunidad demuestra un intento por privilegiar los aspectos humanísticos del espacio y dan una lectura crítica a una problemática usualmente trivializada en los medios.

Un vistazo a los hechos sociales de aquel momento devela también que lo que “Calle Luna Calle Sol” refleja del espacio es el imaginario que se crea en la mirada del de afuera. En una entrevista realizada en el 2014 por el San Diego Union-Tribune, el pintor John Meléndez –quien ha residido en la vía por más de 60 años– cuestiona junto a otros residentes si la canción describe con precisión las vivencias en este sector. El artista expresó que “cuando la [escuchó], no [pensó] que estaban hablando de las calles que [conoce] y que era un disparate porque La Luna era una calle normal” (2014). Meléndez señala que lo que narra el número musical se asemeja más al Nueva York de la canción “Pedro Navaja” que al San Juan de la época.

Se podría pensar, entonces, que la mirada de Lavoe y Colón, más que traducir con veracidad lo que los espacios suscitaban, reproduce los imaginarios generalizados de quienes aquí no vivían, y a la vez contribuían a fortalecer las nociones de peligrosidad ya existentes. Igualmente, se podría argumentar que las expresiones de los y las residentes de la calle se hacen con la misma intención que las de “La Perla”. Es decir, hay un esfuerzo consciente por Curet Alonso, Rivera, y los y las residentes de este espacio por matizar la experiencia sanjuanera y privilegiar aspectos positivos de la comunidad.

De igual manera, canciones como “San Agustín” (1979), de la autoría de Curet Alonso e interpretada por Chamaco Ramírez, ofrecen también lecturas alternativas que amplían los libretos asignados a la ciudad. En ambas piezas de la autoría de Curet Alonso se resalta el sentido de comunidad que –contrario a lo que popularmente se concibe– aparece en los espacios urbanos y que contrasta con el imaginario de individualismo rampante. En “San Agustín”, que hace referencia al sector homólogo ubicado en Puerta de Tierra, San Juan, se enfatiza el sentido de fiesta y jolgorio, a la vez que se mencionan una serie de personajes del barrio que parecerían ser conocidos por toda la comunidad, dotando de un sentido familiar al espacio. Lo mismo ocurre en “La Perla”, que hace alusión a “los muchachos de la esquina de la Cinco”, así como al goce y a la “alegría dominguera en las calles sin aceras” (Curet Alonso, 1978). En este sentido, se contrasta ese imaginario del barrio urbano como un espacio frío y privado de comunidad (donde el crimen aparenta ser rampante) con ejemplos de cómo la clase subalterna que aquí habita mantiene cohesión social connotando orgullo por las dinámicas que en la ciudad se presentan.

En aras de concluir

A través de los años, San Juan como espacio urbano ha sido el objeto de estudio de distintas ramas académicas que han intentado ampliar las coordenadas explicativas que trazan las teorías urbanas y antropológicas.[4] No obstante, su complejidad desborda por mucho la capacidad de dotar de sentido los procesos sociales que en ella se dan. A pesar de que el análisis aquí hecho se limita a una muestra de tres canciones que no pretende de ninguna manera representar el universo que representa la salsa, sí demuestra que este domo musical ha hecho un esfuerzo monumental por dar cuenta de los hechos sociales de pobreza, peligrosidad, y sentido de comunidad que se manifiestan en el espacio del Viejo San Juan.

Las piezas musicales aquí analizadas privilegian distintos aspectos de este fenómeno, sugiriendo que la experiencia de vida de quiénes las componen e interpretan se dieron de manera diferenciada. Es preciso articular que la mirada del otro claramente se distingue de la introspección que los propios personajes del barrio puedan hacer de sí mismos. Esto no significa que una mirada sea más verdadera que la otra, sino que ambas contribuyen a la construcción y deconstrucción de los imaginarios urbanos en San Juan, algunos más desde la romantización, otros más desde la estigmatización.

La salsa como domo que recoge la compleja y contradictoria heterogeneidad del espacio urbano logra su cometido al incrustarse en cada adoquín y casa de color vibrante –ya sea de madera o de armazón– en el Viejo San Juan. La vida cotidiana de aquí no se suscita sin música, así como la música no se produce sin la colección de experiencias de la ciudad. Es a esto a lo que se refería García Canclini al decir que para leer la vida urbana “es necesario plegarse al ritmo y gozarse las visiones efímeras” (1995, p. 101). Precisamente, de esto se han encargado la salsa, los salseros y las salseras en el espacio urbano puertorriqueño.

 

Referencias

Born, G. (2011). Music and the Materialization of Identities. Journal of Material Culture, 16 (4), 376-388.

Colón, W. (1973). Calle Luna Calle Sol. En Lo Mato (Si no compra este LP): Héctor Lavoe [CD]. Nueva York: Fania Records.

Cruces, F. (2004). Música y ciudad: definiciones, procesos y prospectivas. Trans. Revista Transcultural de Música (8), https://www.sibetrans.com/trans/articulo/189/musica-y-ciudad-definiciones-procesos-y-prospectivas

Curet Alonso, C. (entrevistado) & Londoño López, L. (entrevistador). (2007). La Voz Mayor de la “Salsa” [Transcripción de entrevista]. Recuperado de Entrevista a Catalino “Tite” Curet Alonso. Recuperado de: https://web.archive.org/web/20111101051030 /http://www.herencialatina.com/Mon_Rivera_2/Entrevista_A_Tite_Curet2.htm

Curet Alonso, C. (1979). San Agustín. En Alive and Kicking: Chamaco Ramírez [CD]. Estados Unidos: Inca.

Curet Alonso, C. (1978). La Perla. En Esto Sí es lo Mío: Ismael Rivera y sus Cachimbos. Estados Unidos [CD]. Estados Unidos: Tito Records.

EFEUSA. (2014, octubre 27). Sanjuaneros recuerdan la trama de “Calle Luna Calle Sol”, Cantada por Lavoe. San Diego Union-Tribune. Recuperado de: http://www.sandiegouniontribune.com/hoy-san-diego/sdhoy-sanjuaneros-recuerdan-la-trama-de-calle-luna-2014oct27-story.html

García Canclini, N. (1995). Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización. México D.F.: Grijalbo.

Hormigos Ruiz, J. (2012). La sociología de la música: teorías clásicas y puntos de partida en la definición de la disciplina. Barataria (14), 75-84. dx.doi.org/10.20932/barataria.v0i14.102

Muñiz Varela, M. (2016). Economía de la deuda [publicación de conferencia presentada en el XXXVII Taller del Discurso Analítico]. Recuperado de http://violenciacomplejidad.blogspot.com/p/publicaciones.html

Picó, F. (1994). Ritos de reclusión y encerramientos: el miedo a nosotros mismos. Cuaderno de Plerus, 1, 7-10

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Stallybrass, P. & White, A. (1986). The Politics and Poetics of Transgression. Cambridge: Great Britain University Press.

Quintero Rivera, A.G. (2005). Salsa, sabor y control: sociología de la música tropical. (3era edición). Madrid: Siglo Veintiuno Editores.

 

Notas:

[1] Agradezco al Dr. Carlos Sánchez Zambrana, catedrático de la Facultad de Estudios Generales y profesor de la clase Origen y desarrollo de la salsa por su mentoría durante la realización de esta monografía investigativa.

[2] Hago referencia a la salsa como domo musical siguiendo al profesor Carlos Sánchez Zambrana. El concepto “domo musical” da cuenta de la salsa como movimiento social y forma de vida, más allá que como categoría sombrilla que agrupa distintos géneros musicales.

[3] Ver estudio de Juan Caraballo Resto, Ph.D y Viviana de Jesús Monge, Ph.D titulado “Land, Politics and Heritage: Assessing San Juan National Historic Site Through Ethnography” (2014).

[4] Algunos de estos trabajos han sido producidos por profesores y profesoras de la Universidad de Puerto Rico, entre ellos Ángel Quintero Rivera, Bárbara Abadía-Rexach y Juan Otero Garabís.

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Mensaje de las editoras

Paola A. Schiappacasse, Ph.D. 
Arqueóloga, Catedrática Auxiliar (por término), Departamento de Sociología y Antropología 
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

Miriam del C. Lugo, Ph.D.
Centro de Investigaciones Históricas
Facultad de Humanidades, UPR RP

¡BIENVENID@S al nuevo número de tu Revista [IN]Genios! Con este número completamos nuestro quinto año de publicación. Cada año ha presentado su reto e innovación y este no ha sido la excepción. Así, esta nueva entrega se nutre de trabajos recibidos durante la convocatoria regular y una extensión especial que se hizo durante el mes de octubre. Por primera vez, se incluye un taller en formato de vídeo. Este fue presentado durante el 5to Encuentro Subgraduado de Investigación y Creación. Esperamos que, en los próximos años, [IN]Genios continúe siendo un espacio divulgación, aprendizaje e creación para ti como estudiante de bachillerato.

La SEXTA CONVOCATORIA para someter tus trabajos estará abierta del 22 de abril al 31 de mayo de 2019. Les recordamos que puede participar todx estudiante a tiempo completo, matriculadx en cualquiera de los programas subgraduados que se ofrecen en el Sistema de la Universidad de Puerto Rico, la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico, y el Conservatorio de Música de Puerto Rico. Como siempre, disfruta y comparte tu revista.

 

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